Acceso al agua con dificultades en el subcontinente, pese a grandes reservas

En alguna medida en nuestro país la problemática del agua tiene todavía relativa importancia en la consideración popular, en realidad, más allá de las quejas propias de los períodos de sequía o de excesos de lluvias que se dan en forma cada vez más frecuente y que se atribuyen a las consecuencias del cambio climático, pero la importancia sólo se potencia en general por los directamente afectados y las opiniones de los técnicos.
Es que a la vez existe un margen de compensación que mantiene los promedios hídricos, al fin de cuentas, porque es habitual que a una sequía prolongada le siga casi inmediatamente un exceso de lluvias y así sucesivamente, lo que no quiere decir que no haya consecuencias negativas por estos excesos.
Pero a nivel global la cosa es diferente, sobre todo en regiones donde el agua es un bien escaso, y la problemática es abordada con especial consideración a través de un seguimiento y estudios que dan lugar a periódicos encuentros, como el registrado hace pocos meses en Tokio, Japón, cuando más de 5.000 expertos en gestión del agua y del medio ambiente deliberaron en el marco del Tercer Congreso Mundial del Agua, para abordar los desafíos que representa el uso de la ciencia y tecnología en la gestión de recursos hídricos.
Con la participación de expertos de 100 países, el foro fue promovido por la Asociación Internacional del Agua (IWA), que dirigieron su atención en la economía digital, las megaciudades, la difusión de la innovación, la resiliencia a los desastres y la sostenibilidad.
La IWA reafirmó que el agua “será un punto crítico con el cambio climático”, por lo que el encuentro fue una oportunidad para evaluar posibles salidas y hacer frente a los retos actuales y los que se plantearán en el futuro.
Es que hay consenso en los expertos, con distinto grado de énfasis y perspectivas, en que la disponibilidad de agua, así como de la energía, serán aspectos claves en un futuro no demasiado lejano, que tienen que ver con la preservación de los recursos naturales, el desarrollo tecnológico y la distribución geográfica y poblacional, con proyección fundamental tanto en el ámbito urbano, incluyendo el agua potable y el saneamiento, como la disponibilidad para cultivos y ganadería.
Entre los desafíos figura el mejorar la tecnología para la gestión del agua y su incidencia en el desarrollo de la sociedad y la calidad de vida, sin olvidar la gestión de los servicios del agua, las aguas residuales, la potabilidad y reutilización del agua y los sistemas urbanos del agua, entre otros aspectos.
Un punto que ha adquirido notoriedad con el paso de los años precisamente tiene que ver con el vertido de plásticos en las aguas y la consecuente contaminación contra la cual las empresas deben desarrollar tecnologías innovadoras, en el contexto de que el agua constituye un recurso universal de primera necesidad, cuyo conocimiento, gestión y uso pueden y deben ser abordados desde una perspectiva global necesariamente multidisciplinar.
En el caso del continente sudamericano, todo indica que está llamado a cumplir un papel muy importante en este tema, habida cuenta que con el 33% de los recursos hídricos renovables del mundo, Latinoamérica cuenta con la disponibilidad más alta del mundo. Es que con sus 3.100 metros cúbicos de agua per cápita por año, duplica el promedio per cápita mundial, y es así que la gran mayoría de los países de la región cuentan con disponibilidades catalogadas entre altas y muy altas en razón de su superficie y población.
Ocurre que las cifras son abstractas, y en los hechos, que el recurso sea abundante no significa que esté accesible a la totalidad de la población, y es así que la mayoría de los países que cuentan con niveles de disponibilidad altos, experimentan disminuciones en los niveles de cobertura de agua potable para sus poblaciones en el subcontinente.
Igualmente, la región ha registrado un aumento en la cobertura de agua potable de un 33% en 1960 a un 85% en el tercer milenio, lo que no obsta para que unos 77 millones de personas aún no cuenten con acceso al agua, mientras que la cobertura de saneamiento presenta niveles aún más bajos. Asimismo, aunque ha habido una evolución respecto a décadas, con mejoras considerables, solo poco más del 50 por ciento de la población cuenta con servicios sanitarios, aunque con situaciones distintas entre los países.
De estos aproximadamente 77 millones de habitantes que no cuentan con servicios de agua potable, 51 millones habitan en zonas rurales mientras que los restantes 26 millones se encuentran en zonas urbanas. En lo que a saneamiento se refiere, a la población que no cuenta con servicio alguno, deben sumarse los 256 millones de habitantes que en la región todavía evacuan sus desechos a través de letrinas y fosas sépticas.
Por otro lado en lo que refiere a los tratamientos de efluentes cloacales que van a parar a los cursos de agua, los datos indican que aproximadamente el 86% de las aguas residuales son evacuadas en sin tratamiento alguno. El punto es que amplios sectores de la población se encuentran desabastecidos de servicios de agua potable y saneamiento, en tanto la región experimenta una creciente dependencia en el uso de sus fuentes hídricas subterráneas: América del Sur utiliza entre el 40 y el 60% del agua que consume de los acuíferos, mientras que América Central y México dependen en un 65% de estas fuentes. En México por ejemplo, 102 de los 653 acuíferos se encuentran sobreexplotados.
Aunado a esto, existe una deficiente gestión en el manejo y conservación del agua, ya que en promedio, el 40% se pierde en fugas y sistemas de alcantarillados deficientes.
Todo indica por lo tanto que con una población en aumento con crecientes demandas de servicios básicos y un modelo de desarrollo sustentado en la explotación de materias primas, América Latina se encamina hacia una agudización en la explotación de sus fuentes de agua, lo que se presenta como un agudo contrasentido con el hecho de contar con un recursos hídricos abundantes y el 33 por ciento de las reservas de agua del mundo, nada menos.