Camino a la libertad

Mientras en Uruguay hay muchos que se empecinan aún en apoyar al régimen despótico de Nicolás Maduro –el gobierno, el Frente Amplio, el Pit Cnt y la FEUU–, Venezuela camina rumbo a la libertad y a la democracia, en un proceso que ya no podrá detenerse y que asoma como una cuestión tiempo para que se acabe el antiguo orden, el que estableció el nefasto socialismo del siglo XXI, promotor del hambre, la crisis y el éxodo del pueblo venezolano, en un fenómeno masivo nunca visto antes en la región.
“Venezuela pronto será libre”, dijo uno de los artistas que participó en el concierto ayer en Cúcuta, Colombia, en apoyo a la ayuda humanitaria que se apresta a ingresar a Venezuela. Así será, el país caribeño romperá las cadenas que lo tiene atenazado, de la peor situación vivida por su historia, y lo hará sobre todo por el empuje de su pueblo, además de las presiones internacionales.
Hoy se cumple el plazo que estableció Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional y mandatario encargado (interino) de Venezuela, para que ingrese al país el flujo de ayuda humanitaria multinacional, consistente en alimentos, medicinas, artículos de aseo y otros de primera necesidad que terriblemente escasean en todas las regiones de esta nación. Esos enseres, según prometió Guaidó –reconocido como presidente legítimo por unos 50 países, entre los que no figura Uruguay–, entrarán justamente por la colombiana ciudad de Cúcuta.
La gran pregunta es cómo podrán atravesar el bloqueo que ha implementado Maduro en toda la zona fronteriza, donde ha dispuesto de contenedores para cerrar el paso de los camiones con la carga, y el despliegue de militares y de fuerzas especiales y policiales. Cuando los periodistas preguntaron a Guaidó, o a otros dirigentes de la oposición, cómo va a pasar efectivamente la ayuda humanitaria, respondieron que no quieren revelar la información para que no se entere Maduro.
Guaidó tiene a su lado a la mayoría de los venezolanos –alrededor del 70%–, y también cuenta con el apoyo de las potencias occidentales, empezando por Estados Unidos. La notoria ausencia de este bloque pro-democracia en Venezuela es la del gobierno de México, resaltó la publicación especializada América Economía en uno de sus últimos editoriales. Y escribe: “No entendemos qué gana México con apoyar a la dictadura de Maduro, ni tampoco que gana la izquierda latinoamericana que en general o apoya a Maduro o calla, ya que el gobierno de Maduro no es un gobierno de izquierda sino una organización criminal, como dijo un representante diplomático de un gobierno latinoamericano de centroizquierda”.
Teléfono para el presidente Tabaré Vázquez, su política internacional y para casi toda su administración. De cualquier modo, todos sabemos que el vínculo uruguayo-venezolano va más allá de lo ideológico –que también pesa–, y se encuentra muy enganchado a los negocios –muchos de ellos turbios, que ya conoceremos en profundidad–, que hacen que nuestro país mantenga una especie de deuda con Venezuela, más allá de toda lógica. Una deuda vergonzosa y que echa por tierra nuestra tradición cívica y democrática.
El desafío de Guaidó todavía está en lograr seducir a las fuerzas armadas, única razón por la cual Maduro sostiene el poder, si bien cuenta con el aliento de China, Rusia e Irán. Muchos militares venezolanos se han visto involucrados en los negocios mal habidos del régimen, beneficiados por la renta petrolera y vinculados a resortes de poder, en una práctica que se inició en la época del difunto –y también nefasto– Hugo Chávez.
“Por otro lado la oficialidad, en los niveles de más abajo, no tiene capacidad de movimiento debido a que hay una gran cantidad de miembros de la inteligencia de Maduro que, con el apoyo de la inteligencia cubana, supervigilan cualquier intento de indisciplina o de desacato a la jerarquía militar”, asegura con certeza ese análisis de América Economía.
De todas maneras, las fuerzas armadas no actúan en cabal cumplimiento de proteger a Maduro, porque si no, no se entiende que Guadió siga lo más campante y no haya sido enviado a la cárcel luego de declararse presidente encargado del país. Ahí se abre una luz de esperanza en ese sentido, con unos militares más bien contenidos que alineados al régimen chavista. A menos que sea una estrategia y una apuesta al desgaste de Guaidó y los opositores, como ocurrió con las masivas marchas de hace dos años.
La importancia del ingreso de la ayuda humanitaria –algo objetivamente bueno y necesario– también radica en una cuestión política. Se precisa que el movimiento libertador no pierda fuerza ni dinámica, y para ello resulta determinante que los alimentos y las medicinas entren al país para dar un paso más hacia la salida de Maduro. Esto erosionaría a los militares, sin dudas, que cuidan que eso no suceda. Ya se han visto videos circulando por las redes sociales, donde unos jóvenes soldados se oponen, con muy pocas ganas, a que retiren las vallas que bloquean el paso en una zona fronteriza. Porque no hay vuelta atrás. Venezuela se despojará de Maduro y caminará hacia la libertad.