No son los instrumentos, es la economía

A propósito de la asunción de nuestro conterráneo diputado Walter Verri de la presidencia de la Comisión de Industria de la Cámara de Representantes, el legislador expuso que entre las primeras instancias desarrolladas en el marco del tratamiento de la problemática del sector en Uruguay, el grupo de trabajo parlamentario recibió a una delegación de autoridades y técnicos del Ministerio de Industria, Energía y Minería, sobre todo apuntando a intercambiar puntos de vista y evaluar posibles acciones ante el deterioro de la actividad industrial.
En este sentido Verri dijo a EL TELEGRAFO que “trataremos de estar a la altura de los requerimientos y de llevar la comisión con la mayor celeridad y eficiencia en el tratamiento de los diferentes temas”, pero que sin dudas se trata de una tarea compleja por cuanto “la industria en general en todo el país está deteriorándose rápidamente. Se cierran empresas, se pierden fuentes de trabajo. La situación no es la mejor en el sector productivo del Uruguay, que ha perdido competitividad, también el sector primario y la industrialización”.
“Las empresas públicas también tienen dificultades; la situación de Ancap es bien conocida”, dijo y destacó que “algún tema relacionado a UPM también derivará a la Comisión de Industria”, en tanto adelantó que la comisión que preside seguramente se trasladará a Paysandú habida cuenta de que por ejemplo en nuestro departamento hay sectores en dificultades que en estos momentos estarían por comenzar la zafra y no lo están haciendo por problemas que lo estarían impidiendo, e incluso está en dudas la continuidad de su actividad.
Es decir, nada que quien más menos tenga alguna noción de la realidad sanducera y del país no sepa, salvo voceros del gobierno, incluyendo al propio Ministerio de Industria, que pretende ignorar la existencia de este escenario en persistente deterioro y como la orquesta del Titanic, siguen con su música mientras la industria nacional se hunde. En cambio, en manifestación inocultable de autocomplacencia, en el gobierno insisten en que se han puesto en vigencia en la esfera ministerial medidas muy importantes que resultan muy valiosas para la problemática y desarrollo de las empresas.
Una confirmación de esta autocomplacencia –que naturalmente tiene su explicación en un abroquelamiento en apoyo a la gestión de gobierno– la dieron los jerarcas en su postura al hacerse presentes en esta comisión, encabezados por la subsecretaria ministerial Olga Otegui, convocadas a efectos de dar explicaciones acerca del cierre de las empresas Colgate-Palmolive y Fleischmann, y del concurso de la empresa Caputto.
Verri evaluó a propósito de este encuentro que los integrantes de la delegación de la secretaría de Estado “pintan una realidad para un país que no estamos viendo. Hoy el aparato productivo del Uruguay se cae a pedazos, porque no es competitivo”. Agregó que el Ministerio no debería decir simplemente que las empresas han preferido ir a producir en otros países sino que lo que debería preguntarse es “¿por qué no pueden producir acá para vender a otro lado?”
Estos aspectos los hemos venido exponiendo desde hace ya bastante tiempo, pero lamentablemente, lejos de adoptarse correctivos se ha dejado correr la cosa apostando a que los desarreglos se acomoden solos, cuando hasta ahora lo que se ha hecho en el mejor de los casos ha sido aplicar paños tibios sin ir al fondo de los serios problemas que arrastra el país, empezando por la falta de competitividad que es consecuencia de déficit estructurales pero también porque somos caros por el lado que se nos mire, y estos aspectos, si bien en teoría son de resorte del Ministerio de Industria, no es menos cierto que los verdaderos correctivos de fondo son de responsabilidad del Ministerio de Economía, porque la industria no es un sector aislado de la realidad del escenario socioeconómico del país.
Así, los jerarcas y técnicos se esforzaron por explicar el alcance de las 181 herramientas que subrayaron ha puesto en marcha el Ministerio de Industria a efectos de promover la creación de nuevas empresas, tener acceso al crédito y generación de trámites para exportar, contar con asesoramiento técnico y orientación en mercados y otros estudios que evidentemente son de utilidad para cualquier emprendimiento… en condiciones normales.
Pero estos instrumentos, que no dudamos son producto de un estudio dedicado acerca del desenvolvimiento de pequeñas y micro empresas, resultan inútiles cuando el problema pasa por las condiciones en que deben manejarse en el Uruguay, donde los altos costos agobian, el tipo de cambio no favorece, existen marcados problemas de competitividad y productividad, el atraso cambiario nos pone más caros que Europa, Argentina, Brasil y demás países de la región, y los mercados reflejan el estancamiento y caída económica. Es decir todo lo que desde el oficialismo se niegan a aceptar, porque sería reconocer que no solo se ha fracasado en este sentido, sino que se quiere seguir pintando una realidad delirante. Claro que mucho de eso tiene una explicación lógica: en gran medida el crecimiento económico de más de una década que se registró hasta hace un par de años no fue mérito de la excelente gestión frenteamplista, como se han jactado hasta ahora, sino simplemente a que tuvimos no ya un viento a favor sino un huracán que nos obligó a despegar, ¡a pesar de la administración frenteamplista!
Si bien estamos últimamente ante casos de empresas multinacionales como Colgate y Fleischmann que se retiraron del Uruguay porque les resulta más barato producir en México o cualquier otro país, tenemos paralelamente empresas al borde de un cierre definitivo como la citrícola Caputto, en Salto, por problemas que tienen todo que ver con este costo al que nos referíamos, y por cierto que la situación de las demás citrícolas apunta por ahora más que nada a intentar subsistir antes que a potenciarse ante condiciones que las asfixian, como a todo el empresariado en general.
Al hacer referencia a este tema específico precisamente el flamante presidente de la Comisión de Industria indicó que el Ministerio de Industria “debería tratar de consolidar y anclar los emprendimientos. Hay que dar todas las posibilidades para que genere mano de obra. Estaban instalados y, sin embargo, prefirieron irse. ¿Abandonan el mercado? No, nosotros debemos cuestionarnos por qué no les sirve producir en Uruguay para vender en la región. Si no pensamos en generar industrias exportadoras, seguramente no captemos inversores”.
Subrayó además que si alguna de las muchas herramientas que la delegación ministerial presentó en comisión fuera exitosa “habría una fila de empresas que querrían venir a invertir en Uruguay. Con la mirada que dieron, parecería que se van unos, pero existe una fila de aspirantes para venir a Uruguay. ¿La tenemos? No. Hemos perdido cuarenta mil puestos de trabajo”, incluyendo una eventual solución para Pili que nunca llegó.
Es sintomático además que como señalara Verri, si bien los tres diputados por el departamento y el propio intendente trataron de reunirse con el Directorio del Banco de la República, nunca pudieron hacerlo para hablar de este tema.
Es que estamos además ante un tema de viabilidad del empresariado en general, asfixiado por la presión tributaria, el costo de los insumos, de la energía, de las tarifas y servicios públicos, los precios de todo lo que se contrate o compre, porque a la vez también los otros tratan de subsistir, naturalmente. Y si no se quiere ver o reconocer eso, y desde el gobierno se sigue haciendo la plancha para tratar de no innovar hasta la próxima elección, es que tiene las prioridades por otro lado y se soslaya la problemática como si fuera un tema menor, cuando es un componente central que realimenta el deterioro de una economía que se sigue enfriando y destruyendo empleos.