Solicitada

Carta abierta aLeonardo Haberkorn

Mi nombre es Carlos Arredondo, tengo 51 años y desde hace 33 años ejerzo el periodismo en la ciudad de Salto. Actualmente conduzco, junto a un equipo de periodistas, el programa Nuevo Tiempo, que se emite en Radio Salto, diariamente.
Acabo de leer su nota, publicada en el portal elobservador.com.uy, bajo el título “Los políticos no se dan cuenta de que hay un solo enemigo en la pandemia”, y me sentí motivado a plantearle algunas consideraciones que, por el espíritu exhibido en la misma, no creo que vaya a tomarlas en cuenta, pero como eso es lo de menos, aquí voy.
En su artículo Ud. se refiere a la actual situación sanitaria como “un momento dramático de la vida del país”, y observa que “mientras los que deberían guiar a un país en crisis intercambian reproches e insultos por las redes, el enemigo campea a sus anchas”.
Al momento de definir al “enemigo” señala al “movimiento negacionista” que organizó la “caravana de la verdad”. Y si bien Ud. no nombra a nadie, es válido advertir que está integrado, entre otros, por el Dr. Javier Sciuto, Fernando Ferreira, Fernando Vega y el Dr. Gustavo Salle.
En su nota Ud. cuenta que “Hace poco los cabecillas de este movimiento negacionista organizaron una gira por todo el país, llamada con soberbia ‘Caravana por la verdad’. El eje central del discurso fue que la pandemia es una farsa. Buena parte de la prensa del Interior, que generalmente tiene menos acceso a los políticos y científicos de primer nivel, se encandiló con la novedad y les otorgó una cobertura superlativa, como si los Rolling Stones hubieran llegado al pueblo. Los principales medios les dieron grandes espacios, se publicaron declaraciones, guías de horarios y recorridos para asistir a los actos. ¡En varios departamentos las conferencias de prensa de la ‘Caravana de la verdad’ fueron transmitidas en vivo y en directo!”.
¿Es Ud. capaz de darse cuenta del desprecio con el que trató a quienes hacemos periodismo en el Interior? Dejando de lado el descomunal despliegue de arrogancia ¿Es Ud. capaz de advertir la humillación a la que intentó exponernos?
Me explico: Es cierto que por cuestiones geográficas los medios del Interior –y los del norte mucho más– tenemos menos acceso a las personalidades de las diferentes áreas, y lograr una declaración es muchísimo más costoso en términos de esfuerzo y tiempo. Lo que a los medios capitalinos les cuesta una llamada telefónica, a nosotros nos cuestan 4 o 5, y no siempre ganamos la batalla. Se llama CENTRALISMO, Haberkorn, y es una dura pelea que entre otras, día a día debemos dar quienes ejercemos el periodismo en el interior. Me sorprende que no lo sepa, pero más me sorprende la inexistente empatía que demuestra tener con la situación. Mofarse de eso diciendo que nos encandilamos con la novedad y que para nosotros la llegada de Sciuto y su comitiva fue “como si los Rolling Stones hubieran llegado al pueblo”, es además de un inmerecido golpe bajo, un bastardeo que no creo que nos merezcamos. Mucho menos si viene de alguien que se mueve en un medio donde todos los medios de comunicación le dedicaron la mayor cobertura de lo que va del año a la llegada de unas cajas con vacunas… (¡Hablame de encandilamientos!).
Pero ¿Sabe una cosa? el desprecio que nos dedicó es lo de menos. Lo peor, y lo más peligroso, es la oda a la censura que su artículo es.
Una llamativa, pero firme y clara, reivindicación de la mordaza, pocas veces vista –por suerte– en los medios de este país; por lo menos en la posdictadura.
Ud. cuestiona y ridiculiza a los medios del Interior porque publicamos la opinión de estas personas, por el simple hecho que esas opiniones van en contra al discurso oficial y Ud. considera que son nocivas a la salud de las personas. (¿Me permitiría recordarle que en este país existe algo que se llama Poder Judicial y es el único que está en condiciones jurídicas de definir si las personas cometen alguna falta o delito?). ¿Puede alguien ser más obsecuente al oficialismo? ¿Me podría explicar porqué las opiniones disidentes no pueden ser publicadas y difundidas? ¿Dónde dice eso? ¿Así hace periodismo Ud? ¿De verdad considera un aporte a la democracia el hecho de publicar solo la versión oficial?
No quiero imaginarme lo que serían sus artículos cuando el gobierno de turno decía que había que censurar personas, partidos políticos, y que las garantías constitucionales no debían necesariamente ser respetadas. Estoy seguro que su “aporte”, para mi gusto, dejaría mucho que desear.
Leonardo Haberkorn, su artículo fue un insulto al periodismo del Interior, y un espectacular izado de la bandera de la censura. Ninguno de estos dos aspectos merecen mi respeto y consideración. Se lo quería decir, aunque sospecho que en algún rinconcito de su corazón, algo le dice que esta carta no debe ser publicada.
Reciba Ud. mis salud… No, nada.

Carlos Arredondo Sánchez