Continúan obras de recuperación de la Basílica

Las refacciones y las restauraciones en la Basílica de Paysandú avanzan marcadas por las necesidades del histórico edificio y, claro está, del presupuesto disponible. Así, en tanto se busca la manera de acabar con las humedades para abordar la recuperación de los frescos desplegados en las naves de la iglesia –que significa una inversión de al menos un millón de dólares–, se ha dispuesto el arreglo de los balcones que dan hacia las calles Montecaseros y 18 de Julio de la centenaria casa parroquial.
Unos años atrás se acometió la colocación de sobretechos nuevos y la recuperación de los vitrales, así como una instalación eléctrica completamente nueva. “Había que eliminar la posibilidad de futuras humedades en los techos. Después vinieron los vitrales, que por ahí se filtraba agua y por tanto humedad”, comentó el párroco de la Basílica, el padre Daniel Silva.
“Pero aún tenemos lugares, por ejemplo la claraboya que está bien arriba con la bandera, que en momentos de grandes lluvias se generan filtraciones de agua. Estamos revisando eso”, además de otras partes por las que se cuela el agua, explicó el sacerdote. Y esto, más allá del dinero, no permite “hacer ninguna proyección sobre las pinturas”.
“Lo que se pide siempre es hacer un cateo de humedad primero antes de proceder a lo otro. Debe haber un cateo que asegure que no haya filtraciones de humedad –en un porcentaje alto, no en un cien por ciento porque es imposible–, para no arreglar hoy y mañana tener nuevamente deteriorada la pintura”, amplió. Ese cateo de humedad, lo que da la certificación de que se puede avanzar con el trabajo –que lo ha llevado adelante una empresa argentina en las ocasiones pasadas–, cuesta unos 15 mil dólares.

Evaluar Inversión

Los frescos originales que se encuentran en paredes, columnas y techos de la Basílica –cuya construcción comenzó en 1860– fueron realizados por el pintor italiano Antonio Buscaglia en 1898. Esas obras de arte –que realzan la belleza del imponente edificio– muestran un aspecto muy venido a menos en algunos lugares. Su restauración alcanzaría el millón de dólares.
“Hay que evaluar con la comunidad, por el momento del país y la situación de la gente, si es posible hacer una inversión de este tipo. En otro momento sí, porque esto es una cosa hermosísima. Sería la etapa luminosa”, comentó Silva entre risas. “Pero no tenemos las condiciones para avanzar. Y normalmente en este momento, las instituciones no están apoyando directamente en esta etapa. Hay algunos convenios con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, donde podría abrirse un camino como sucedió con la Catedral San José. Se entiende que es una obra de patrimonio histórico nacional y departamental”, ahondó.
Un tiempo atrás se acudió a la Universidad Politécnica de Valencia, en concreto a su Departamento de Conservación y Restauración de bienes culturales, para buscar asesoramiento en cuanto a la reparación de los frescos. De cualquier manera, Silva aclaró que no existe un compromiso con esta institución para los futuros trabajos en las pinturas. “Con ellos hubo un sondeo, que nos dio para pensar en el futuro como una alternativa. Este tipo de empresa se instalan tres meses y te hacen casi todo el trabajo”.

Los balcones

Más allá de todo, el párroco destacó las obras que se realizan en la casa parroquial, cuyos balcones se estaban desprendiendo y resultaba ser un “peligro para la gente”. “La prioridad este año está en eso. Como en otro estuvieron los vitrales”, dijo.
Silva también subrayó la ayuda –“siempre generosa”– de la comunidad sanducera, de la congregación salesiana y de la Intendencia, con el aporte para la logística de las obras. “No estamos avanzando mucho (en el interior de la Basílica) pero esta es una labor muy importante” de un edificio que también es “patrimonial”. Y redondeó con unos “arreglos internos”: “Hicimos dos altares, el de San Roque y el de Nuestra Señora del Carmen, y ahora vamos por el tercero, dedicado a San Antonio”.