Plantar para preservar

Uruguay cuenta con unas 740.000 hectáreas de bosque nativo, una serie de formaciones vegetales boscosas que ocupan algo menos de un 4% de la superficie del territorio pero que son fundamentales por distintos motivos y para diferentes usos ecosistémicos.
Existen diferentes tipos de montes, algunos de ellos únicos en el mundo como el monte de butiá y yatay. Los más abundantes son los montes ribereños, que acompañan los cursos de agua. Entre ellos se encuentra el monte serrano, abundante en las serranías del Este, y el monte de quebrada, en las quebradas del Norte y Este del país.
El monte nativo, o también llamado indígena, brinda una gran variedad de productos y servicios como su papel en la conservación de cuencas hídricas, la conservación de suelos, abrigo y sombra para el ganado, además de su potencial turístico, especialmente en zonas que se encuentran bajo protección en el marco del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
Entre los productos que ofrece se destaca la leña de gran calidad, el polen y néctar para la apicultura, así como productos medicinales y otros no tan conocidos y aprovechados como ciertas frutas y sus derivados, la extracción de gomas, resinas, tinturas, esencias y fibras.
Aunque el bosque nativo se encuentra protegido por la Ley 15.939, que establece la prohibición de su tala –a excepción de los casos en que el producto de la explotación sea para consumo interno del establecimiento o cuando se cuente con un plan de explotación y manejo del monte nativo aprobado por la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca–, en repetidas ocasiones han ocurrido talas ilegales que han provocado diferente tipo de afectaciones en distintos sitios aunque generalmente pasan desapercibidas por la población y, eventualmente, las autoridades a pesar de la mejora de los sistemas de monitoreo realizada en los últimos años.
A pesar de estos esfuerzos subsisten prácticas como talar y prender fuego montes para “ganar campo” o, el caso más común del corte y del monte para la extracción y venta de leña, son causas directas de deforestación. El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca cuenta con diferentes vías para controlar acciones ilegales contra el monte nativo, tales como la inspección en terreno y el recorrido de zonas “sensibles”, el control de los camiones cargados con leña de bosque nativo que circulan sin guías o permisos, el control de las barracas que venden leña y las denuncias o la utilización de fotografías satelitales.
Lamentablemente, por las características de los lugares donde se producen estas infracciones, generalmente el daño se detecta después de consumado generando irreparables pérdidas del patrimonio vegetal del país además de sus consecuencias en la modificación de ecosistemas y desaparición de especies tanto vegetales como animales asociadas a los mismos.
Sin embargo, los problemas para el monte nativo no terminan ahí sino que además de la tala de árboles, las especies invasoras constituyen otra fuente de amenazas y representan otra de las causas de la degradación.
Evidentemente no se trata de un problema sólo de nuestros montes sino que actualmente los ecosistemas del mundo se enfrentan a fuertes amenazas, quizá sin precedentes. En este sentido, cabe señalar que desde 1990 la deforestación ha causado la pérdida de más de 290 millones de hectáreas de bosques, un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción, más del 90% de las poblaciones de peces marinos están sobreexplotadas y la degradación de los ecosistemas afecta el bienestar de 3.200 millones de personas. Esto, según lo indicado desde la ONU, genera un costo cercano al 10% del Producto Bruto Interno mundial y por ese motivo este organismo internacional declaró la próxima década como la de restauración de los ecosistemas.
Uruguay ya está trabajando en ese desafío global a través de un programa propio de restauración que enfatiza en la recuperación del bosque nativo, al que ha denominado “Plantatón”.
La regeneración de espacios degradados, plantación de árboles nativos en zonas prioritarias y control de especies exóticas invasoras son las prioridades de este programa, que fue presentado el pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, y comenzará a instrumentarse en el Norte del país.
El mismo es llevado adelante por la Red Uruguaya de oenegés Ambientalistas con apoyo del Ministerio de Vivienda y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y prioriza la participación ciudadana, previéndose articulaciones con escuelas, asociaciones de jubilados, comisiones de cuenca, el Ejército y empresas públicas y privadas, ampliándose a la ciudadanía en general.
Las actividades comenzarán en Artigas para luego extenderse a otras zonas de país con el objetivo de ayudar a conservar y recuperar los bosques degradados, incrementar la reforestación y la recuperación de la diversidad biológica y cultural de las especies nativas, así como su valor escosistémico.
La propuesta está en sintonía con la experiencia del Plan de Restauración de Ecosistemas con Participación Ciudadana, liderada por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente desde mediados de 2016, en el entorno de Paso Severino y el reciente anuncio de su réplica en nuevos puntos de la cuenca del río Santa Lucía, identificados como prioritarios.
Experiencias similares se han desarrollado en Colombia y El Salvador y aquí se presenta como una iniciativa conjunta del sector público-privado que apuesta a la participación ciudadana como vía de concientización y promoción del derecho a vivir en un ambiente de calidad y protección de los recursos naturales.
Como señaló la ministra de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Eneida de León, esta iniciativa marca un cambio en la concepción de la institucionalidad ambiental tradicionalmente concebida como una herramienta de evaluación y control.
En una época en que los primeros fríos nos arriman a estufas y comienzan a verse ofrecimientos de todo tipo de leña, vale la pena que como consumidores conozcamos las implicancias de nuestras decisiones de compra y sus posibles efectos sobre la situación de los montes nativos, así como conocer también los esfuerzos que desde la sociedad civil y los organismos públicos están llevándose adelante para la protección y salvaguarda de un recurso natural que, como señalábamos al principio, tiene un papel muy importante por sus servicios ecosistémicos y la biodiversidad de nuestro territorio.