Un año complicado y horizonte incierto

Cumplido este 1º de marzo su primer año de gobierno el presidente Luis Lacalle Pou rindió cuentas de las acciones de su administración ante la Asamblea General, como es tradicional, y naturalmente, lo que dijo, lo que no dijo y cómo lo dijo ha dado lugar a toda suerte de comentarios, según el sector político o ideología de donde provengan, cuando ha tenido lugar solo un quinto de su período de gobierno y signado por el formidable obstáculo de la pandemia.
Básicamente, Lacalle Pou habló del COVID-19 y los desafíos internacionales en su rendición de cuentas, y subrayó que pese al nerviosismo, la tensión y la preocupación, siempre el gobierno ha actuado con las “convicciones para la protección y cuidados” de los ciudadanos, determinando prioridades y eligiendo lo menos malo como alternativa, cuando ha sido posible.
Aseguró sin embargo que “ya no hay excusas” para hacerse cargo del país tras un año de mandato, lo que es cierto pero que tiene consideraciones, porque siempre hay que tener en cuenta de dónde se parte tanto como hacia donde se va, y de los instrumentos y escenario que se tiene para cumplir con los objetivos.
El combate a la pandemia, la llegada de las vacunas, la crisis social y económica y los desafíos internacionales estuvieron en la agenda de la oratoria del mandatario, en defensa de un gobierno que aún en plena pandemia, goza de buena popularidad, según reciente encuesta, lo que es un rara avis a nivel mundial cuando la pandemia golpea en todo el globo.
En un momento, refiriéndose a la posibilidad de hacer referencia a la “herencia” dejada por los gobiernos de izquierda, sobre todo el gran déficit fiscal y creciente desempleo, el mandatario evaluó que “no es momento” de hacerlo.
“Ya todos sabemos cuál era la situación del país antes del 1º de marzo de 2020. Ya no hay más tiempo para excusas, aunque puedan ser válidas”, subrayó.
Entre las medidas ante la situación sanitaria, expuso que Uruguay fue de los pocos países que apostó por “la libertad responsable” y rehusó en todo momento dictaminar confinamiento obligatorio.
Aunque no lo mencionó, el mandatario ensayó una velada crítica al Frente Amplio, porque trajo a colación que cuando comenzó la emergencia sanitaria el 13 de marzo de 2020, la coalición de izquierdas pedía medidas más restrictivas sobre la movilidad.
“Siento un profundo orgullo por la conducta y responsabilidad de la gran mayoría de los uruguayos”, apuntó.
También valoró el aporte del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), integrado por técnicos que actúan en calidad de consejeros para las decisiones que toma el Ejecutivo referidas a la pandemia y subrayó que “todo Uruguay le debe un enorme agradecimiento” por su “enorme compromiso”. Para el presidente, según lo expresado en esta rendición, el Gobierno también pudo llevar adelante los compromisos de campaña, fundamentalmente la aprobación de la Ley de Urgente Consideración (LUC), un paquete de más de 400 artículos que fue su buque de campaña.
En una parte de su discurso, Lacalle Pou hizo referencia a la participación de sus socios de Gobierno, mencionando que en los últimos tiempos recibió “planteos de los miembros de la coalición que son interesantes y hacen al sentido común” que, agregó, “se alinean con la gestión de la pandemia”, aunque asimismo comentó que “desde el Frente Amplio” le habían llegado propuestas que “van en ese mismo sentido”.
Sobre el escenario regional mencionó la postura ante el Mercosur y evaluó que aún queda “mucho por hacer” pero rescató que durante las reuniones bilaterales mantenidas con el presidente de Argentina, Alberto Fernández; el de Brasil, Jair Bolsonaro, y el de Paraguay, Mario Abdo Benítez, dejó en claro el interés uruguayo de flexibilizar el bloque regional.
Consideró igualmente que el bloque tiene la “oportunidad de avanzar” en la “infraestructura física”, tras los contactos mantenidos entre los mandatarios.
Por supuesto, desde cada lugar de que se mire las expresiones del jefe de Estado pueden tener una evaluación diferente, aunque desde el punto de vista político suenen tragicómicas las reflexiones del presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, en el sentido de que desde el gobierno se ha actuado con “soberbia” y sin tener en cuenta a la oposición. Insólito: lo dice el integrante de administraciones de izquierda que gobernaron en forma exclusiva sin tener en cuenta para nada las propuestas de ningún otro grupo que no fuera integrante del gobierno, cuya bancada parlamentaria con mayoría propia funcionó con la estrategia de manos de yeso, siempre levantadas a lo que venía del Poder Ejecutivo, y desechando sistemáticamente todo lo que venía de otras tiendas, además de una soberbia manifiesta.
“El gobierno eligió gobernar en soledad, sin diálogo democrático”, dijo además el presidente del Frente Amplio (FA), Javier Miranda, en expresiones que fueron más bien un intento de buscar el aplauso de la tribuna, pero dirigido a los simpatizantes de izquierda y no al país.
Precisamente el vicepresidente y exministro de Economía y Finanzas Danilo Astori dijo hace pocas horas que en los gobiernos del Frente Amplio “hemos cometido muchos errores desde el punto de vista de nuestra conducta política concebida en su conjunto. Por ejemplo, hemos pecado de soberbia, muchas veces. Eso quiere decir que en muchas ocasiones prácticamente no hemos tenido en cuenta ni abierto las puertas a quienes piensan distinto a nosotros. Creo que eso le significó al FA un costo muy alto y una parte muy importante de su derrota desde el punto de vista electoral”.
A su vez en los medios televisivos el mandatario señaló poco después dijo que “no sé quién le escribe el libreto al FA. El libreto está ajeno a la realidad” y “es muy trasnochado”, agregó.
En cuanto al paquete de medidas anunciadas el 2 de marzo ante la Asamblea General, Lacalle destacó que “están comprendidas medidas que propone el Frente Amplio”.
El punto es que 2020 y lo que va de 2021 están lejos de haberse ubicado dentro de la normalidad. Por más que el mandatario haya dicho, además, que no haría referencia al legado, no puede obviarse que encima del golpe demoledor de la pandemia –en todo el mundo, naturalmente– que el Frente Amplio dejó al país con un déficit fiscal de más del 5 por ciento del PBI, creciente desempleo y empresas seriamente deterioradas, por lo que podría decirse que siguieron lluvias después de la, inundación, como si hicieran falta.
De lo que se ha tratado, precisamente, ha sido de reducir daños, para tratar de revertir este dañino proceso tan pronto se supere la pandemia y la fase recesiva mundial.
Se han cometido errores, por supuesto, y nadie puede asegurar que no vendrán otros, pero de lo que se trata es de por lo menos tener una visión en perspectiva del escenario, con altura de miras, tener en cuenta la incertidumbre mundial en un país altamente vulnerable como el Uruguay, y de acomodar el cuerpo a las circunstancias, con pragmatismo y visión de futuro para que la sangre no llegue al río.