El cuidado del Alzheimer y la demencia requiere paciencia y flexibilidad, con el fin de reducir la frustración y crear un ambiente seguro.
El doctor Marcelo Luaces, integrante del equipo técnico de Atención de Alzheimer Paysandú (ADAP), explicó que las tareas de un cuidador aumentarán conforme avance la enfermedad en el paciente. Con el fin de administrar las tareas con eficiencia, explicó a Pasividades que uno de los pasos fundamentales es tratar de reducir las frustraciones.
“Una persona con demencia puede agitarse cuando las tareas que antes eran simples se vuelven difíciles. Para limitar los desafíos y aliviar la frustración hay que programar sabiamente y establecer una rutina diaria. Algunas tareas, como bañarse o las citas médicas, son más fáciles cuando la persona está más alerta y descansada”. Es posible un poco de flexibilidad para las actividades espontáneas o en días particularmente difíciles.
El cuidador debe “tomar el tiempo que necesite y anticipar que las tareas pueden tomar más tiempo del que solían tomar y darse tiempo para descansar durante las tareas”.
Involucrar a la persona
El cuidador puede “permitir que la persona con demencia haga todo lo posible con la menor cantidad de ayuda. Por ejemplo, podría ser capaz de poner la mesa con la ayuda de señales visuales o vestirse con independencia si le colocan la ropa en el orden en que se la pone”. Es posible, además, “ofrecer opciones pero no demasiadas, todos los días. Por ejemplo: dos trajes para elegir, o preguntarle si prefiere una bebida fría o caliente, dar un paseo o ver una película”.
Es necesario que la persona reciba instrucciones sencillas, en tanto los pacientes con demencia “entienden mejor la comunicación clara y en un solo paso”. Evitar “siestas múltiples o prolongadas durante el día, para minimizar el riesgo de que se reviertan los días y las noches. También es importante reducir las distracciones, apagar el televisor u otras, a la hora de comer y durante las conversaciones, para que la persona con demencia pueda concentrarse más fácilmente”.
El paso del tiempo volverá más dependiente a una persona con Alzheimer. “Para reducir la frustración, el cuidador deberá mantenerse flexible, adaptar su rutina y expectativas. Por ejemplo, si la persona tiene la costumbre de usar el mismo atuendo todos los días, es posible comprarle algunos atuendos idénticos. Si se resiste a bañarse, deberá hacerlo con menos frecuencia”.
Entorno seguro
La demencia afecta el juicio y habilidades para resolver problemas, lo que aumenta el riesgo de sufrir lesiones. Con este fin, deben evitarse las caídas por “alfombras sueltas, cables de extensión y cualquier desorden que pueda causar caídas. Instalar pasamanos o barras de apoyo en áreas críticas”.
“Usar cerraduras en los gabinetes que contengan cualquier cosa potencialmente peligrosa, como medicamentos, alcohol, armas, sustancias de limpieza tóxicas, utensilios y herramientas peligrosas”.
El asistente tiene que comprobar la temperatura del agua, “bajar el termostato del calentador de agua para evitar quemaduras, tomar precauciones de seguridad contra incendios, mantener fósforos y encendedores fuera de su alcance. Si la persona con demencia es fumadora, siempre debe controlar cuando fuma y asegurarse de que haya un extintor de incendios de fácil acceso”.
Los pacientes con Alzheimer experimentan síntomas y avances de la enfermedad de manera diferente, por lo tanto la atención se transforma en un trabajo de 24 horas al día. Asimismo, es necesario visualizar los signos del estrés que padecen los cuidadores de una persona con demencia. “El estrés del cuidador puede provocar irritabilidad, ira, cansancio, retraimiento social, ansiedad, depresión y otros problemas. Es importante recordarle que no tiene que hacer este trabajo en forma solitaria y que la mejor manera de brindarle atención a alguien más es cuidarse a sí mismo primero”, concluyó.