No estamos para viajes

Después de la del año pasado, la de 2021 fue la peor Semana de Turismo de la historia para ese sector. Y solo no fue peor que la del año pasado porque entonces en el país había un cierre prácticamente total, pese a que en ese momento ni los casos confirmados, ni la ocupación de los CTI, ni los decesos, eran significativos.

Los datos que la Cámara Uruguaya de Turismo sobre la actividad de esta zafra —que aunque pequeña es la principal del año para muchos operadores, por ejemplo los de los centros termales— muestran datos de ocupación que apenas estuvieron por encima del 20%. En condiciones normales hablaríamos de una catástrofe. En esta también deberíamos hacerlo. Un capítulo aparte merecen los centros termales, que ni siquiera estuvieron abiertos por decisión gubernamental. Y aquí cabe un aparte: no se interprete esto como una valoración acerca de la decisión de cerrar los centros que tomó el gobierno nacional a instancias de los gobiernos departamentales de Salto y Paysandú; es meramente exponer la situación por la que está pasando el sector turístico del país.

No olvidemos que antes de la pandemia el turismo como actividad generaba para el país ingresos que superaban los 1.800 millones de dólares. El turismo generó en 2017 un total de 114.287 puestos de trabajo, el 6,3% del conjunto de puestos de trabajo totales de la economía, de acuerdo a datos surgidos de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística.

No hay dudas que el sector aún mantiene ese potencial de generación de empleo y de captación de divisas, porque aún a los tumbos, la mayoría de las empresas del sector siguen sobreviviendo, aunque habría que adentrarse un poco más en los datos (cuando estén disponibles) para saber en qué medida se han perdido puestos de trabajo. Por ahora solo podemos suponer que si la ocupación, que en semanas de Turismo “normales” promedia 80 a 85%, con picos de más de 90%, y este año, en los lugares abiertos no ha alcanzado el 25%, el impacto en los números debe suponerse en una relación similar, o aún peor, porque por debajo de ciertos ingresos directamente es imposible siquiera cubrir los costos.

Claro que estos números no afectan solamente al Uruguay. Estamos, como ya se ha dicho, frente a una crisis mundial del sector turístico. Y si el turismo es importante en el esquema económico y laboral uruguayo, qué podemos decir de otros países, como varios de los europeos, y España en particular, en la que gran parte de la economía depende de esta actividad.

Acá, por el momento no estamos para viajes, tenemos otras prioridades, como lo muestran los números. Pero en Europa la Organización Mundial de Turismo (OMT) está promoviendo el ensayo de estrategias que permitan la reactivación.

“Con las vacunas y una mejor gestión de la crisis, no hay duda de que el próximo verano (junio-setiembre de 2021) será mejor que el anterior. Reabrir las fronteras tendrá repercusiones más allá del turismo: impulsará la recuperación global de Europa. Y Europa no se recuperará sola. Europa forma parte del mundo y estamos preparados para buscar la forma de que el pase verde europeo funcione con las soluciones aportadas por países o grupos de países de fuera de la UE”, dijo el griego Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión para la promoción del estilo de vida europeo, de la Unión Europea.

De hecho, la OMT ha felicitado a esta comisión por tomar la iniciativa y avanzar en los planes de lanzamiento de su “pase verde digital”, reconociendo en este instrumento el potencial para reactivar el turismo en varios destinos. Al mismo tiempo reconocieron las intenciones de la Comisión de apoyar los planes nacionales de recuperación, así como el lanzamiento del sitio web y la aplicación móvil “Re-Open EU”, que complementan en ambos casos eficazmente la propia campaña mundial de la OMT #Reiniciaelturismo.

En nuestra región la cosa no está aún como para pensar en viajes. Pero vaya si habrá que pensar en esas empresas prestadoras de servicios turísticos, y vaya si será momento de pensar en todas las personas que dependían de los ingresos que se generan en una temporada. Recordemos que el año pasado, a diferencia de la Semana de Turismo, sí hubo en el este del país una temporada prácticamente normal, y con números de aceptables a buenos. Este año no existió, pese al esfuerzo que se hizo por impulsar el turismo interno, y ese impacto lo habremos de notar, que no quepa duda. Son cientos de millones de dólares que no circularán en plaza, y eso se reflejará en miles de personas desocupadas y pobreza en todo el país, no solo en los departamentos del sur.

Tanto involucionó la pandemia que en la Semana de Turismo ni siquiera hubo pautas animando a los uruguayos a hacer turismo dentro del país. Es que claramente, por ahora, no estamos para viajes, sino para quedarnos quietos y esperar que vengan tiempos mejores.

No obstante, no es posible pensar que todas las empresas y que todas las personas que ellas emplean, simplemente se van a quedar como en pausa esperando que todo se reactive; eso no es posible. Y no alcanza tampoco con las exoneraciones en servicios públicos y en obligaciones fiscales. Debe haber una respuesta más proactiva para que no se nos caiga un sector tan importante de la economía. El riesgo (llevado a un extremo) es que lleguemos a superar esta crisis, que se abran las fronteras, y ya no estemos en condiciones de recibir a nadie.