Neurocirujano Fernando Viñuela propone transformar el hospital de Mercedes en un centro de primer nivel de ACV

“Grupo Hospital Zoilo Chelle – Tiempo es Cerebro”, es la denominación que se ha dado a la campaña de ayuda filantrópica que culminará con la instalación de moderno equipamiento para el rápido diagnóstico de los accidentes cerebrovasculares, considerada la segunda causa de muerte en el Uruguay. Fernando Viñuela habló por Zoom desde Los Ángeles y explicó en detalle los alcances de la iniciativa.
Un tratamiento moderno, necesario e insustituible, es el propuesto por Viñuela, ante un número importante de autoridades departamentales y nacionales, y también referentes de la comunidad, para presentar en primera instancia su propuesta de dotar y transformar al “Zoilo A. Chelle” en un hospital de primera línea donde los accidentes cerebrovasculares sean detectados y tratados en las primeras cuatro horas, que son las esenciales para lograr una recuperación favorable del paciente.

Viñuela es un destacado neurocirujano que ha capacitado innumerables equipos médicos en lo que tiene que ver con el tratamiento de esta enfermedad y hoy está en contacto con autoridades del Ministerio de Salud Pública para desarrollar capacitación a nivel regional en este plan que ha dado en llamar “Tiempo es cerebro”.

El grupo “Zoilo A. Chelle” identificado con el nombre “Tiempo es Cerebro” tiene como estrategias mejorar y brindar a los pacientes una atención moderna en los accidentes cerebrovasculares, planificar una campaña de ayuda filantrópica para atender necesidades urgentes en la infraestructura del nosocomio, conseguir los materiales modernos de diagnóstico y tratamiento, hacer un entrenamiento continuo del personal médico y paramédico y generar una red homogénea en la salud pública que cubra a la población de Soriano y áreas adyacentes.

Coordina con el ministerio de salud

Viñuela afirmó que “con el Ministerio de Salud Pública, en un grupo liderado por el Dr. Amorín, hemos preparado un programa de entrenamiento único para todo el país al que podrán acceder todos los centros públicos y privados. Este trabajo será dividido en regiones y mensualmente habrá una comisión especial que se pondrá en contacto con estos, revisando los datos y buscando cómo ir mejorando los tratamientos de ACV.
Sabemos que nuestro hospital no tiene las características de un centro para tratar este tipo de patologías debido a la falta de tomografías y angiotomografías y por eso tenemos la urgencia de alcanzar estos equipamientos para el centro, porque en Soriano, por ejemplo, sólo existe un tomógrafo en Cams y los otros están a distancias importantes, lo que generaría retrasos en la atención de los tratamientos.

Hoy debemos comenzar a trabajar para dotar al centro de salud de dos modernas ambulancias con instrumental para ACV, contar con una sala de emergencia adecuada a las exigencias de la época de hoy, un tomógrafo computarizado que esté disponible las 24 horas y los siete días de la semana y un CTI. Para ello se requiere un millón y medio de dólares que permitirá a la población de la región recibir un tratamiento moderno, necesario, acorde a los tiempos e insustituible, que hoy no se tiene. Fundamental es transformar nuestro hospital en un centro primario de ACV donde se cuente con todos los adelantos antes mencionados”.

Es necesaria la rápida atención

Los accidentes cerebrovasculares afectan a personas de todas las edades, de todas las razas y sin importar su condición social, indicando las estadísticas que uno de cada seis puede sufrir un ACV y a nivel mundial el impacto es extraordinario, mientras en Uruguay esta patología es la segunda causa de muerte. Hay una cifra importante que queda con invalidez física, mental, mientras que muchos fallecen sin poder recuperarse. Un ACV pobremente tratado o no tratado, tiene un impacto negativo, personal, familiar o social, y 31 de cada 100 mueren, 28 quedan con déficit grave, 27 permanecen con un problema crónico y solamente 14 se recuperan completamente.

Debido a todo esto es importante la rápida identificación de los síntomas por parte de la familia o quien esté con la persona enferma, debiéndose tener varios factores presentes para actuar en consecuencia. Cada minuto que se pierde desde el inicio de los síntomas disminuye en un 10% la capacidad de recuperación.