Emprender hoy

En este desafiante 2020 los uruguayos llegamos a la Semana Emprendedora Global con un ejercicio de resiliencia como quizá nunca antes habíamos tenido que realizar. El mundo cambió de una forma impensada por la mayoría de nosotros y eso nos ha obligado a reestructurar nuestras costumbres y prácticas cotidianas, ha modificado los hábitos de consumo, ha disminuido drásticamente la posibilidad de viajes y traslados así como de reuniones, afectando seriamente la actividad en estos rubros.
Más que nunca, el talento, la creatividad y la persistencia han sido insumos necesarios para permanecer en actividad, reconvertirse o aprovechar alguna oportunidad generada por la pandemia y subsistir.
Una de las últimas encuestas en el sector emprendedor, del año 2018, desarrollada por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) indica que prácticamente la mitad de los consultados considera que la falta de valoración y promoción al emprendedurismo que existe en la sociedad uruguaya es uno de los factores que desincentivan la aparición de los nuevos proyectos empresariales. Entre los factores poco propicios para emprender se encuentra el peso de la carga fiscal y el alto costo de las tarifas públicas, entre otros.
El referido informe concluye que el ecosistema emprendedor que se ha desarrollado en nuestro país ha sido un logro muy importante y muchos emprendedores así lo valoran. Sin embargo, ya en ese momento advertía la necesidad de una nueva visión en las políticas públicas respecto al emprendedurismo.
Señalaba que las mismas han esto enfocadas fundamentalmente en jóvenes globalizados con un nivel educativo medio o alto. En este sentido, el estudio advertía que emprender “no es una cualidad exclusiva de millennials que recién están ingresando en el mercado laboral” y que de hecho, los emprendedores más exitosos son aquellos que llevan años trabajando en una compañía y suelen crear una empresa vinculada a su experiencia y conocimientos específicos.
Por otra parte, se advertía en el “poco foco que parece haber en sectores populares, el desarrollo de un país depende en buena medida de aprovechar el potencial emprendedor de todos sus habitantes, y buena parte de la sociedad no recibe ningún estímulo que permita potenciar sus aptitudes emprendedoras”.
También se entiende que es necesario promover el emprendedurismo en otros grupos como adultos y sectores populares y facilitar el emprendimiento femenino –que también tiene sus techos de cristal–, por lo que las políticas en la materia deben pasar por cambios concretos, que además reduzcan barreras y los costos de emprender.
A pesar de algunas modificaciones y apoyos introducidos en los últimos años, de las numerosísimas charlas motivacionales por videoconferencia a las que se ha podido acceder este año en el marco de la pandemia, el escenario no está nada sencillo para los emprendedores que por ejemplo, deben enfrentar las dificultades de trámites aún engorrosos y caros para crear y gestionar una empresa lo que, incluso, tiende a desalentar la formalización cuando no dificulta también la consecución del propio emprendimiento.
Aunque se puede entender que ser emprendedor es una actitud y hasta un modo de vida, el término también se emplea para designar a aquellas iniciativas de negocios pequeños e incluso informales. En este último sentido, no hay que perder de vista que todas las pequeñas y medianas empresas del país son fruto del espíritu emprendedor de cientos o miles de personas que han hecho de esas iniciativas un medio de vida. Y son el verdadero motor de la economía nacional.
Por otra parte, sobre los emprendedores de todos los tamaños y características, existen hoy también muy altas expectativas. En una entrevista la ministra de Economía Azucena Arbeleche dijo que “el emprendedor es quien va a sacar adelante el empleo del país” y agregó que “más allá del problema de la pandemia, cuando asume esta administración, en Uruguay ya teníamos un problema en el mercado laboral de destrucción de puestos de trabajo que era muy importante y, por eso, de entrada el mayor desafío en materia de política económica es la creación de empleo. Ese empleo no tiene que surgir del sector público (…) El empleo tiene que venir del emprendedor grande, pequeño, mediano. ¿Esto significa que el Estado tiene que estar ausente en esta recuperación? No, todo lo contrario. (…) Hay un rol para el Estado en materia de crecimiento económico y de aumentar el empleo, pero quien tiene que proveer de más empleo tiene que ser el sector privado”.
Evidentemente, también hay un rol a cumplir por el Estado en relación al emprendedurismo. No es fácil en el Uruguay de hoy ser emprendedor. Los costos se han exacerbado, el mercado presenta un consumo estancado o en retroceso y la pandemia es un factor no previsto que también incide en el empleo y las posibilidades de consumo de las personas, lo que representa un desafío adicional dado que es más difícil proyectarse en un mudo reconfigurado de la forma menos deseada. Es necesario detectar muy bien las características del mercado y clientes y moverse rápidamente en el contexto de la nueva normalidad y, eventualmente, al mundo pos pandémico que en algún momento habrá de llegar. Es un terreno incierto, de arenas movedizas en el que por más espíritu emprendedor que se tenga hacen falta herramientas específicas desarrolladas a partir de políticas públicas que es necesario crear y consolidar.
El 2020 ha sido un año desafiante y ha planteado nuevos y renovados retos para los emprendedores, en muchos casos al frente de pequeños negocios que han debido reconfigurarse para seguir existiendo en el marco de la pandemia, se las han ingeniado como pudieron para aprovechar las nuevas oportunidades y tratar de entender un entorno complejo e incierto y procurarse la subsistencia.
Las pequeñas empresas y los emprendedores de todos los tamaños y sectores son un motor importante de la economía nacional. Para algunos –muy pocos– la crisis ha sido una oportunidad y muchos están pasando mal y resistiendo el embate de una crisis sanitaria y económica que nos ha hecho añicos todas las certezas. Es verdad que la resiliencia es una característica importante de los emprendedores pero no es menos cierto que resulta necesario garantizar la posibilidad de salir adelante y para eso se necesitan políticas públicas de mediano y largo aliento que atiendan las diversas necesidades de este sector que enfrenta a diario grandes y nuevos desafíos.