Laura de León: “Desayuno, almuerzo, ceno y duermo con el ladrido de los perros”

Laura de León tiene 50 años, nació un 23 de agosto y es una comerciante sanducera madre de dos adultos jóvenes que ya volaron del nido –uno está en Francia y el otro en Montevideo–, en tanto ella convive en su hogar con 40 criaturas cuadrúpedas, cada una de las cuales es motivo de sus desvelos, junto con los cientos que no puede tener con ella pero a los que afanosamente atiende bajo cualquier circunstancia, rescata del sufrimiento y el hambre, o les busca hogar.

“Desde siempre tengo pasión por todos los animales. Soy vegetariana hace años porque nuestro veterinario Germán me hizo entender que cuando uno defiende los animales es a todos, porque todos los animales sienten lo que nosotros sentimos. Si defendía a unos, por qué iba a matar a otros”, cuenta.

El mayor sueño de Laura es “que no haya más animales en la calle ni maltratados, aunque sé que es una utopía”. Le duele profundamente “la indiferencia, la falta de empatía y compromiso, la desidia, que vean sufrir un animal y pasen de largo como si fuese una piedra”.

Respecto a su fuerte compromiso con la causa, la directiva de la oenegé Amigos de los Animales revela: “Dedico a esto los 365 días del año, es algo en lo que uno se mete y absorbe cada vez más; todo gira en torno a esto, he perdido otras cosas de la vida y ya no les encuentro sentido, porque siempre estoy con esto en la cabeza. Soy terca, obstinada, perseverante y cuanto más difícil es la situación, más fuerzas me da, más me encapricho con eso”.

EL MALTRATO ESTÁ EN LA CASA

“Llueve y pienso cuántos animales están atados bajo la lluvia, porque el maltrato está sobre todo en los fondos de las casas, los animales con dueño”, advierte.

Respecto a las soluciones posibles al caos de la superpoblación canina, opina que “pase el gobierno que pase, se necesita una política de Estado, una ley firme, que el maltrato animal pase al código penal y sea tipificado con cárcel, que se fiscalice. La castración tiene que ser obligatoria para machos y hembras, tiene que haber una buena campaña de adopción gubernamental, porque es un problema de todos. Si no es de nadie es porque es de todos, no podemos mirar para otro lado”.

Y enfatiza: “La educación es fundamental, debería existir una asignatura sobre tenencia responsable y bienestar animal. Si la gente fuera educada, las protectoras no tendrían motivo de existir”.

“SABEMOS EL CAMINO, PERO SOLOS NO PODEMOS”

“Soy bastante pesimista de por sí, me moriré y seguirá estando todo igual o habrá cambiado muy poco. Por supuesto que algo ha cambiado en Paysandú, con nuestra organización. Pero solos no podemos, es muy difícil, no tenemos potestades para hacer varias cosas”, lamenta y aventura que seguramente “vendrán otras ‘Lauras’, otra gente que sienta lo que uno siente y que se comprometa con este trabajo tan ingrato y doloroso”.

Pero aclara que “mientras quienes están en el poder no hagan los cambios y no consulten a la gente que hace años que está trabajando en esto, bancándose todo sin ayuda, este enorme problema que dejaron agigantar por falta de acciones no se solucionará, porque seguirán cometiendo errores y gastando recursos mal. Quien está en esto sabe el camino que hay que seguir”.

En este marco cita el problema de la tracción a sangre, que “¡deberían haberla erradicado ya!”

“No podemos seguir en esta sociedad con esta situación, viendo carros tirados por caballos circulando junto a vehículos de alta gama en plena ciudad. Tampoco debería haber caballos pastando en las calles, cinchando carros fleteros con grandes cargas o trabajando en hornos de ladrillo. Además no se cumple ninguna norma de tránsito, no tienen siquiera un ojo de gato, y muchas veces son menores los que los conducen, hasta contra flecha”.

SUS MASCOTAS

La casa de Laura es hogar transitorio para decenas de perros y gatos que, de permanecer cierto tiempo allí, ya se convierten en sus mascotas, porque cada uno tiene su nombre, su historia, sus sentimientos. Y ella los conoce perfectamente, hocico por hocico.

Mientras no se puedan ubicar en un hogar responsable, ella se ocupa de todos. Además de asegurar su alimentación y salud, se preocupa por destinar aunque sea unos minutos diarios a cada ser en particular, porque el cariño es parte fundamental de ese bienestar que tantas personas como Laura intentan garantizar a nuestros compañeros animales.