Algo se hizo mal

“Del período más extenso de crecimiento en la historia se termina con el déficit fiscal mayor en 30 años. Algo salió mal, ¿no?”, escribió ayer en su cuenta de Twitter el economista Javier de Haedo respecto al gasto en el que han incurrido los gobiernos del Frente Amplio y a la incapacidad para sortear el problema. Desde que se asumió que había un inconveniente, las medidas implementadas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) no han sido efectivas. Y, para peor, pretende insistir con la misma receta. Mientras tanto, lo sufre el pueblo. Y lo va a sufrir aún mucho más, cuando la realidad nos golpee en la cara.
El jueves, el MEF corrigió al alza el déficit fiscal en los 12 meses cerrados a enero, que se ubicó en 4,3% del Producto Bruto Interno (PBI), sin tomar en cuenta el efecto de los “cincuentones”, por lo cual es el más alto de las últimas tres décadas y representa unos 2.400 millones de dólares. A principio de febrero, el MEF había dicho que el déficit alcanzaba el 4,1% del PBI; por lo tanto, las cuentas del Estado se encuentran peor de lo imaginado.
En la denominada rendición de cuentas del presidente Tabaré Vázquez, el pasado viernes 1º en el Antel Arena, hubo un repaso de los números de las administraciones frenteamplistas, muchos de ellos mezclados y sacados de contexto, y mostrando un aspecto edulcorado de los mismos. Ante un público afín a su partido y en un show montado propio de una campaña política –no de un mandatario que representa a todos los uruguayos–, Vázquez dijo que “el núcleo de la economía que es relevante a los efectos fiscales, y que no incluye al Banco Central del Uruguay, se ubicaría en el entorno del 3% del PBI”. “Y parte de esta última cifra, de ese 3%, un 1%, está explicada por la asistencia financiera al servicio de pasividades de las Fuerzas Armadas”, dijo el presidente.
Vázquez sumó –arbitrariamente y para la tribuna– la caja militar y también el efecto de los cincuentones dentro del déficit fiscal y, por lo tanto, señaló que aislar estos datos le daría un déficit fiscal del entorno del 0,8%. El economista Gabriel Oddone, de CPA Ferrere, había definido como “un espejismo” ese impacto. “Afortunadamente el Ministerio de Economía ha sido transparente en ese y ha separado un renglón para aclarar que es un efecto transitorio”, añadió.
Pero el gobierno no está dispuesto a cambiar la estrategia pese al fracaso y a la molestia de buena parte de la población –por lo menos la mitad–, que observa cómo el despilfarro –que ocurrió sobre todo durante la nefasta administración de José Mujica– lo tiene que solventar a través de los servicios y de los impuestos, que han hecho que el país sea cada vez más caro y prohibitivo.
“Hasta ahora el resultado no ha sido el que esperábamos y, por lo tanto, la conclusión es una sola: hay que seguir insistiendo y profundizando este trabajo”, dijo Astori luego de haber realizado la corrección al alza del déficit fiscal. Aclaró que no es posible considerarlo, sino a la luz de su articulación con los demás elementos de la política económica. Es decir, reconoce que el camino adoptado no ha sido el acertado, pero se insistirá caminar por esa vía llena de baches y barrancos para lograr el resultado deseado. Extraña forma de autocrítica y de querer mejorar.
Astori matizó al decir que Uruguay nunca tuvo el equivalente al 30% de su producción en reservas internacionales, y tampoco “nunca tuvo grado inversor en cinco calificadoras de riesgo”. Pero claro, en ese hacer creer una cosa, termina de algún modo reconociendo los errores; sin decirlo, claro está. “Aún así, es un problema. Hasta ahora no hemos logrado alcanzar la trayectoria descendente del déficit fiscal, que nos habíamos propuesto lograr hace un par de años”, dijo.
La verdad del déficit se concentra en que hubo una mala gestión. Hace dos años, cuando el gobierno al fin acometió la tarea para reducir ese dato, se mostró con mucha soberbia y llamó agoreros del mal a aquellos economistas que advertían por la calidad del gasto. En esos momentos, comenzaron a regir tarifazos en UTE, Antel, OSE y los combustibles, al tiempo que el déficit fiscal no bajaba.
Por supuesto que las medidas de ajuste fiscal generaron más ingresos para las arcas del Estado, pero el drama estuvo en que la economía creció menos en relación a las proyecciones optimistas del MEF que, lejos de ser prudente con el dinero de todos, siguió aumentando el gasto. A la vez, el contexto regional ya no era el mismo y –la soberbia nuevamente– llevó a pensar que el país estaba vacunado contra cualquier incidencia proveniente del exterior.
“De aquella soberbia y de aquellos espacios fiscales a esta ‘frustración’, resignación y ahogo fiscal. Y no es verdad que se deba subir el gasto para ser más inclusivos, primero hay que saber gastar mejor lo que ya se tiene. Pero, claro, es más fácil subir impuestos y tarifas”, escribió también De Haedo en Twitter.
Su colega economista, Juan Lema, comentó que Uruguay ante este frente fiscal requiere, en primer lugar, de una reducción del déficit y que para ello se precisa una nueva institucionalidad, incluyendo una regla acíclica/contracíclica y reformas estructurales pro sostenibilidad fiscal (seguridad social) y tarifas públicas de eficiencia. Lamentablemente, el gobierno quiere seguir por el mal camino trazado.