Emprender más

En medio de la movida política con sus polémicas y ruidos, de la pandemia del coronavirus, de los miles de protocolos que han surgido a causa del COVID-19, de las noticias policiales y deportivas, y de tantas otras que suelen captar toda la atención del público, estos días una importante ley –que mira hacia el futuro– cumplió un año de su aprobación.
El 12 de setiembre de 2019 el Senado, luego de recibir el visto bueno en Diputados, votó por unanimidad la Ley de Fomento del Emprendedurismo enmarcada en la creación de Sociedades de Acciones Simplificadas (SAS) y la regulación del financiamiento colectivo (crowdfunding). La legislación se reglamentó muy poco después –a principios de este año– y echó a funcionar.
Se trata de un marco legal clave para los emprendedores uruguayos que muchas veces han visto frenado sus sueños y proyectos por barreras de otra época. La falta de mecanismos que facilitaran emprender en Uruguay resultaba alarmante y tediosa, y quitaba todas las ganas de sacar adelante un negocio, una innovación, lo que sea que se tuviera en mente.
Al cabo de este año, con pandemia del coronavirus de por medio –para nada menor–, se han constituido más de 750 SAS –que provee un menú de opciones de formas jurídicas para emprender–; y los que se encuentran en la movida aseguran que la tendencia va en aumento.
Esta ley, la N° 19.820, es el resultado del trabajo de la Comisión de Innovación, Ciencia y Tecnología de la cámara baja y de la conjunción de dos proyectos, de los diputados Rodrigo Goñi, del Partido Nacional, y Walter De León, del Frente Amplio.
A poco de aprobarse, el director ejecutivo de la Fundación Da Vinci, Sergio Delgado Coto, explicó al portal Uruguay Emprendedor que esta iniciativa marcó un “hito para el ecosistema de emprendedores y para la sociedad uruguaya”. “Genera un marco simbólico y de estímulo concreto para las empresas y emprendedores en el país”, señaló.
El fenómeno del emprendedurismo es global. En todas partes del planeta surgen jóvenes con ideas innovadoras que piden cancha: en sociedades donde todo avanzar rápido, en la que la tecnología hace punta, se necesita de la capacidad y pienso de aquellas personas que buscarán mejorar la calidad de vida de la población. El concepto “emprendedurismo” es amplio y abarca una población muy grande: allí entra el que sale a emprender por necesidad, el que busca el autoempleo, el que intenta darle un valor agregado, el que sale dar soluciones con ideas nuevas.
Para Uruguay resulta muy bueno convertirse en una nación y sociedad “start-up” y también “scale-up”, para brindar un buen marco para la creación de empresas y su desarrollo, y a su vez generar seguridades para su mantenimiento y crecimiento.
“Cada uno tiene un ritmo de crecimiento distinto, con una posibilidad de derrame distinta, pero todos emprendedores. Es una realidad tanto a nivel mundial como en Uruguay, que es un sector que está dinamizando y empujando la economía. No es el único, pero atender a los nuevos emprendimientos es atender las bases de dinamismo de una economía”, añadió con certeza Delgado Coto.
La ley que ya tiene un año de vida busca atender el cada vez más complejo mundo del emprendedurismo y que los esfuerzos y energías no se pierdan y se desperdiguen. También ha sido acertado contar con un Día del Emprendedor, fijado para el tercer jueves de noviembre, de forma de darle un marco institucional al asunto y para brindarle mayor visibilidad.
La implementación de las Sociedades de Acciones Simplificadas, o SAS, es un instrumento del “siglo XXI para dar respuesta a demandas del siglo XXI”, dijo el hombre de Fundación Da Vinci. Se trata de una sociedad, con personería jurídica y con un patrimonio separado al del propio individuo; es anónima, por acciones nominativas y no al portador, y puede ser constituida por una sola persona.
Además, la SAS es mucho más barata al implementarla respecto a una sociedad anónima o a una SRL, y más sencilla de acometer, sin necesidad de sumar escribanos y abogados en el engranaje. Y se puede abrir en poco tiempo. Un aspecto por demás clave dentro del lento y tedioso mundo burocrático de nuestro país.
El abogado Pedro Bellocq, socio del estudio jurídico Scelza y Montano y quién participó en la redacción de la ley, dijo en enero a El Observador que la SAS “no es una creación local sino que responde a una tendencia internacional que parece irreversible. En las últimas décadas, surgieron lo que se conoce como formas híbridas de sociedad, como una respuesta a la necesidad de adaptar las formas jurídicas clásicas (SA, SRL) a la realidad actual de los negocios”. Agregó que las SAS han tenido éxito en muchos países como Estados Unidos, Francia, Colombia, Chile. Por ejemplo, en Colombia, desde que se promulgó la ley que creó las SAS en 2008, se constituyeron más de medio millón de este tipo de sociedades. Y, quiérase o no, Uruguay se dirige, al menos en un punto, hacia la modernidad.