Tensando al límite

Días agitados se están viviendo en Canadá, donde manifestaciones masivas han llevado contra las cuerdas al gobierno de Justin Trudeau. ¿La razón de las protestas? El Gobierno canadiense impuso la vacunación obligatoria contra la COVID-19 desde el 15 de enero para los camioneros transfronterizos. Los conductores extranjeros que no se hayan vacunado tienen prohibida la entrada al país desde esa fecha, y los camioneros canadienses no vacunados, deben cumplir una cuarentena de 14 días antes de reingresar al país. Esta medida es la misma que adoptó Estados Unidos una semana más tarde.

Los convocantes de las movilizaciones son camioneros organizados y las manifestaciones han reunido miles de vehículos de carga en la ciudad de Ottawa, capital del país, desde donde Trudeu y su familia debieron retirarse el fin de semana. Las estimaciones dicen que son 16.000 los camioneros que cruzan habitualmente a Estados Unidos sin contar con la pauta de vacunación, es decir, un 15% del total.

La movilización convocó a choferes de varias partes del país, incluso algunas bastante apartadas como British Columbia o Saskatchewan, literalmente en el otro extremo del helado gigante del norte, casi 4.000 kilómetros.
Trudeau calificó las protestas como “inaceptables” y reiteró que los camioneros “deben vacunarse o dejar de cruzar la frontera”. A su juicio “los canadienses se preocupan por su libertad, por sus derechos, y saben que la mejor manera de protegerlos es acabar con esta pandemia”.

Pero no se puede decir que, aun a pesar de los inconvenientes que está ocasionando, sea una protesta impopular. Una campaña en la plataforma GoFundMe recaudó unos 6 millones y medio de dólares en apoyo a los choferes, para solventar sus gastos de alimentación, combustible y alojamiento –por más que no los ha liberado totalmente–.
De hecho se han producido numerosos llamados a que el gobierno dé marcha atrás con esta medida, incluso por parte de personas que no son manifiestamente antivacunas, como los gobernadores de Alberta, Saskatchewan y Manitoba. El líder opositor Erin O’Toole, del Partido Conservador, pidió a las autoridades federales que autoricen a los camioneros no vacunados someterse a pruebas rápidas de detección. El trasfondo de todo esto es que a la movilización de los camioneros la copó un movimiento canadiense que se opone a la vacunación contra la COVID-19: Canada Unity, y detrás de ellos incluso otros movimientos que levantan otros intereses. A través de las redes sociales se ha exhibido el respaldo desde distintos grupos de numerosas partes del mundo a este convoy.
Figuran en la lista miembros de los “chalecos amarillos” franceses, y promotores de la independencia de la provincia de Alberta. Incluso el expresidente Donald Trump y el excéntrico millonario Elon Musk publicaron mensajes de apoyo a los camioneros canadienses.

Durante el fin de semana fue necesario colocar vallas en el entorno del parlamento, mientras que Trudeau y su familia fueron trasladados desde la capital.

La policía de Ottawa ha señalado que la manifestación se ha llevado a cabo de forma pacífica, por más que la ministra de Defensa, Anita Anand, condenó que parte de los manifestantes bailara sobre el Memorial dedicado a los veteranos de guerra.

Estos episodios están siendo tomados por muchos activistas de los movimientos antivacunas como un ejemplo de cómo se debe reaccionar y el anuncio de la víspera de que el primer ministro contrajo COVID-19 se presenta como una muestra de debilidad de parte del gobierno, que todavía no le encuentra una salida a esta crisis.
Desde que se comenzaron a aplicar las vacunas el debate sobre si la vacunación debiera ser obligatoria, al menos para algunos sectores específicos y claves de la sociedad, ha estado presente.

Cada tanto vuelve a reclamarse esta medida incluso en nuestro país, pese a que el gobierno ha sido más que claro en que el concepto de libertad responsable es el que se aplicará hasta las últimas consecuencias, dejando en manos de cada individuo la decisión de inocularse, por más que se recomienda hacerlo, y con mucho énfasis.

Esto que está ocurriendo en Canadá es un problema y un ejemplo de cómo un gobierno lleva las cosas demasiado lejos. Trudeu, que fue presentado durante algunos años como un modelo de gobernante moderno y popular, tomó una medida que desencadenó una reacción en la que los movimientos negacionistas encontraron un hueco.

Al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, ya hay versiones de grupos de camioneros que se están organizando para llevar adelante sus propias protestas, y allí recordemos que la situación es aún de tensión: hace apenas poco más de un año que movimientos identificados con el expresidente Trump, que comparten en general la plataforma negacionista y antivacuna, tomaron en Capitolio, a pocos días de la asunción de Joe Biden.

Visto desde este Sur nuestro, resulta sorpresivo que esto esté ocurriendo en estos países, que solemos llamar “desarrollados”, pero a la vez también demuestra la capacidad que pueden llegar a cobrar estos movimientos, que suelen ser objeto de descrédito y hasta burlas en las redes sociales. Quizás sea hora de irlos tomando más en serio.