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El día después
No se puede apostar todo en unas elecciones. No se puede apostar todo a ningún partido político ni a un candidato.
Lo que hacemos algunos es ponerle unas fichas más al que nos resulta más confiable.
El problema es que todos vamos a salir decepcionados ampliamente, si miramos sólo para adentro de nuestras casas porque seguramente no habrá varita mágica que solucione el mal que a cada uno le aqueja.
Es cierto que me simpatizaría mucho más un candidato que cumpliera con el requisito de ser humano sensible a la temática animal y ambiental con sinceridad y la incluyera en la agenda de derechos como los ya conquistados para las personas. El hecho es que esto no ocurre con la amplia mayoría de la gente, porque de acuerdo a lo que se lee y se escucha por ahí, lo que se pone en las urnas se remite a un mejor trabajo, un mejor auto, una mejor casa, un mejor sueldo, menos impuestos… y todo esto es lo que se ve reflejado en los programas de los partidos políticos mayoritarios.
Soy una persona sumamente respetuosa y agradecida de que lo sean conmigo lo que no significa que no haya ocasiones en que no se me “salte la térmica”. A lo que voy es que por estos días se está haciendo casi que imposible la interacción virtual (suerte que es virtual nada más) porque llueven piedras de todos y para todos en iguales cantidades. La ventaja de ser virtual es que, lo que podía derivar en una trompada en la nariz, afortunadamente no pasa de una despedida y anuncio de “bloqueo” de contacto.
Pero una de las cosas lindas de la democracia es que el lunes 25, los que no van a votar solamente para cubrir su círculo de interés y necesidades, seguirán tratando de conciliar, de presentar proyectos, de golpear puertas y llamar muchas veces a quienes ocupen esas sillas que ojalá sean merecidas. Y que por favor resulten accesibles y pongan la mejor voluntad que les salga, para acompañar con sus decisiones a quienes sueñan con cambiar el mundo desde la empatía y la ética, que serían básicamente los principales ingredientes de la torta que solucionaría la mayoría de los males de esta sociedad tan endurecida.
Por el lado de las redes sociales y la vida de verdad, nos reencontraremos con otro humor el lunes. Unos más satisfechos que otros pero a seguir haciendo más o menos lo de siempre, entre otras cosas y con nuestros aciertos y errores… tolerarnos. Marilina Odella