El mito de UTE

Se sabe que dentro del gobierno actual y de las instituciones que lo acompañan existe una marcada tendencia a generar un relato que los adule, que les maquille el pasado y que todo lo actual se muestre de fantasía y maravilloso. Ahora, UTE se embarcará en una misión que tiene más de magia que otra cosa: contratará una asesoría para cortar con el “mito” de que su tarifa es cara y que el precio que cobra por el servicio es “justo”.
No hace falta aclarar que no existe mito en tal cosa, es la realidad: las tarifas son caras. Punto. Pero el ente energético está empeñado en abordar el asunto con el dinero de todos, por supuesto, como usualmente pasa. ¿Trasladarán el costo de la asesoría a la factura?
El jueves pasado el diario El Observador informó que la empresa divulgó un llamado para contar con un servicio de comunicación institucional externo, con el que pretende mejorar el vínculo con sus clientes y optimizar la inversión de su pauta publicitaria, entre otros objetivos.
La convocatoria está dirigido a una empresa nacional e integral en el área de comunicación empresarial, que proponga e implemente los planes de comunicación. Dentro de los objetivos específicos que pide UTE, aparece uno vinculado al costo de la energía. En ese sentido, el asesor externo tendrá que “desmitificar el arraigado concepto de que la electricidad tiene un costo elevado. Para ello, entre los objetivos de la comunicación se incluirá la información que se considere adecuada para revertir tal percepción. Asimismo, se reforzarán los atributos implícitos de la energía eléctrica, bien valorados por la población, apelando para ello a méritos propios y sin acudir al empleo de la publicidad comparativa con otras fuentes de energía. Promover las opciones tarifarias adecuadas para cada segmento de clientes”.
El asunto de la tarifa eléctrica siempre se ha encontrado en el tapete y recubierto de polémica, tanto por las quejas de la población, de los productores e industriales, como de las promesas incumplidas del gobierno en rebajarlas (por lo tanto, se reconoce que es cara).
En setiembre de 2014, el entonces ministro de Industria, Ernesto Kreimerman, anunciaba que para fines de ese año tendría lugar una rebaja en el costo de la electricidad, y luego otra en la temporada siguiente, para acumular a fines de 2015 una reducción de entre 20% y 25%. Nada de eso sucedió. Su propia sucesora, la intempestiva Carolina Cosse, comentó en setiembre pasado que no estaba conforme con el precio de las tarifas de UTE y puso sobre la mesa la idea de bajarlo.
Y antes, en el segundo semestre de 2017, el presidente Tabaré Vázquez habló de trabajar “fuertemente” para bajar las tarifas de UTE y combustibles. Poco después, en diciembre de ese año, el sindicato de UTE presentó propuesta para disminuir la tarifa residencial de energía hasta un 16%. Nada de eso ocurrió. Es decir, todos tienen claro que la luz en este país no solo es cara, es carísima, y frente a la región somos los que tienen el costo más elevado en electricidad. No hay mito alguno en esto.
En el artículo de El Observador se agregan datos comparativos sobre la energía en la región, en base a información del mes pasado de la prestigiosa consultora SEG Ingenería. Uruguay cuenta con la energía residencial más cara de la región con un costo de US$ 265 por MegaWatt/hora (MWh), seguido por Brasil (US$ 200), Chile (US$ 177), Argentina (US$ 98) y Paraguay (US$ 69).
Además, la fuerte baja que tuvo el costo de abastecimiento de la demanda por la incorporación masiva de fuentes renovables (eólica, biomasa y solar) no se vio reflejado en su totalidad en el bolsillo que pagan los contribuyentes, en particular para el sector residencial.
Esta ofensiva por acabar con el “mito” se da, a su vez, cuando el ente energético se apresta a subir en un 6% la tarifa cuando, como queda dicho, bien puede bajarla, como sucede con los combustibles.
Este punto se ha dado contra la pared que levantó el gobierno debido a los apuros fiscales del país, que gastaron más de la cuenta –especialmente durante el gobierno de José Mujica–, y ahora deben sacar dinero de todo lo que tengan a mano. De hecho, UTE ha liderado los aportes a Rentas Generales, con transferencias que anualmente superan los 200 millones de dólares.
Volviendo al llamado del ente energético, éste comprende un amplio plan de tareas para la asesoría externa que van desde la planificación y evaluación de la pauta publicitaria, el asesoramiento externo, o el vínculo de voceros de la empresa con medios de prensa.
“En la actualidad, en una coyuntura de competencia y globalización, es prácticamente imposible que una empresa sobreviva aislada del contexto, sin una adecuada comunicación corporativa, cualquiera sea el ámbito en que desarrolla sus actividades (monopolio, competencia, etc.)”, dice el pliego.
Para terminar con el mito, como asegura UTE, se le podría sugerir, justamente, rebajar las tarifas de una buena vez y dejar de tomar por tonta a la población. La tarifa de UTE es una de las variables que hace a este país muy caro y, muchas veces, inviable.