La cultura como motor del turismo

La presbicia es un problema ocular que viene con la edad, de los 45 en adelante el ser humano comienza a tener dificultad para ver las cosas que están más cerca; digamos que es lo inverso a la miopía, que ocasiona dificultades para ver lo que está más lejos. Presbicia colectiva podría ser un diagnóstico que se ajuste a la situación actual, en la que nos está costando apreciar cosas que están pasando hoy mismo, acá en Paysandú, que evidencian que hay cosas que están cambiando y oportunidades que se están abriendo en materia turística.
Recientemente la Organización Mundial de Turismo ha hecho un llamado a “aprovechar la energía de la cultura y la creatividad en la recuperación turística”. Turismo y cultura comparten valores que hacen a ambos sectores complementarios y sus sinergias pueden garantizar, a la vez que un acceso inclusivo al patrimonio, una fuente genuina de recursos para transitar la recuperación a la salida de la pandemia.
En Paysandú hemos tenido recientemente dos ejemplos de cómo la cultura puede ser movilizadora: por un lado tenemos el fenómeno del Castillo Morató, un destino que se transformó en una de las sensaciones de la temporada y que, pese al descreimiento casi general de los sanduceros, no ha parado de recibir visitantes desde que la familia decidió abrir sus puertas después de mucho tiempo. Sin dudas que la mística de un lugar así de simbólico, las peculiaridades arquitectónicas y su aporte al relato histórico sobre la vida en el “interior profundo” del país (como les gusta decir en Montevideo) son atractivos que han potenciado la capacidad de convocatoria. Pero es que estos valores, historia y arquitectura, refieren a aspectos culturales.
Lo mismo podría decirse del evento que tuvo lugar en nuestra ciudad el pasado fin de semana, la primera Cata Nacional de Tomates, una propuesta innovadora que se centraba en un grupo determinado de variedades de tomates. Fue un éxito de convocatoria. Como se vio, se beneficiaron los productores que no solamente comercializaron sus productos, sino que además los dieron a conocer, porque muchos de esos tomates “raros” eran desconocidos para la mayoría de los consumidores, que ahora los conocen y estará en ellos la decisión de buscarlos y demandarlos al mercado, porque nadie pide o busca lo que no conoce. El evento movió a Paysandú durante el fin de semana, provocó gestos de innovación gastronómica, convocó y puso a la ciudad y al departamento en los primeros planos a nivel nacional, ya que hubo una muy interesante cobertura televisiva, por ejemplo. Y nadie dude que el motor de este evento fue netamente cultural: agricultura, gastronomía, artesanías, etcétera.
Lógicamente, en estos casos hay que destacar tanto el aspecto novedoso de la convocatoria como el muy buen trabajo de difusión que se ha realizado y que, como departamento históricamente industrial y productor agropecuario, tal vez nos falta entender cómo funciona el sector turístico, que tiene sus propias lógicas y que necesita de determinada inversión en obtener visibilidad para que se genere el retorno.
Cabe mencionar también otra experiencia exitosa, como el Bus Turístico de Imagina Teatro, que en cada Semana de la Cerveza es una actividad muy demandada.
Pero volvamos con la Organización Mundial del Turismo, que junto a Unesco, han publicado un conjunto de directrices centradas en la “reactivación responsable del turismo cultural”.
La publicación recoge conocimientos de los dos organismos de las Naciones Unidas, en un análisis que muestra cómo la pérdida de ingresos está afectando comunidades, patrimonio protegido y eventos, espacios e instituciones culturales, debilitando a su vez la competitividad de los destinos y la diferenciación de los mercados.
Las directrices subrayan la necesidad de apoyo público para que la cultura tenga una presencia relevante en los planes de emergencia y contingencia de los destinos turísticos.
En estas nuevas directrices se anima al sector del turismo cultural a crear estructuras participativas, en las que se reúna a artistas, creadores, profesionales del turismo y la cultura, el sector privado y las comunidades locales “para mantener un diálogo abierto e intercambiar datos y soluciones en tiempo real”.
En este sentido fue un buen ejemplo el trabajo que se realizó en conjunto entre el Bureau Paysandú y un proyecto como el Paysandú Agroecológico, dedicado al trabajo con productores hortícolas.
Estas sinergias son las que se requieren para generar contenidos y propuestas innovadoras. Porque el turismo hoy no depende solamente de tener bonitos paisajes, formidables infraestructuras hoteleras o agua termal. Hay que saber complementar con ideas innovadoras y vaya si en este campo Paysandú tiene mucho para aportar, con un riquísimo sector cultural en áreas como el teatro, la danza, la música, la plástica, la arquitectura y, como vimos, también en la gastronomía.
Es tiempo de empezar a mirar con más atención los recursos que el departamento tiene y construir propuestas turísticas creativas para marcar un diferencial en el concierto nacional. El Bureau mostró que es un instrumento idóneo para ello, tal vez se trate ahora de ir incorporando actores.