Curarse en salud

El Sistema Nacional de Emergencia (Sinae), organizó en las instalaciones del Instituto de Adiestramiento Aeronáutico en Melilla un curso de actualización dirigido a pilotos agrícolas, con el objetivo de “sumar recursos humanos capacitados a los que poder recurrir en caso de una situación de emergencia”. Esta instrucción, que se llevó a cabo entre los días 13 y 15 de junio, busca de alguna forma tener a mano un recurso que pudo haber prestado una gran mano en la prevención de los enormes incendios forestales que afectaron nuestro departamento a comienzos de este año.
Se trata de una actualización para pilotos agrícolas que puedan ser llamados a actuar en eventuales situaciones de emergencia, y se enmarca en lo que se definió como una estrategia de preparación frente a posibles incendios forestales, que el Sinae encara “en tiempos de calma y de manera interinstitucional e intersectorial, para prepararse para gestionar eficaz y eficientemente posibles emergencias”.

Es sabido que los incendios forestales y de campo son de los principales riesgos de nuestro país en épocas estivales o en condiciones de sequía. Más allá que cada verano se monta un complejo sistema de prevención que involucra la participación de avionetas y helicópteros, este año se decidió, a falta de varios meses para que comience la etapa del año más complicada desde el punto de vista del riesgo, llevar a cabo un trabajo coordinado entre distintos organismos públicos y actores privados. En marzo se coordinó esta estrategia entre la Dirección Nacional de Emergencias (DNE), la Dirección Nacional de Bomberos (DNB) y Fuerza Aérea Uruguaya (FAU-Dinacia) junto a la Sociedad de Productores Forestales (SPF) y la Asociación Nacional de Empresas Privadas Aeroagrícolas (Anepa), de cara a la temporada 2022-2023.
Allí se acordaron algunas líneas de trabajo como el ajuste y la actualización de los protocolos y procedimientos de actuación, de forma que todos los actores tengan presente un programa común. También se resolvió realizar un mapeo de los recursos a disposición en caso que sea necesario hacer frente a un incendio forestal o de campo, así como la implementación de cursos y capacitaciones, como la realizada.

A lo largo de esta instrucción se trabajó con los pilotos en variados temas, que exceden los que puntualmente tienen que ver con los incendios, como “etiquetas y fitosanitarios; almacenamiento, derrames y primeros auxilios; destino ambiental y ecotoxicología; mezclas y compatibilidad; la importancia de trabajar con buenas prácticas agrícolas y conciencia agropecuaria”.
Por supuesto que también se trabajó en asuntos más específicos como “Teoría del fuego y formas de transmisión del calor; la gran triada (combustible, tiempo atmosférico y topografía); geometría de los incendios y tipos de incendios”. Al igual que se trabajó en la “organización del personal para el combate de incendios; la organización de bomberos para el combate de incendios forestales (decreto 436/07–Soprif); gerenciamiento del espacio aéreo en zona de incendios COA; área de acción y protocolo de trabajo en incendios forestales y experiencias de empresarios en el exterior”. Además se abordaron otros aspectos como “estadísticas de incendios forestales, detección, características del Plan de Protección de SPF y el uso de los medios aéreos como apoyo al combate terrestre de los incendios forestales” y hubo asimismo un apartado respecto a incendios forestales: “su historia, impacto y respuesta; aeronaves y equipos, generalidades y logística, demostración de aeronaves y equipos, comunicaciones, grilla de incendios, tipos de lanzamientos”.

Es saludable, por supuesto, que se tomen estas precauciones, y que el sistema se empiece a aceitar con tantos meses de anticipación a la posibilidad de una emergencia como la que presenciamos este año, que esperemos no se repita y que no haya necesidad de apelar a esta respuesta, pero, como quedó en evidencia, supone un elevado riesgo en determinadas condiciones, en especial para algunas poblaciones rodeadas de una enorme cantidad de biomasa combustible. Es también oportuno recordar que ya hubo determinaciones desde el gobierno respecto a las distancias mínimas para plantíos forestales desde centros poblados.
Pero hay otras recomendaciones que, en su momento, realizaron expertos consultados por EL TELEGRAFO, a la vista de lo acontecido y que también se deben tener en cuenta. Entre ellas la posibilidad de contar con pistas de aterrizaje y despegue de aeronaves en zonas estratégicas y disponer de productos específicos para estas tareas, como espumas retardadoras o enfriadores que ayudan a combatir un fuego con efectividad.

Esto, ni se diga, tiene que ver con la asignación de recursos para este propósito, pero en cualquier caso va a ser más económico que invertir –como hubo algunas sugerencias en pasado verano en medio de la crisis-– en un enorme avión, caro, de caro mantenimiento, caro de operar, con acaso pocos pilotos conocedores de su operación y con poca experiencia y, no es un detalle menor, con poco uso alternativo, y que en definitiva de capacidad tiene lo mismo que tres pequeñas aeronaves de uso agrícola.