A menos de un mes de la recordada cumbre del Mercosur en la que el presidente argentino Alberto Fernández tuvo una actitud de barrabrava ante el planteo de su colega Luis Lacalle Pou de solicitar formalmente que se discuta en la mesa el tema de la flexibilización, para que el Mercosur no sea “un corsé” para los intereses uruguayos, han continuado en forma reservada los contactos y los intercambios en esta dirección, pero siempre con el marco de una postura negativa de la Argentina.
En aquella oportunidad Lacalle manifestó que “lo que no puede ser ni debe ser (el Mercosur) es un lastre. No estamos dispuestos a que sea un corsé en el cual nuestro país no se puede mover, y por eso hemos hablado con todos los presidentes de la flexibilización. Uruguay necesita avanzar, nuestro pueblo nos exige avanzar en el concierto internacional”, lo que dio lugar a la salida de Fernández de que “si nos hemos convertido en una carga lo lamento, lo más fácil es bajarse del barco”.
Más recientemente, en Buenos Aires, tuvo lugar una cumbre de cancilleres, con temas como resolver la discusión sobre el Arancel Externo Común del Mercosur y los pedidos para flexibilizar otros acuerdos comerciales, que son precisamente los ejes centrales de los temas pendientes en el bloque regional.
El cruce entre presidentes de los países vecinos tiene antecedentes, ya desde antes del Mercosur, pero sin dudas en este caso hay componentes de orden ideológico, económico y de geopolítica, sin obviar elementos históricos y desencuentros puntuales, que siguieron sobre el tapete este lunes, en las deliberaciones virtuales del consejo Mercado Común.
Una mirada desde el país con la mayor economía del bloque, Brasil, la expone en entrevista con la revista Economía y Mercado del diario El País, la directora del Cindes (Centro de Estudios para la Integración y Desarrollo) de Rio de Janeiro, Sandra Polonia Ríos, al indicar que la nación norteña apoya a Uruguay en estas negociaciones, pero más por compromiso político que por expectativas propias en habilitar la flexibilización en el bloque.
Evalúa que “Brasil sigue teniendo una posición favorable hacia la propuesta de Uruguay de flexibilizar las negociaciones con terceros. Aunque el gobierno brasileño está más preocupado por las cuestiones arancelarias y pondrá su esfuerzo en que todos los demás países del bloque acompañen su postura en una reducción del 100 por ciento del arancel común externo del Mercosur. Y confía en que Uruguay le acompañará en esta iniciativa. Pero dicho esto, no creo que ninguna de las dos propuestas logre el apoyo de la Argentina”.
En torno a esta problemática, Marcelo Elizondo, docente e investigador en negocios internacionales, considera que “el bloque necesita una revisión. De la veintena de acuerdos vigentes en el planeta, el Mercosur es el que menos comercio internacional logra desarrollar a nivel global. Sumando las exportaciones de los cuatro países, entre sí y para el resto del mundo, no llegan al 15% del PBI agregado al bloque”
Advierte que “quizás no resulte el principal tema de agenda para los demás socios, pero para Uruguay es estratégico hacer este planteo”, en tanto reflexiona que “tanto Brasil como Paraguay y Uruguay, cada uno con sus peculiaridades, aspiran a un Mercosur abierto al mundo, mientras que Argentina tiene problemas domésticos para resolver primero. Hasta que no esté en condiciones competitivas no va a estar dispuesta a abrirse. Uruguay y Brasil piensan en la estrategia, mientras la Argentina aún está resolviendo la táctica: la muy alta inflación, la baja inversión, problemas cambiarios. Lenguajes distintos, por necesidades diferentes”.
Precisamente evalúa que “Argentina aspira a mantener lo más parecido posible a como está el bloque hoy. Pero algo va a tener que ceder, porque el actual modelo es insostenible”, mientras espera que “tengo la ilusión de que cada uno entienda en qué condiciones está el otro. Es importante preservar el Mercosur, no tensarlo hasta una posición insostenible, porque la alianza entre los países es mucho más importante de preservar que el instrumento”.
Bueno, precisamente las asimetrías en las economías y la escasa sintonía entre las políticas económicas entre los países del bloque, más precisamente de los otros tres países con la Argentina, además de los aspectos ideológicos que lamentablemente han incidido sistemáticamente en el Mercosur, son el gran obstáculo para avanzar y actualizar el bloque, que además ha sido signado por los bilateralismos desarrollados por los dos grandes. Una consecuencia de la inamovilidad y los problemas en las economías es que el Arancel Externo Común (AEC) es más del doble que el promedio mundial, habida cuenta de que globalmente ese promedio está en el 5,5 por ciento mientras que en Mercosur es del 12,5 por ciento, el que además ha sido perforado muchas veces para subirlo, pero no para bajarlo.
Pero además, la falta de acuerdo con terceros países –uno de los motivos para la flexibilización que pide Uruguay– conlleva que el acceso a otros mercados fuera del Mercosur obliga a pagar muy altos aranceles que conspiran contra la colocación de nuestros productos, mientras paralelamente el comercio intrabloque dista de ser fluido y es afectado recurrentemente por obstrucciones y problemas.
La postura de Lacalle no es irse del Mercosur, sino promover una flexibilización del bloque para celebrar acuerdos bilaterales que serían fundamentales para una economía pequeña como Uruguay, en tanto Argentina tiene una economía cerrada, de sustitución de importaciones y subsidios que hacen un paquete imposible de desatar sin generar escenarios traumáticos. Por su parte, también Brasil históricamente ha tenido una postura proteccionista, con los industriales de San Pablo a la cabeza, y su inclinación actual hacia la flexibilización está prendida con alfileres y aparece más como coyuntural que un cambio radical.
En una reciente entrevista con el diario brasileño Estradao, el secretario especial de Comercio Exterior del Ministerio de Economía de Brasil, Robert Frendt, dijo que su país se mantendrá firme en la propuesta que llevará a la reunión del bloque en mayo, incluso sin el apoyo de Argentina, destacando que “el Mercosur se está hundiendo y no queremos hundirnos juntos”.
Expresó que su gobierno no considera salirse del bloque, indicando incluso que “un Mercosur modernizado nos permitirá mucho más fuerza de la que tenemos hoy”.
Aseguró que Uruguay apoya plenamente la propuesta brasileña para reducir el AEC mientras que Paraguay afirma estar de acuerdo con un 96 por ciento, con un 4 por ciento que se dejaría afuera de productos sensibles para el bloque.
Pero en todos los escenarios posibles, no debe perderse de vista que Argentina quiere seguir en sus trece, porque su economía es una maraña de entuertos y una encerrona sin salida a la vista, lo que indica que sus colegas del Mercosur quedan atados de manos por el “lastre” argentino que no quiere reconocer el presidente Alberto Fernández.
Pero además el mandatario no está en condiciones de cambiar el rumbo de su país –parece que tampoco quiere– y esto pone a los demás socios ante una encrucijada, con la consecuencia de un statu quo que solo nos puede seguir haciendo perder rueda de las principales regiones económicas del mundo.