Una oportunidad

Hace 18 años el país vivió la mayor crisis de su historia hasta el momento. En la región venían pasando cosas similares, basta recordar la inestabilidad política en Argentina durante esos años. Por ese entonces, cuando de la mano de la televisión por cable –aun con pocos años en Uruguay– empezaba una fuerte penetración de programas argentinos, se escuchaba a ambos lados del Plata y del río Uruguay el clisé de que en chino “crisis” y “oportunidad” se escriben igual. Y aunque quizás no mucha gente se tomó el trabajo de corroborar esta afirmación casi todo el mundo lo repetía, tal vez como una forma de evadirse momentáneamente del entorno que en esos momentos nos rodeaba y pensar que un día saldríamos, de alguna manera íbamos a superar esa situación, con los costos, con las heridas y mucha cosa por resolver, pero saldríamos.
Hoy, cursando un problema sanitario que se recordará tal vez durante cientos de años en el futuro, –como hoy seguimos recordando la “Gripe española” de principios del siglo XX, o la “Peste negra” del siglo XIV–, también estamos a las puertas de un grave problema económico que sobrevendrá. Sin ir más lejos hoy hablamos de decenas de miles de personas que han perdido su empleo, al menos –y ojalá sea así– temporalmente y sectores de actividad como el Turismo que viven una detención total a escala global.
Es en estos momentos inauditos en los que se requieren soluciones creativas, innovadoras, soluciones que no existían previamente porque simplemente no eran necesarias. Así, recordemos, fue que en medio de aquella crisis del 2002, cuando Uruguay había dejado de vacunar contra la aftosa y pese a las barreras sanitarias empezaron a aparecer focos y se terminó prácticamente inmovilizando el rodeo nacional, nacieron los remates ganaderos por pantalla. Una solución que muchos la asumieron como temporal, que desaparecería cuando lográsemos atravesar el túnel y juntarnos con la luz en el otro extremo. Pero ahí están hoy, casi dos décadas después conviviendo con las ferias ganaderas tradicionales, que justamente en estos días por estas circunstancias excepcionales volvieron a suspenderse. Es un ejemplo contundente de una solución creativa.
Esta emergencia sanitaria nos encuentra mucho mejor preparados que las que citábamos. Tecnológicamente la humanidad está mucho más desarrollada. Tal vez el reparto tecnológico –así como el económico– a escala global no sea el mejor, por usar un eufemismo, pero el conocimiento está ahí y la forma de distribuirlo está también, como nunca antes, en la internet. También es cierto que el uso que le estamos dando a esa herramienta no va en esa dirección, pero igual de real es que esta “autopista de la información”, como se la ha llamado tantas veces, hoy también es la ruta que nos está permitiendo mantener la interacción social, en momentos donde la gran mayoría de las personas permanece en el interior de su domicilio, y eso no es un mérito que haya que despreciar ni dejar de reconocer, al igual que gestos como el de Antel, que ofreció sin cargo para sus usuarios, con o sin contrato, una cuota de datos (5 Gb) para navegar en el ciberespacio.
Crisis es igual a oportunidad, más allá de cómo se escriban en chino. El escritor argentino Hernán Casciari encontró otro “modelo de negocio”, como lo dirían los expertos en marketing, una nueva forma de recibir una remuneración a cambio de lo que él hace, que es leer sus cuentos. En alianza con una empresa de reparto de comidas logró “vender” sus lecturas a un público a distancia, por internet. Es una solución novedosa que le permite mantener ingresos en momentos en los que no puede realizar sus habituales presentaciones públicas en teatros y rentabiliza así algo que estamos viendo mucho por estos días –para bien de todos–, que es a artistas (músicos, escritores, actores, entre otros) compartir sus trabajos por medio de la red.
Otro ejemplo de cómo hoy el conocimiento y los medios están distribuidos por el mundo, hay en este momento en Paysandú al menos un equipo tratando de desarrollar mediante impresión 3D un modelo de respirador que se pueda poner a la orden de las instituciones médicas y de los pacientes que lo requieran en esta emergencia sanitaria. Ojalá encuentren el apoyo necesario y logren llegar a buen puerto, porque se trata de elementos cuya disponibilidad ha sido el cuello de botella en países más desarrollados que el nuestro para enfrentar esta crisis sanitaria.
Tan es esta una oportunidad que de hecho en la página de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación ANII, hay en este momento abiertos varios llamados, uno de ellos justamente para el desarrollo de respiradores, pero además los hay para industrias creativas que generen productos tanto para concientizar sobre la problemática en curso, como también para ofrecer entretenimiento a las personas que deben permanecer en sus domicilios en este aislamiento voluntario que han solicitado las autoridades. El restante llamado –en realidad un desafío– es para el desarrollo y elaboración de un kit de diagnóstico de COVID-19. Estos llamados ofrecen para los desarrollos médicos un aporte de 6 millones de pesos, que cubren hasta el 80% del proyecto, mientras que el de las industrias creativas tiene una asignación de $ 201.600, en acuerdo con Bid Lab, del Banco Interamericano de Desarrollo.
También están apareciendo soluciones creativas y colectivas que buscan vincular, por ejemplo, a los feriantes con sus clientes, y así seguramente hay cientos de problemas que están apareciendo por todos lados a los cuales se puede encontrar una solución ingeniosa. Allí es que se encuentran estas oportunidades.