Una economía entre los dos extremos

En tanto “Uruguay tiene costos muy altos, no es un país atractivo y tiene regulaciones laborales muy rígidas”, siguen en plena vigencia procesos de encarecimiento “especialmente perjudiciales”, según evaluó hace pocas horas el presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) Gabriel Carpurro, quien amplió sus reflexiones señalando que comparado con los países de la región, en nuestro país el gasoil es un 30% más caro, la nafta un 43%, la electricidad industrial un 35% y la electricidad residencial un 97% más cara.
Por supuesto, se trata de datos que no son un secreto para nadie que esté mediamente informado del escenario que vive el Uruguay desde hace ya varios años, al punto de constituir un factor agobiante para el desenvolvimiento empresarial y la actividad en general, mientras el gobierno sigue mirando para otro lado, haciéndose el distraído, condicionado por un gasto desmesurado y un déficit fiscal que no le deja margen de maniobra.
Desde el Poder Ejecutivo se insiste con tratar de imponer visiones ideológicas que van a contramano de la realidad, y uno de los que han insistido en “vender” esta ilusión ha sido nada menos que el propio ministro de Economía y Finanzas, Cr. Danilo Astori, técnico de reconocida solvencia pero a quien sin dudas su perspectiva de izquierda le hace caer en contradicciones flagrantes en defensa de un proyecto político del que su sector es sostén desde el ala moderada.
Astori dijo que “se terminó la época de tipo de cambio alto y salarios bajos para competir; hoy es la del conocimiento, la eficiencia, la productividad, la innovación, la digitalización, los servicios globales y las tecnologías de la información y la comunicación”. El jerarca participó en la apertura de la LIII Reunión del Mercado Común, a la que también asistieron el canciller Rodolfo Nin Novoa, sus pares de Argentina y Brasil, Jorge Faurie y Aloysio Nunes Ferreira, y el subsecretario de Relaciones Exteriores de Paraguay, Hugo Saguier.
En su intervención, Astori subrayó además que el Mercosur avanzó en los últimos tres años en la eliminación de prácticas proteccionistas arancelarias y no arancelarias, lo que permitió al bloque mejorar la zona de libre comercio, y “factor fundamental para que esas economías vayan resolviendo los problemas que las afectan”.
Por cierto que los problemas que las afectan no pasa precisamente por influencia del Mercosur, sino que en el mejor de los casos sería “a pesar” del Mercosur.
Pero cuando habla del fin del tipo de cambio alto y salarios bajos para competir, como una receta que otrora se aplicaba supuestamente por gobiernos de los partidos tradicionales –lo que deriva en una merma comparativa del salario y encarecimiento de importaciones para favorecer exportaciones, pero a la vez genera otros beneficios en materia de aumento del empleo y la actividad– soslaya como si fuera una cosa menor que el Uruguay bajo los gobiernos del Frente Amplio se ha bandeado hacia el otro extremo, es decir manteniendo el dólar como ancla para tratar de abatir la inflación, con salarios comparativamente altos en dólares pero también con energía y tarifas con valores en las nubes en dólares. Ello conforma un cóctel que hace que el país resulte caro en lo interno y comparativamente hacia el exterior, como bien señala el titular de la ARU y las gremiales representativas de toda actividad privada de riesgo que se desarrolle en el país.
Afecta a los exportadores, a los que no se les reducen impuestos que los gravan porque el alto déficit fiscal resulta una guillotina que pende sobre nuestra economía desde hace bastante tiempo.
Otra cosa sería el escenario si se hubiera contenido el desmadrado gasto público cuando había espacio para hacerlo, de forma de dar cierta sostenibilidad y sobre todo prolongar las buenas perspectivas tras cesar el viento favorable del exterior que soplara durante más de una década de bonanza.
Pero como no se hizo y se priorizó vivir el presente como si estas condiciones fueran a darse eternamente, se fundamentan plenamente reflexiones de Capurro en el sentido de que “cuando asumimos la presidencia de la ARU dijimos que sin el campo no hay futuro y es algo que reafirmamos. Estas crisis expulsan productores del campo en forma acelerada. Es verdad, el sector agropecuario en cierta medida es rehén y es cautivo de la economía porque en estas crisis tratamos de producir más. Es la primera solución que uno adopta cuando ve que los costos lo ahogan. Es además, lo que genera que las autoridades digan que el sector está bien: el sector no está bien, está perdiendo productores. Este año se perdieron 2.000 productores”.
Capurro recordó la movilización del 23 de enero de la que surgió la creación de las mesas de trabajo y medidas adoptadas por el gobierno, como la creación del Fondo Lechero, la rebaja en la tarifa eléctrica y del gasoil y la devolución del IVA para los que no tributaban IRAE, entre otras.
Todas estas son, para Capurro, un conjunto de medidas que intentaron atenuar la crisis que atraviesan los distintos sectores. Sin embargo, señaló que todas han tenido un impacto “realmente menor” frente a lo que son los costos que afrontan.
“No atacaron el problema de fondo, que es la pérdida del valor del dólar y el aumento de los costos que son muy importantes en todos los sectores”, explicó, al entrar en la raíz del problema, que es precisamente que Uruguay está en un proceso prolongado de déficit fiscal, de atraso cambiario y de endeudamiento. Además, se hizo hincapié en que se recurre a más impuestos, a tarifas más altas y al atraso cambiario para controlar la inflación.
Finalmente, Capurro hizo saber que la ministra de Industria, Carolina Cosse, expresó (en una entrevista realizada la semana pasada) que el país no tenía problemas de costos.
“Realmente con toda la evidencia que hemos venido presentando, primero, nos asombró la afirmación, pero luego nos preocupó. ¿Será que los estamos transmitiendo mal o que no se quiere entender? El grado de incomprensión de la situación llama la atención; los problemas están y van a seguir empeorando si no se buscan soluciones”, concluyó.
A su vez entre los principales aspectos que analizó la economista Rocío Lapitz, asesora del gremio, ésta indicó que enfocado desde la mirada de la producción, el PBI viene con varios trimestres en efectos negativos y preocupantes y que Uruguay perdió el atractivo como destino de inversión extranjera directa.
Además, manifestó que el deterioro en el mercado laboral es “muy marcado”, donde la tasa de empleo está a niveles de finales de 2007.
Debe tenerse presente que en los últimos años se procesó un ajuste fiscal que se hizo vía incremento de los impuestos, de las tarifas y el recorte de gastos a través de menores inversiones, en lugar de cortar por el lado del gasto superfluo e ineficiente. En tanto las tarifas públicas han sido usadas como estabilizador fiscal o ancla inflacionaria.
Es que el aumento en el gasto estatal, implica subas en la carga tributaria y retraso cambiario, y el crecimiento de los costos, incluyendo los costos laborales, por una política salarial que ha pautado incrementos desconociendo la realidad productiva, ha acentuado una realidad que no ve solo quien no la quiere ver.
Tenemos empresas en rojo y/o cerrando en cada rincón del país –marcadamente en el Interior–, a pesar de que como dijera el ministro de Economía y Finanzas, se han superado aquellos tiempos de dólar alto y salarios bajos. Como si no hubiera nada entre los dos extremos, cuando esa es precisamente la respuesta que ha estado ausente.