Hipotecados y con carga pesada

“Un millón 300.000 uruguayos (que trabajan en el sector privado) deben sostener a un millón de uruguayos que trabajan en el Estado”, subrayó el expresidente y precandidato colorado Dr. Julio María Sanguinetti cuando le tocó el turno de hablar en la ronda de precandidatos en la Expoactiva de Soriano, y aludió así a un problema estructural de nuestro país, en el que pone de relieve que los sectores reales de la economía, los que producen, cargan sobre sus hombros el agobiante peso de mantener a todos los demás.
Como hablamos de un problema estructural –no el único, por supuesto, pero posiblemente sí el mayor– se requiere respuestas de largo plazo y más aún, con un alto grado de consenso político, lo cual no es fácil de lograr si tenemos en cuenta que hay condicionamientos de carácter ideológico e interés político electorales de por medio que hacen muy difícil que haya acuerdo en dejar de jugar para la tribuna y pagar los costos para encaminarse en promover un país viable.
A propósito del escenario socioeconómico del Uruguay, el titular del Ministerio de Economía y Finanzas, Ec. Danilo Astori, al disertar este miércoles en el almuerzo de la Asociación de Dirigentes de Marketing del Uruguay (ADM), señaló que no todo está bien en materia económica en Uruguay, pero negó frases como la que indica que este es un “país hipotecado”.
“Todos tenemos que aportar a tener un país mejor. Nosotros aportaríamos muy poco si venimos hasta aquí a decirles a ustedes que está todo bien, porque no es verdad, hay muchas cosas para corregir, y hay muchas cosas para hacer que aún no se han hecho”, reflexionó el ministro, según recogió radio Monte Carlo.
“Quienes discrepan con nosotros, respetuosamente digo, aportarían poco si sostienen que está todo mal, y sosteniendo que está todo mal usan términos muy fuertes como algunos que he escuchado: ‘país hipotecado’, ‘país postrado’”, añadió.
“Nosotros aportaríamos poco si sostuviéramos que el Uruguay nació el 1º de marzo de 2005, y quienes discrepan con nosotros aportarían poco si afirmaran que lo que se hizo solo fue posible porque antes se preparaba el camino para recorrerlo y porque hubo condiciones externas favorables”, continuó.
Bueno, sin tremendismos y solo observando cual es la realidad del país, es de señalar que el término “hipotecados” corresponde cuando se llega a esta instancia con la contrapartida de haber obtenido a cambio recursos para un objetivo superior, como quien hipoteca la casa como garantía para acceder a dinero que luego repaga en determinadas condiciones acordadas en la operación, sobre bases sustentables.
Lamentablemente, este es no es el escenario del Uruguay, porque el “hipotecados”, mal que pese se origina en el endeudamiento porque se sigue gastando por el Estado más de lo que recauda, lo que hace que la ecuación se siga deteriorando y por lo tanto se esté cada vez más lejos de poder levantar la hipoteca.
Sobre todo, cuando ya no sopla el viento de cola de la economía mundial que lo hizo desde 2004 hasta más o menos 2014, período en el que ingresaron cuantiosos recursos por efectos de muy buenos precios de exportación de nuestros productos primarios y los intereses internacionales estuvieron en niveles históricamente bajos. Período además en el cual el gobierno pudo aprovecharse un país que si bien se había fundido en 2002, tenía excelente infraestructura para reactivar la producción, con industrias que contaban con una gran capacidad ociosa, todavía quedaba mano de obra calificada y una población mejor preparada que lo que está hoy, cuando las nuevas generaciones salen al mercado laboral sin saber escribir o leer correctamente.
Lamentablemente, con el mismo ministro de Economía a la cabeza, en lugar de ser austeros y dirigir buena parte de estos recursos a reformas estructurales, se adoptaron medidas procíclicas que han llevado gradualmente a este incremento del déficit y más allá de promesas, no se ha cortado con la tendencia, sino que se ha incrementado la brecha con el correr de los años, hasta superar actualmente el 4 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), muy por encima de lo que alguna vez llegó a estar en plena crisis histórica de la década del 2000.
En este contexto es pertinente traer a colación aportes formulados por técnicos de la consultora CPA Ferrere, quienes entre otros aspectos advirtieron por posible “riesgo de recesión” de la economía y plantearon que Uruguay atraviesa una fase de desaceleración económica –en días se conocerá el dato de 2018, pero se estima que la actividad creció alrededor de 1,9% aunque seis décimas de ese crecimiento está explicado por el efecto de refinería de Ancap– y no se visualiza ningún elemento externo que ayude a impulsar la actividad. Por el contrario, además del “magro crecimiento” y probable estancamiento, un deterioro de la “turbulencia financiera” argentina podría llevar a Uruguay a un escenario con “riesgos de recesión”, indica El País.
Los economistas de CPA Ferrere, Gabriel Oddone y Alfonso Capurro, en la reunión de coyuntura que la firma brindó en las últimas horas señalaron que nuestro país “encuentra un techo para su crecimiento” en ausencia de reformas relevantes, y es así que a nivel internacional, Oddone planteó que el ciclo financiero se presenta como más benévolo (aunque más selectivo) para las economías de los países emergentes, puesto que tanto Estados Unidos como China y la Unión Europea se desaceleran.
Sin embargo, el economista advirtió por la situación de Argentina y dijo que el riesgo para Uruguay “sigue siendo igual o más importante que el año pasado” porque existe la posibilidad de especular con una reestructura de la deuda pública. “La probabilidad de que se convierta en Grecia es muy alta. ¿Cuándo? No se sabe, pero será un momento muy crucial”, indicó Oddone.
Explicó que el escenario argentino de baja actividad económica, de volatilidad financiera, de alta incertidumbre y de “algún fenómeno” sobre el tipo de cambio representa para Uruguay –con su bajo crecimiento económico proyectado– un riesgo porque lo acerca “peligrosamente” a un escenario de recesión. “Hoy Uruguay tiene un riesgo recesivo más alto que en los últimos años”, sentenció.
Con relación a los desafíos que enfrenta el país, por su lado el economista Capurro dijo que el déficit fiscal sigue siendo el “mayor problema” macroeconómico, habida cuenta que sin el efecto “cincuentones” se ubica en 4,3% del Producto Interno Bruto.
De cara al próximo gobierno, Capurro indicó que la situación de déficits gemelos (déficit fiscal y déficit de cuenta corriente) y la situación fiscal que compromete la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo deberá ser atendido. Según manifestó, ambos problemas requieren corrección de políticas macroeconómicas que –en ausencia de reformas y dado el contexto global y regional– dejan al próximo gobierno con “poco margen de maniobra para ejecutar políticas anticíclicas para poder batallar el bajo crecimiento”, concluyó.
Asimismo, enfatizó en dos temas principales que deberán ser atendidos por el próximo gobierno: la recuperación de la consistencia macroeconómica y el impulso de una agenda de reformas de largo plazo que “están pendientes en Uruguay desde hace muchos años”.
Bueno, el margen de maniobra que tendrá precisamente el nuevo gobierno está muy condicionado, por decir lo menos, en este dilema de hierro, porque encima el atraso cambiario que se insiste en negar desde el gobierno contribuye a que seamos un país caro en la relatividad de precios internacionales, por lo que las empresas siguen en situación harto complicada, tanto en el mercado interno como en la exportación, el desempleo sigue creciendo. Y mientras las empresas y la producción se retrae, el salario real sigue creciendo al tiempo que los sindicatos, lejos de estar a tono con la realidad del país, siguen tironeando en el caso de los más fuertes, sobre todo estatales, para obtener más beneficios o consolidarlos.