La hija del pocero en El TELEGRAFO

Daniel Auteil es conocido mundialmente como actor, uno de los más prestigiosos y prolíficos del cine francés. Pero en 2011 decidió también colocarse detrás de las cámaras y llevó al cine el relato de Marcel Pagnol “La hija del pocero”.
El propio Auteil encarna al pocero del título, hombre rústico pero de gran corazón que hace lo que puede para educar en soledad –es viudo– a sus seis hijas. Un día, la mayor conoce al hijo de ciertos acaudalados comerciantes de la zona y se enamora.
La relación traerá profundos cambios en la vida de ambas familias.
Para agregar más cambios drásticos, comienza la Segunda Guerra Mundial y la relación de la pareja se ve truncada por los acontecimientos. Mientras tanto, el mejor amigo y colega del personaje de Auteil también está enamorado de su hija, aunque no sabe de la relación con el joven y seductor millonario. Así planteadas las cosas parece que estamos ante una telenovela de la tarde, con las enormes diferencias de la gente involucrada en el proyecto.
Porque si bien Auteil es el artífice principal del asunto, lo acompaña gente como el gran comediante Kad Merad, en uno de sus primeros papeles dramáticos, o al menos cuasi dramático, Jean-Pierre Darrousin, otro gran actor con el que ya se exhibiera en la sala 1º de Julio la notable “Las nieves del Kilimanjaro” y, entre varios más, Sabine Azéma, excelente actriz de larga trayectoria en el cine de su país.
Sosteniendo toda esta armazón de grandes talentos está el texto original de Marcel Pagnol, uno de los más grandes escritores franceses, que supo también llevar al cine varios de sus libros, entre ellos, éste mismo. El resultado fueron algunos de los clásicos más elogiados y queridos del cine galo, por lo que Auteil no lo tenía muy fácil al volver sobre el tema. Sin embargo, demostrando un gran amor sobre los personajes, la historia y el ambiente en que todo se desarrolla, Auteil logró un debut como director que más de uno que se dedique sólo a ese trabajo –sin actuar– hubiese querido.
Es que estamos ante la quintaesencia del alma francesa en cuanto a historias sencillas de gente sencilla en ambientes sencillos. Los que busquen tormentos existencialistas o intelectuales, no los encontrarán aquí. Es simplemente una invitación al mejor cine que ha salido de Francia en los últimos años.
La sala se abre a las 19:30 con cortos y sinopsis. La entrada es libre y gratuita.