Pandemia COVID-19 es un shock combinado de oferta y demanda que afecta múltiples sectores

La carne, uno de los principales productos exportados por Uruguay, no sufrió fuerte caída en el precio en los últimos meses, indica el informe.

Según un estudio publicado este lunes por Uruguay XXI, la magnitud del impacto económico provocado por la pandemia COVID-19 radica en que es un shock combinado de oferta y demanda que afecta simultáneamente a múltiples sectores y países, en múltiples niveles.
En especial, para el caso de las empresas exportadoras, el efecto de la crisis dependerá de cuan expuestas estén a los distintos shocks y qué capacidades tengan para enfrentarlos. A continuación, se presentan algunos indicadores que ayudan a comprender de qué manera los principales sectores exportadores están expuestos a esta crisis.
Si bien la propagación del COVID-19 ha provocado un derrumbe de la economía mundial que reducirá por cierto tiempo la demanda de casi todos los productos, habrá algunos más afectados que otros.
La caída en la demanda de commodities tiene un efecto directo sobre los precios internacionales de estos bienes. En este sentido, la crisis de COVID-19 y las medidas de aislamiento social impactaron más fuertemente en los precios de la energía, con valores del petróleo que alcanzaron mínimos históricos. Por su parte, la demanda de productos agrícolas -por ser bienes menos sensibles a las variaciones de la economía- están percibiendo un menor impacto, lo que se refleja en un menor shock negativo sobre sus precios.
En particular, los principales productos exportados por Uruguay no han sufrido fuertes caídas en sus precios en los primeros meses del año. Según datos del Banco Mundial, se prevé que durante 2020 sus precios no presenten grandes variaciones. En este sentido, la evolución actual de los precios de los commodities, con un desplome de los precios del petróleo y leves variaciones a la baja en los productos agrícolas, constituye un elemento positivo para países como Uruguay. Sin embargo, el petróleo es un componente importante para los costos de producción agrícola. En caso de prolongarse este escenario, impone un sesgo a la baja a los precios de los bienes agrícolas.
A nivel global, la crisis sanitaria provocada por la propagación del COVID-19 está repercutiendo en la economía, y si bien es difícil cuantificar el impacto que tendrá, es importante monitorear los efectos de la pandemia en la economía y el comercio. En abril de 2020, varios organismos internacionales actualizaron sus proyecciones económicas, que deben considerarse como preliminares ya que podrían diferir ante cambios en los próximos meses. Tal como era esperable, la revisión fue a la baja, y tanto el FMI como la Cepal coinciden que 2020 será el año de peor desempeño de la economía mundial desde la Gran Depresión (1929). El mundo se enfrenta a una crisis global, que afecta negativamente y de forma generalizada a todas las economías. En este sentido, a comienzos de año, las proyecciones económicas suponían un aumento del PIB para 182 de los 192 países que reportan al FMI. Tras la pandemia, el escenario cambió drásticamente, y actualmente se espera que 153 países experimenten caídas en sus niveles de actividad.
Más allá de la magnitud que finalmente tenga esta crisis, es claro que implicará contracciones en el nivel de producción, la inversión privada y el comercio internacional. Sin embargo, no todas las economías se verán igualmente afectadas. Las proyecciones del FMI indican una mayor revisión a la baja para las economías de Estados Unidos y la Eurozona.
Entre los países emergentes se observa una mayor disparidad, siendo América Latina una de las zonas más afectadas, con una retracción de 5,2% en 2020. Esto implica 6,8 puntos porcentuales menos que lo proyectado antes del COVID-19.
A medida que los países hacen frente a la emergencia sanitaria, los efectos económicos de la suspensión de casi toda actividad repercuten inmediatamente en los mercados mundiales. La oferta de trabajo, el transporte y los viajes están hoy directamente afectados como no se habían visto en crisis anteriores, y esto repercute directamente en el comercio internacional.
Según la OMC, el comercio mundial de bienes experimentará un descenso de 13% en un escenario optimista, de rápido retorno a la normalidad. Sin embargo, si la crisis actual se agudizara y la recuperación fuera más prolongada los volúmenes transados de comercio podrían caer más de 30% en 2020. A nivel de regiones los efectos que se esperan son dispares, y en todas se experimentaran caídas de dos dígitos tanto en exportaciones como en importaciones.