“Es la garra charrúa, pero sobre todo el sacrificio”

La capitana del Málaga en acción.

Málaga es una ciudad fantasma. Nadie quiere salir de casa, salvo en un caso de primera necesidad. Hay policías por todos lados y quien no tenga justificada su salida al exterior, es sancionado con una multa importante.
“Se están tomando en serio las medidas de seguridad”, dijo Pamela González, la futbolista sanducera que se desempeña en el Málaga español. “La llevamos lo mejor posible”, comentó ante este encierro obligado, pero deja en claro que “es lo que hay que hacer por el bien de todos” en estos tiempos de coronavirus.
“Llevamos 13 o 14 días adentro, pero el gobierno dio dos semanas más. Hay gente que dice que va para largo y otras que esto se solucionará en dos semanas, pero creo que no porque no se llegó al pico de infecciones”, dijo.
Pamela confesó que “está muy feo”, y tras preguntar sobre cómo se vive esta insólita situación en nuestra ciudad, afirmó que “al principio incluso yo creía que era una simple gripe, pero el número de infectados creció muy rápido al punto que se decretó la alarma en todo el país”, y confirmó que “no se puede salir salvo al supermercado y la farmacia”, por lo que consideró que es clave quedarse en casa dado que “son muchísimos los casos y cada día hay más casos, sin que se haya llegado al pico”.

Pamela González desechó varias ofertas importantes por permanecer en el Málaga.

Está claro que el tema principal pasa por esta pandemia que nos tiene a todos asombrados y expectantes. Y sus consecuencias, en este caso deportivas. Porque ¿cómo hace un deportista de elite para mantenerse en forma?
“En el Málaga, y creo que todos los clubes hacen lo mismo, tenemos un plan de trabajo individual para cada jugadora, y al final de la semana hacemos un video para ver cómo fue, y modificar algunas cosas en el caso de que sea necesario”, dijo la mediocampista a EL TELEGRAFO desde España.
Y confesó que, como es de esperar, “una ya necesita del entrenamiento porque estamos acostumbradas y el cuerpo lo pide”. En casa, claro está no es lo mismo que en el club. No hay cancha, sino que “monto un circuito, el preparador físico se pone en contacto con nosotras para ver qué materiales tenemos, pero hay unas ganas enormes de volver a la cancha, porque lógicamente no es lo mismo, ya que en casa se trabaja más fuerza que otra cosa”.
Pero se la toma con calma. Y se da el gusto de recordar que hace 5 años que recaló en el Málaga español con la mochila llena de sueños. Hoy no solo es la capitana del equipo, sino que también se dio el gusto de rechazar ofertas importantes.
“Me siento súper adaptada. Cuando llegué pensaba con qué me iba a encontrar, porque era un mundo nuevo. Y la verdad es que me adapté muy bien y estoy muy contenta”, repasó.
Málaga le cae bien y el club ni hablar, al punto que “tuve chances de salir, propuestas de otros equipos, y dudé porque realmente eran buenos proyectos, de clubes grandes de Primera División y nosotras estamos el ascenso otra vez. Pero me tiró más la estabilidad”.
Es que, lo repite, Málaga es su casa, y optó por mantenerse allí más allá de lo que hubiera significado una mejora económica. “Desde que llegué a España estoy acá, estoy estudiando administración de empresas y espero terminar el año que viene”. Está claro: Málaga es su nuevo lugar en el mundo.
Porque más allá de que sus raíces está en esta ciudad, en este Paysandú donde vive su familia, “no está en mis planes volver a vivir allí”.
“Hablo con mi familia todos los días y ahí está complicado. Sí voy a ir en junio, como hago una vez al año por mi cuenta, y después voy cuando soy convocada a la selección uruguaya”.
Esa Celeste femenina que en Sub 20 se lució en la fase clasificatoria del Sudamericano, luego postergado, y que tiene chances mundialistas. “La estuve siguiendo todos los paridos, y la verdad que es tremendo lo que están logrando. Me hizo acordar aquel Sudamericano Sub 17 que jugué en Bolivia, en el que quedamos segundas y llegamos al Mundial”, remarcó.
Y se apasiona hablando de lo suyo, de este fútbol femenino que va creciendo poco a poco, aunque en nuestro país “todavía faltan varios pasos”.
Pero claro: “desde que me vine de allá veo una mejoría tremenda, los clubes grandes dejan a sus equipos femeninos jugar de preliminar y eso es un paso grande en este camino complicado. Y algunas jugadoras de Nacional ya tienen contrato profesional”.
Pamela afirma que “yo vengo de un lugar en el que teníamos poco y nada, y por eso todo se valora más”, a la hora de repasar su actualidad.
Y sumó: “Acá me preguntan por qué salen un montón de futbolistas uruguayos cuando somos poco más de 3 millones. Y no sé qué contestarles. Es la garra charrúa que ellos conocen, pero sobre todo el sacrificio, porque en algunos lugares la tienen fácil mientras que para nosotros, en el deporte y en todo, nada es fácil”.
Minutos antes de iniciar el entrenamiento sabatino en casa (“hoy voy a entrenar adentro”), aquella gurisa que viajaba desde Paysandú a Montevideo para jugar al fútbol asegura que “tengo la suerte de poder estar viviendo del fútbol”, cumpliendo el sueño de su vida.
“Obviamente que es difícil igualar al fútbol masculino, pero acá en España todos los clubes de Primera tienen que tener un contrato de trabajo profesional para sus jugadoras. Y espero que en Uruguay pueda suceder lo mismo. El primer paso fue el que firmaron algunas jugadoras de Nacional”, dijo como queriendo contagiar ese sueño cumplido.
Y buscó las mancuernas para empezar a moverse en casa, soñando con volver a la cancha para liderar al equipo en búsqueda del anhelado ascenso.

YouTube player