“Rendimientos de cultivos regados lograron 2,7 veces más que los obtenidos por los de secano”

Una conclusión clara en los 20 años de trabajos en riego que obtuvo el ingeniero agrónomo Luis Giménez, desde la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, es que los rendimientos de los cultivos regados durante todo el ciclo, “prácticamente nunca han sido igualados por los de secano, eso puede parecer como muy obvio, pero además la cuantificación de eso implicó que los cultivos regados lograron 2,7 veces más rendimiento que los secanos”.
Esto quiere decir varias cosas, sostuvo el profesional a EL TELEGRAFO, “pero creo que la principal es que el país tiene un potencial de producir grano muy poco explorado, ya que más del 95% de la producción de granos de verano, exceptuando al arroz, se realiza en secano”.
Y esto provoca los resultados económicos “tan variables que tenemos en la agricultura estival del país. Por ejemplo, el año 2016 fue un año bueno para los cultivos de verano, el 2017 un año seco intenso, el 2018 mejoró bastante y el 2019 venía muy bien, pero al final se cayó todo el potencial armado por deficiencias en etapas reproductivas claves”.
“Y esta historia se repite”, precisa el actual director de la Eemac. “La agricultura de verano en el país es así y si no se riega continuará siendo así”, agrega. “La variabilidad de la disponibilidad de agua en los cultivos de verano es dominante en el país, por la variabilidad de las precipitaciones y por la baja capacidad de almacenar agua de los suelos”.
Entonces, en secano la agricultura “se transforma en una actividad muy riesgosa económicamente, porque somos tomadores de precios y además dependemos de las lluvias para lograr rendimientos”, agrega.
“Es muy difícil para los productores y muy frustrante para los técnicos, realizar todos los esfuerzos por aplicar los conocimientos posibles, intentar cuidar el ambiente y que el resultado dependa de que llueva o no, y ésto repetido en cada año productivo”, acota.
La actividad agropecuaria tiene un objetivo económico, “por tanto si los márgenes no acompañan, es inviable llevarla adelante. Este es uno de los motivos de la desaparición de los pequeños y medianos agricultores, con los cuales supimos trabajar muchos años. Ya son muy pocos los que quedan en el rubro agrícola, básicamente por el riesgo que la agricultura implica”.
Sin embargo, para Giménez “es posible disminuir el riesgo en forma significativa. Hay que tener claro que las propuestas tecnológicas deben ser sostenibles, es decir posibles desde el punto de vista ambiental y este es un factor clave, pero también deben ser viables en lo social y económico”.
En resumen, “esta etapa pensamos que está cumplida, se generó información suficiente acerca de la importancia del agua en los cultivos de verano, las pérdidas de rendimiento que se producen por deficiencias hídricas y las diferentes estrategias de manejo del agua en los cultivos. Se generó información sólida de cuál es la demanda hídrica, el consumo de agua de los cultivos y se validaron las herramientas para estimar la evolución del agua durante el ciclo y cuál es la respuesta productiva a la aplicación de riego suplementario”.

QUÉ TEMAS FALTA INVESTIGAR

En forma paralela, Luis Giménez explicó que “fuimos trabajando en el manejo de los cultivos regados; el riego soluciona la disponibilidad hídrica y poco más, pero eso no alcanza para obtener los rendimientos potenciales que permite el ambiente de producción”.
En ese entendido, trabajó en el manejo de los cultivos de soja y maíz en diferentes aspectos como: la fecha de siembra, la población, la distancia entre hileras, cultivares y algunos aspectos puntuales de respuesta a la fertilización, básicamente en maíz.
Pero hay un tema sobre el que falta generar información. “Desde que realizamos el primer curso de riego en Israel en el año 2000, tomamos contacto con la práctica del fertirriego de cultivos, que sencillamente es agregar los nutrientes requeridos por los cultivos conjuntamente con el agua de riego para permitir mejorar la eficiencia de absorción de los mismos”, explica.
Con el fertirriego se pretende acompañar la absorción de agua y de nutrientes a lo largo del ciclo. “Esta práctica es utilizada principalmente en horticultura, pero en agricultura extensiva prácticamente no se utiliza, primero porque se riega poco y luego los productores que riegan aún no están preparados para el manejo ajustado de soluciones nutritivas complejas, que es básicamente con las que se trabaja en fertirriego”.

EN LA EEMAC

En el año 2001, “armamos el sistema de riego en la Eemac para fertirregar pero no profundizamos el tema, porque había que resolver otros temas antes, como indicamos anteriormente. Sin embargo, el año pasado retomamos el tema, a su vez hicimos un curso de fertirriego y optimización del uso de nutrientes, con un técnico español especialista en el tema, principalmente en el trabajo de elaboración de soluciones nutritivas complejas y con riegos diarios cortos de 10 a 15 minutos”.
En agricultura es diferente, el número de fertilizaciones tradicionales sólidas o líquidas en general son 2 o 3 máximo. “Bueno, las diferencias entre el manejo hortícola y el agrícola es enorme. Sin embargo, es igual que cuando empezamos en riego, hay que generar conocimientos que no se tienen”.
“En eso estamos actualmente”, agrega Giménez. “Para trabajar en fertirriego de soja y maíz, el curso nos permitió posibilidades de contactar a especialistas internacionales en este tema del manejo conjunto del agua y los nutrientes y en esa línea estamos comenzando a explorar. Los productores regantes también están comenzando a trabajar en ese tema y estamos en contacto fluido con ellos”.

RIEGO EN LAPRODUCCIÓN COMERCIAL

Giménez sostiene que el área de cultivos regados “continúa siendo escasa. Aproximadamente hay de 20 a 25.000 hectáreas regadas de soja y maíz y el área total comercial de estos cultivos sumada supera el millón de hectáreas”.
No obstante, los resultados físicos y económicos que están logrando los productores “son muy buenos; como siempre hay disparidad entre productores, pero hay aspectos muy interesantes, ya que tienen una organización que se llama Regadores Unidos de Uruguay (RUU) que nuclea al 90% de los productores que riegan maíz y soja, con ellos se encuentra trabajando un técnico joven que está realizando estudios de posgrado”.
Los regantes en general tienen técnicos particulares en sus establecimientos, no obstante el grupo tiene este técnico financiado por un proyecto de ANDE que le da una dinámica especial al grupo de Regadores.
“El grupo funciona, discute temas técnicos en jornadas de campo y de salón, y desde que los conocimos hace tres o cuatro años, mejoran año en año. La Facultad tiene un acuerdo por el cual habitualmente participamos en las jornadas conjuntamente con el ingeniero agrónomo Federico Rovegno, del departamento de producción vegetal, que también desarrolla trabajos de investigación en riego de cultivos con nosotros hace varios años”.
Un ejemplo concreto de cómo están evolucionando los productores regantes, “es que en maíz están logrando resultados productivos similares a los que se obtienen en la investigación”.
En forma habitual, “escuchamos comentarios de que los resultados de investigación se logran en parcelas chicas, nuestra respuesta es que hacemos en la parcela todo lo que se puede realizar en una chacra. La diferencia es la variabilidad de suelos que puede afectar el rendimiento promedio, nada más”.
“Creo que lo que está sucediendo en maíz con los regantes es bien claro”, sostiene Giménez. “Los resultados comerciales en las chacras de los mejores productores son iguales a los obtenidos en la investigación de la Eemac. Esto ocurre en forma similar en arroz, hace muchos años, los mejores productores acortan o hacen desaparecer la brecha de rendimiento entre cultivos comerciales y experimentales del INIA 33. Eso para nosotros es muy satisfactorio”, dijo.
Explica que el maíz “es un cultivo de alto potencial de rendimiento, pero complejo y muy dependiente del manejo del agua y del manejo del propio cultivo; no tolera errores, sin embargo, el esfuerzo de los productores y los técnicos de los Regadores han logrado tener rendimientos similares a los de investigación”.
De todas maneras, aclara que en soja aún no han logrado igualar los rendimientos de investigación. “En este cultivo a nivel comercial se deben ajustar aspectos del manejo del agua y algunas prácticas de manejo de cultivo que son claves. Sin embargo, los mejores productores logran rendimientos muy altos”.
En las gráficas se pueden ver los resultados de maíz y soja de dos predios integrantes del grupo de Regadores, es decir, “La Favorita” y “La Invernada”. En maíz los rendimientos de este año agrícola 2019-20, estuvieron en el entorno de 15.000 kilos por hectárea y en caso de soja los mismos productores lograron rendimientos cercanos a 5.000 kg/ha”.