Solicitada

La copita de Luis

Indignación y hasta vergüenza ajena, es lo que he sentido en las últimas semanas al leer y escuchar los comentarios de altos dirigentes nacionalistas hablando en contra del “Cero alcohol”. Por un lado, nada más ni nada menos, el presidenciable Lacalle Pou (ahora devenido en Luis) quien como una de las flamantes medidas de su eventual gobierno, propone eliminar la ley de tolerancia cero al alcohol.
Por otro lado, el actual intendente de Cerro Largo, Sergio Botana, que fue incluso más allá, tratando de “cabezas intolerantes” a quienes promueven la medida; no solo al gobierno nacional sino también a toda la comunidad científica que la exige.
Parece bastante vacío el argumento de Botana al señalar al alcohol como motivo de reunión familiar. Según el Intendente arachán, lo que reúne a la familia es una botella de whisky, no la propia familia. Este concepto tan triste, lamentablemente nos habla de una cultura que aún está presente en ciertos sectores de la sociedad. Más lamentable es, que personas en cargos de alta jerarquía como Botana, la promuevan abiertamente y sin vergüenza alguna.
Gracias a que tenemos un gobierno nacional sensibilizado con el asunto, en los últimos años se lograron bajar las cifras por muertes en accidentes de tránsito así como los siniestros. También en Paysandú, gracias a que tenemos un gobierno departamental serio, se lograron reducciones en ambas materias.
¿Acaso nadie recuerda en la capital departamental la cantidad de motos haciendo picadas en zonas de frecuente circulación de gente? ¿Hay acaso algún sanducero/a que haya perdido la memoria y no recuerde la cantidad de gurises sin casco circulando “a piacere” por cualquier calle de Paysandú?
Muchas muertes o lesiones se evitaron por hacer cumplir a rajatabla el uso elemental del casco, cosa que en la gestión anterior ni siquiera se fiscalizaba.
Volviendo a los comentarios de Lacalle Pou y Botana: estos no solo dejan en evidencia la mezquindad electoral que los moviliza. Hablan también de una concepción en la cual se visualiza al alcohol como un tema secundario, pero que también esconde un montón de particularidades aún arraigadas en la sociedad. Por ejemplo, una visión patriarcal sobre la vida misma, donde aquella figura del hombre tomador aparece como algo normal y naturalizado. Todavía hay personas como Botana que encuentran la diversión de un asado familiar, en la cantidad de copas que se podrá tomar. Aún siguen habiendo los que se creen machos y vivos por tomar mucho y salir a manejar. Y a esa cultura hay que seguirla cambiando. No con imposición, pero si con acciones de sensibilización y legislación que promueva el respeto a la vida, como lo vienen haciendo el gobierno nacional y el departamental.
También llama poderosamente la atención que, entre los dirigentes nacionalistas que se indignan por la inseguridad, se emitan declaraciones y practiquen acciones que atentan contra la vida, como el ridículo ejemplo de organizar y encabezar marchas de protesta en contra del uso obligatorio de casco, como pasó con el entonces intendente Walter Zimmer en Colonia, allá por 2006.
La seguridad (a todo nivel) se materializará realmente cuando exista una mejor convivencia ciudadana. Y la seguridad en el tránsito también hace a la convivencia en paz. Lo que está fallando en algunas cabezas es la coherencia, vaya un elemento clave para que los ciudadanos vivamos más seguros. Porque la vida se protege y vale bastante más que un voto. Ojalá algún día se den cuenta los que hoy pregonan lo contrario.
“La felicidad solo es real cuando es compartida” – Chris McCandless. Juan Andrés Pardo