Dietas frías son “potencialmente riesgosas” para disminuir impacto del estrés calórico

Doctor Fernando Bargo.

Las vacas lecheras generan un abanico importante de respuestas comportamentales y fisiológicas para disminuir el impacto del estrés calórico. Principalmente reducen el consumo de materia seca como respuesta inicial, pero esto solo explica un porcentaje menor de la disminución de la respuesta productiva. “Los cambios en el metabolismo de los carbohidratos son en gran medida los responsables de los cambios productivos”, señaló en el marco de las 49ª Jornadas Uruguayas de Buiatría el doctor Fernando Bargo.

El médico veterinario argentino señaló que la evidencia actual y el conocimiento de la respuesta fisiológica de los animales al estrés calórico “establecen que las dietas frías son potencialmente riesgosas para el animal y que consecuentemente, una reducción de los niveles de almidón en la dieta y un aumento de la digestibilidad de la fibra pueden considerarse como una estrategia válida para disminuir el impacto del calor en vacas lecheras de alta producción”.

En su exposición, el profesional explica que el ganado vacuno, así como otros mamíferos y aves, son homeotermos. Estos poseen la capacidad de mantener su temperatura interna constante dentro de ciertos límites independientemente de la temperatura ambiental. Dichos límites determinan la Zona Termoneutral en la cual la productividad es máxima. Fuera de esos límites los animales presentan cierto grado de estrés dependiendo de la intensidad de los factores que lo generan. Se puede definir al estrés como la acción de estímulos nerviosos y emocionales provocados por el ambiente sobre los sistemas nervioso, endocrino, circulatorio y digestivo de un animal, produciendo cambios medibles en los niveles funcionales de estos sistemas. En general, el ganado lechero es más sensible al estrés por calor y más resistente al estrés por frío.

El estrés calórico resulta de la incapacidad de los animales para disipar suficiente calor hacia el ambiente y así mantener la homeotermia; afecta directa e indirectamente el consumo de alimento, la temperatura corporal del animal, los requerimientos de mantenimiento, procesos metabólicos, la eficiencia de conversión de alimento a leche, la producción de leche, la performance reproductiva, el estado sanitario y el comportamiento y bienestar animal.

IMPACTO EN VACAS LECHERAS

La temperatura no es el único parámetro meteorológico que afecta la intensidad del estrés calórico. El índice de temperatura y humedad se ha utilizado ampliamente como indicador del grado de estrés calórico sufrido por un animal. Este involucra no solo a la temperatura ambiente, sino también la humedad relativa.

El estrés calórico afecta de dos maneras a las vacas lecheras, por un lado, en la reducción del consumo de alimento, y por el otro en una disminución en la eficiencia de conversión de alimento a leche. Esta última se da por un incremento en los requerimientos de mantenimiento debido a la activación de procesos termoregulatorios para mantener la homeotermia.

Esta energía extra utilizada para la termorregulación contrarresta otros procesos fisiológicos como la producción de leche. Las principales vías de disipación del calor son el jadeo y la transpiración, conocidas como enfriamiento evaporativo. En condiciones de excesiva temperatura ambiente y humedad relativa, estas vías se ven reducidas, y la vaca lechera ingresa en un estado de estrés calórico aumentando su temperatura corporal y ritmo respiratorio. Esto provoca un mayor costo energético, incrementando los requerimientos diarios de mantenimiento del animal entre un 7 a un 25%

ESTRÉS CALÓRICO Y EFICIENCIA DE LA PRODUCCIÓN

Cuando las vacas se encuentran en estado de estrés calórico, hay una mayor utilización de energía para mantenimiento celular, lo cual provoca un exceso de calor metabólico. Por lo tanto, es fundamental que haya un intercambio de calor desde el animal hacia el ambiente que lo rodea para mantener una óptima temperatura corporal. Una relación inversa se ha observado entre diferentes hormonas metabólicas como tiroide, somatotropina y prolactina. Estas hormonas son las responsables de un mayor uso de energía para el mantenimiento celular y producción de calor metabólico, una menor motilidad intestinal y un menor flujo sanguíneo hacia el sistema digestivo.