Experiencias turísticas y valor local

Una de las actividades que se desarrollan fuera del predio ferial de la 54ª Semana de la Cerveza, el “Bus Imagina”, tomó trascendencia mundial en la víspera al ser el centro de una noticia que difundió en su sección Cultural la agencia internacional EFE.
La actividad, cuya existencia y difusión aporta al posicionamiento de Paysandú como destino turístico en Uruguay, es impulsada por la Intendencia con participación del grupo teatral sanducero Imagina, cuyos actores desarrollan una puesta en escena en un ómnibus que recorre los principales lugares históricos y culturales de la ciudad y “brindan al público local y extranjero una divertida experiencia”, señala EFE, que tituló “Bus uruguayo se llena de teatro para recorrer la historia de Paysandú”.
Más allá del hecho puntual, la noticia permite reflexionar sobre el valor de las experiencias en el contexto de turismo local y las preferencias de los turistas en la actualidad.
Cada vez más, los viajeros buscan experiencias en los lugares que vistan, es decir un contacto directo con las identidades y las prácticas culturales, sociales y productivas de los destinos que visitan.
El turismo de experiencias está en auge en el mundo, quizás por la necesidad de ampliar horizontes y sentirse parte de un modo de vida, una cultura o un paisaje diferentes aunque sea por un rato, por el deseo de viajar y conocer con un sentido más emocional y personal más profundo, integrando lo vivido a la experiencia vital propia y sumando disfrute y conocimiento.
Se trata de una modalidad de turismo en la que el viajero se enfoca en disfrutar de una región conectando con su historia, gente y cultura. El turismo de masas ha ido perdiendo su atractivo frente a valores como la autenticidad, lo local, el encuentro con los pobladores locales, sus historias, gastronomía y costumbres. Para muchos la consigna es menos experiencias homogéneas y más aventura o color local, lo que se traduce, según los expertos, en una mayor búsqueda –vía Internet– de opciones.
En este contexto, los operadores turísticos deben comprender que una experiencia de viaje puede realmente ofrecer a los clientes una nueva, única y auténtica manera de entender cada lugar al que llegan. Este tipo de viajero en lo posible también quiere comida rica y buen colchón aunque está dispuesto a resignar algunas comodidades a favor del acceso a la cultura cara a cara. Conversar con un vecino de un pueblo, ver pasar un tren, probar cerveza en la misma fábrica que la produce, participar de las tareas de la vendimia o conocer las anécdotas de un lugar no es algo a lo que se tenga acceso muy seguido.
El deporte, la gastronomía, la inmersión cultural compartiendo la vida de población local, las buenas historias la interacción social y la búsqueda de emociones positivas son elementos cada vez más buscados en el turismo de experiencias. La idea general del turista es alejarse de lo que hace todos los días y acercase a la realidad del lugar hasta el que ha viajado.
Se trata de un aspecto relevante y que impacta en el orden de cosas que se consideran prioritarias: si en el turismo clásico lo primero que se reserva es el alojamiento y el transporte para luego ver las actividades, ahora éstas determinan todo lo demás representando un desafío para pensar nuevos productos con elementos que los han únicos.
“Debemos comprender la evolución del turista, más sostenible e inclusivo, utilizando nuevas herramientas tecnológicas. Se necesita creatividad e innovación en el diseño de las experiencias que buscan cada vez más”, dijo Jaime Cabal, Secretario General Adjunto de la Organización Mundial del Turismo al referirse recientemente a este tema.
En el marco de este mayor interés de los visitantes por interactuar de una manera genuina con otras personas y culturas, están apareciendo nuevos paquetes y propuestas turísticas que incluyen opciones de personalizar los viajes con participación más activa de personas de las comunidades locales.
En este sentido, congratula comprobar que esto está comenzando a visualizarse claramente en las propuestas turísticas de Paysandú. Por ejemplo, contar en la Semana de la Cerveza con una docena de circuitos turísticos y actividades culturales que incluyen varias de carácter experiencial, puede considerarse un avance importante en la oferta turística local. Además, algunas de estas actividades se realizan en localidades del interior departamental –como Queguay o Esperanza– organizadas por los propios vecinos que ofician de guías, narran historias y abren la puerta a emprendimientos productivos artesanales del rubro gastronómico. En la ciudad las opciones también son atractivas e interesantes, ya sea siendo participante y protagonista de una obra de teatro sobre un ómnibus que al mismo tiempo narra la historia de la ciudad, practicando canotaje en el río Uruguay, volando en parapente o conociendo las aves características del ecosistema fluvial de la región con un guía local.
La existencia de estos recorridos, circuitos y visitas guiadas permiten a los turistas no ya comprar un frasco de miel o mermelada artesanal como souvenir de su pasaje por estas tierras sino conversar con las mujeres rurales que las producen a partir de la recuperación de recetas de sus abuelas, o no solo tomar un vaso de cerveza en Paysandú sino conocer cómo se elaboran visitando una fábrica de producción artesanal. O, aún mejor, no sólo disfrutar la vista del río Uruguay, sino también navegarlo acompañado por experientes guías locales.
Contar esta Semana de la Cerveza con estos circuitos, es significativo porque durante mucho tiempo costó el desarrollo de iniciativas de este tipo por parte del sector privado. Pero además, permite poner en valor iniciativas de emprendedores locales que comienzan a visualizar en el turismo una posibilidad de ampliar sus negocios y sumarse a sinergias regionales con expectativas de proyección regional. Poner en marcha un circuito turístico implica empoderar a un lugar y quienes viven o trabajan en él, ya que lo que se está haciendo es agregando valor, mejorando infraestructuras y servicios, previniendo el deterioro por desidia o desinterés y –ojalá– abriendo perspectivas y generando nuevas oportunidades de sustentabilidad.
El turismo de experiencias más que una forma de hacer turismo es una forma de vivir el viaje. Es de esperar que estas primeras experiencias locales sirvan para promover sinergias y consolidar propuestas para una región que es el tercer destino turístico del Uruguay después de Montevideo y Punta del Este. Desde esta perspectiva, la conjunción de esfuerzos públicos y privados en la planificación y ejecución de políticas turísticas para el desarrollo resulta un esfuerzo absolutamente fundamental y necesario para la sostenibilidad de las acciones. Porque como dice la frase de uso común en el lenguaje futbolístico “la base está” ya que, evidentemente, en Paysandú atractivos no faltan.