La energía del futuro

En las últimas semanas han estado muy presente en los medios de comunicación noticias sobre el hidrógeno verde, una carrera energética que ya comienza a vislumbrarse entre las grandes multinacionales del mundo y en la que Uruguay también está preparando el terreno.
El hidrógeno verde se produce a partir de agua y energías renovables. Está previsto su uso para el transporte, la energía térmica e industrial y materias primas, con la finalidad de propiciar la descarbonización.

No obstante, no se trata solo del sueño de una economía verde basada en el hidrógeno como combustible, una forma de descarbonizar, de dejar de generar gases de efecto invernadero provenientes de combustibles fósiles y de avanzar hacia otra alternativa cien por ciento sostenible para generar energía, sino que también involucra lo que se espera que sea el gran negocio mundial de energía del futuro.
El objetivo es diseñar y llevar a cabo grandes proyectos con inversiones millonarias para generar grandes concentraciones de electricidad de matriz renovable, convirtiéndolas en productos químicos o combustibles limpios que puedan enviarse a todo el mundo para ser utilizados en todo tipo de vehículos como camiones, barcos y aviones. Como en toda carrera, muchos buscan llegar primeros para obtener ventajas en el mercado global. En este sentido, gigantes de Estados Unidos y Europa están planificando megaproyectos para configurar lo que será en algunos años la nueva industria energética.

En un reciente artículo Bloomberg da cuenta del proyecto Asian Renewable Energy Hub, de 36.000 millones de dólares, que pretende instalar 26 gigavatios de parques solares y eólicos en una vasta franja de 6.500 kilómetros en Australia Occidental, y utilizar la electricidad generada para dividir las moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno.
Por su parte, TotalEnergies SE se ha unido al conglomerado del multimillonario indio Gautam Adani en una empresa que pretende invertir hasta 50.000 millones de dólares en los próximos diez años en hidrógeno verde. Se estima que en poco tiempo Shell Plc le siga con un megaproyecto propio y por eso está buscando un lugar donde haya suficientes recursos eólicos y solares para un proyecto a gran escala.

Por su parte, China planifica contar con un millón de vehículos que utilicen pilas de combustible de hidrógeno para fines de 2030, previéndose que su producción alcance los 155.000 millones de dólares para 2025, según la Alianza del Hidrógeno de China.
En tanto, en Japón Toyota Motor Corp ha invertido fuertemente en tecnología de celdas de combustible y es líder mundial en estaciones de reabastecimiento de hidrógeno, mientras que Corea del Sur está construyendo abastecimiento de combustible y otra infraestructura en seis ciudades donde espera hacer del hidrógeno la principal fuente de energía para 2025.
A nivel del transporte también se están haciendo pruebas, como es el caso de Volvo Trucks que el año pasado introdujo la propuesta del camión eléctrico FL y ahora añade pruebas con los primeros camiones impulsados por pilas de combustible alimentados por hidrógeno con una autonomía similar a la de un vehículo diesel, de aproximadamente 1.000 kilómetros y un tiempo de carga de 15 minutos, que –según las previsiones de la empresa– podrían estar a la venta para finales de la presente década.

En el Cono Sur, la empresa estadounidense MMEX Resources Corporation, a través de un acuerdo tecnológico con Siemens Energy, invertirá 500 millones de dólares para producir hidrógeno verde en Tierra del Fuego, Argentina, con el objetivo de generar entre 120 y 190 millones de exportaciones anuales a partir de su entrada en funcionamiento en 2025.
Por su parte, Uruguay trabaja para desarrollar una estrategia nacional de hidrógeno verde, con una producción que se proyecta a 2040. La estrategia del gobierno se enmarca en las metas globales de descarbonización para el año 2050 y también la integran el Ministerio de Economía y Finanzas y el de Transporte y Obras Públicas. Además, le brindan apoyo técnico Ancap, UTE y el BID.
Según explicaron las autoridades, la base de esta segunda transición energética son las transformaciones concretadas en la última década, que permitieron a nuestro país descarbonizar, casi en su totalidad, su matriz eléctrica y alcanzar un 97% de participación de energías renovables. En ese sentido, la calidad, abundancia y complementariedad de los recursos eólico y solar del país permitirán alcanzar costos competitivos para la producción de hidrógeno a escala.

Se entiende que la estabilidad jurídica del país y su marco regulatorio abierto en materia de inversiones y finanzas benefician el desarrollo de este producto.
Se prevé que la producción de hidrógeno y sus derivados represente, hacia el 2040, una facturación aproximada a los 2.000 millones de dólares anuales, proyectándose el desarrollo de esta industria genere unos 35.000 puestos de trabajo directos en la construcción de plantas, su operación y mantenimiento, logística y educación técnica.
Las aspiraciones de Estados Unidos, países europeos y del Este asiático, que estiman una importante demanda de hidrógeno animan a Uruguay a ubicarse como exportador competitivo de hidrógeno verde.

No es una meta ilusoria dado que la Agencia Internacional de la Energía prevé que el consumo de hidrógeno verde se multiplique por seis para 2030 y la Comisión Europea estima que supondrá el 10% de la demanda energética de la Unión Europea en 2050, frente al 2% actual. En este sentido, sería una alternativa especialmente utilizada en sectores en los que será difícil utilizar energía eléctrica, como los procesos a alta temperatura en industrias químicas y siderúrgicas y como combustible para camiones o barcos.
El pasado 14 de junio el Ministerio de Industria, Energía y Minería publicó el plan de implementación del hidrógeno verde y sus derivados –que está disponible para recibir aportes y opiniones de la ciudadanía en general–, elaborado en colaboración con el sector privado, la academia y la sociedad civil en lo que el gobierno nacional denomina “la segunda transición energética”.
Con grandes previsiones mundiales de cambio en la matriz energética hacia una tecnología que no se sabe a ciencia cierta si podría alcanzar todo su potencial y que aún debe demostrar que es comercialmente viable, la decisión de Uruguay representa un enorme desafío pero también una gran oportunidad que es necesario considerar con visión de largo plazo y perspectiva de futuro.