Las nieves del Kilimanjaro

Como todos los viernes a las 20:00 –la sala se abre al público a las 19:30– se exhibirá otro muy recomendable filme del cine al que ya no es fácil acceder por otros medios.
Si bien el título le puede sonar a algún memorioso cinéfilo, esta película francesa no tiene nada que ver con la norteamericana de 1952. Salvo su título, por supuesto.
La historia comienza con la jubilación de un matrimonio que ha tenido una larga vida de trabajo y han sido no sólo compañeros entre ellos, sino también totalmente solidarios y generosos con sus amigos y colegas.
Esto lleva a que, en su fiesta de despedida, los compañeros le regalen pasajes para que conozcan, precisamente, la zona del Kilimanjaro, lugar al que siempre han soñado visitar. Hasta ahí todo parece marchar muy bien, pero esa misma noche, un par de criminales los asaltan en su propia casa y se llevan las tarjetas de crédito y los pasajes. El viaje se hace imposible. Y ahí recién comienza la trama del filme que, como toda buena película europea, no será para nada previsible, aunque sí emocionante. El director es Robert Guédiguian, un realizador prolífico, que comenzara su carrera a principios de los ochenta y que, luego de darse a conocer en el medio cinematográfico europeo, se lanzara a trabajar incansablemente, filmando más o menos una película todos los años.
De profunda convicción ideológica, sus historias casi siempre se desarrollaron en ambientes obreros y sindicales, pero con el tiempo, fue abriendo sus inquietudes hacia otros temas no menos complicados como es el de la seguridad y la delincuencia. Como todo autor con un hábito de trabajo tan extremo, no siempre sus productos son de la máxima calidad, pero, cuando acierta, lo hace en gran forma, como es el caso de “Las nieves del Kilimanjaro”.
En estos tiempos en que la seguridad ciudadana es un tema candente y sobre el cual aparecen supuestas soluciones cada día que pasa, una película que propone otro punto de vista tiene un interés agregado, más allá del de sus virtudes cinematográficas, que no son pocas, por supuesto.
Los protagonistas son Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin, pareja que ha trabajado en casi toda la veintena de filmes que ha realizado el director. Una costumbre muy utilizada en el cine europeo la de siempre tratar de trabajar con los mismos intérpretes.
En el caso de Guédiguian, tal asociación ha tenido resultados que han ido de lo bueno a lo excelente, como en este caso.
Como cada viernes, el acceso es libre y gratuito, aunque se recomienda ser puntual debido al numeroso público que ha seguido el ciclo llenando la sala cada semana.