Mucho turismo para ofrecer

Hasta hace apenas veinticinco años, cuando se hablaba de turismo en Paysandú la única propuesta real y concreta era el “destino termal”, incluso reducido a las termas del Guaviyú, puesto que las de Almirón (“Guayabos” para ser correctos) estaban olvidadas con casi nulo desarrollo. La Meseta de Artigas era un campo solitario y lejano y, después de eso, no había nada más que sumase a la oferta.
Así y todo, las termas de Guaviyú eran una opción muy pobre, con unos pocos bungalows municipales con ningún servicio de calidad, por lo que el fuerte del centro termal se reducía al área de camping, en una suerte de destino “Cenicienta” del litoral termal frente a sus pares de Daymán y Arapey en el vecino departamento de Salto.
Con el pasar de los años y las sucesivas administraciones municipales, estos centros fueron mejorados paulatinamente, primero con el loteo de terrenos en Guaviyú con el fin de crear una población estable que sirviera al centro, así como para construcción de casas con destino turístico y de fines de semana, y la construcción de paradores y nuevas piscinas en Almirón más tarde. Después se agregaron los moteles privados y más adelante algunos hoteles, con la frutilla de la torta en el Salinas del Almirón, de cuatro estrellas.
Así y todo, seguíamos siendo un “destino termal” de tercera línea, muy por detrás de la región del Daymán –donde también están las termas privadas de San Nicanor, apenas en el límite de nuestro departamento— y a nivel nacional estábamos fuera del mapa del Ministerio de Turismo, para el que sólo existía Punta del Este, en menor medida el resto de la Costa Atlántica y Colonia y hacia el Norte, Salto y el abismo. Nada más.
Sin embargo, Paysandú siempre tuvo mucho más para mostrar y potencialmente, vender. Lugares que se pusieron en valor con el “Corredor de los pájaros pintados”, que buscaba visualizar la región con distintas propuestas en todos los departamentos que integraban el programa, entre las que se destacaba la colonia rusa San Javier en Río Negro, a solo 50 kilómetros de nuestra ciudad.
Paysandú capital también fue potenciada como un atractivo de verano por el Balneario Municipal, con distintas ofertas culturales en el Anfiteatro, el teatro Florencio Sánchez, el Espacio Gobbi, el carnaval, entre un sinfín de etcéteras, todo lo que hasta ese momento era ignorado por quienes no conocían Paysandú. Hacia el norte, como parte del proyecto –que contara con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)– se hicieron importantes mejoras en la Meseta de Artigas y se integró al Corredor, que buscaba unir los destinos turísticos en torno al río Uruguay y algunos afluentes, como es el caso del río Queguay, donde se potenció el turismo de naturaleza y canotaje con Guichón – Termas de Almirón y Lorenzo Geyres como centros de referencia.
Con el cambio de gobierno, como suele suceder con las políticas fundacionales todo eso se desechó, al menos en los papeles y los nombres, pero quedaron las infraestructuras creadas y lo más importante, el camino quedó allanado y los uruguayos ya conocen la oferta de la región.
Y si bien es una pena que se tire por la borda el trabajo de tantos años para imponer con gran éxito la marca “Corredor de los Pájaros Pintados”, al menos queda la satisfacción de que las nuevas autoridades continúen apostando al turismo por fuera del “Destino Termas” que, como es bien sabido, apunta a fortalecer la corriente turística hacia Salto, en detrimento de todo lo demás.
Es así que la actual intendencia sumó el Castillo Morató como atractivo de lujo a 140 kilómetros al Este de Paysandú, cruzando Paso del Sauce del río Queguay, un lugar lejano pero que por su mística atrae mucha gente.
Pero el Castillo Morató no es el único lugar con gran potencial turístico de nuestro departamento, y de hecho aunque suma –y mucho— a los intereses de Guichón, es aún bastante inaccesible para un paseo de un solo día, debido a la distancia a la que se encuentra y al camino de piedra y tosca que representa un gran desafío 4×4 para llegar hasta él.
En cambio, hay otros lugares que podrían incrementar sus visitas en mucho con muy poca inversión extra, y otros menos conocidos en los cuales está todo por hacer, pero de un potencial impresionante. Sin dudas, el primero de ellos es la Meseta de Artigas, donde ya se ha hecho mucho, pero encuentra un techo al no contar con alojamientos para alquilar. En ese sentido sin dudas que la propuesta de la Alcaldía de Chapicuy de realizar un nuevo llamado a interesados para brindar ese servicio es bienvenida, así como también es imperioso que vuelva a funcionar el centro de visitantes donde se atendía al turista y funcionaba una cafetería.
Más agreste pero bastante cerca geográficamente está el Saladero Guaviyú, abandonado a la buena de Dios. Un predio espectacular alrededor de las ruinas históricas del saladero con costa al río Uruguay. Allí también deberían construirse cabañas turísticas, quizás no tan lujosas pero que permitan a una pequeña familia disfrutar de una noche cómoda sin tener que recurrir a una carpa. Seguramente también serviría a muchos pescadores deportivos que podrían concurrir con sus embarcaciones. Si bien hay quienes van actualmente, lo hacen sólo quienes prefieren el campamento en carpa o casas rodantes, porque no hay oferta de bungalows.
También está para continuar desarrollándose Casa Blanca como destino turístico, a solo 15 kilómetros de Paysandú y por buen camino. Otro pueblo con un rico patrimonio histórico cultural en el cual el Corredor invirtió mucha energía y recursos, que no debería quedar en nada. Pero un poco más “abajo” hay otro rincón poco conocido por los sanduceros pero muy codiciado por muchos argentinos, que lo utilizan como balneario privado. Se trata de un inmenso arenal con dunas entre pinos marítimos de piña y pinocha. Visitarlo es como estar en la costa rochense, y cuesta creer que está a solo 10 kilómetros continuando el camino al barrio Bassotti de Casa Blanca, pero no tiene accesos por tierra. Está en el límite mismo del departamento, en la desembocadura del arroyo Negro. Quienes lo visitan concurren por agua en cualquier tipo de embarcaciones, la gran mayoría de Concepción del Uruguay, y aunque en Google Maps está marcado como “Camping El Pinar”, en los hechos no es un camping; pertenece a un campo privado y no tiene ningún tipo de servicios.
Sin dudas ese punto tiene un potencial tremendo tanto como balneario o, si las cotas lo permiten, para establecer un pueblo costero al estilo de Las Cañas en Río Negro. Soñando un poco más, se podría instalar un puerto deportivo en el arroyo con un destacamento de Prefectura para recibir visitantes de Argentina, que hasta podrían tener sus casas de verano allí; algo así como algunos barrios de Carmelo en Colonia.
Claro, todo eso habría que negociarlo con el propietario del terreno, que probablemente podría hacer un buen negocio en ese sentido, en tierras que hoy son improductivas.
En definitiva, Paysandú y la región tienen mucho más para ofrecer que el “Destino Termas” y sería una pena reducir todo a algo tan específico. Por lo que aún ante la decisión política de hacer desaparecer definitivamente el “Corredor de los Pájaros Pintados”, habría que rescatar todo lo bueno que éste dejó, y seguir construyendo en ese sentido.