Ordenamiento territorial y “respeto a la naturaleza” para un desarrollo sostenible

El conversatorio sobre ordenamiento territorial fue efectuado en la sede de AECO.

El Cenur Litoral Norte, junto al Grupo de Estudios Territoriales, el Movimiento en Defensa de la Costa y la Intersocial de Paysandú organizaron un conversatorio denominado “Instrumentos de Ordenamiento Territorial ¿Es posible un desarrollo ambientalmente sostenible sin ordenamiento territorial?”, con la presencia del arquitecto Roberto Villamarzo.
El experto enmarcó su análisis en la legislación vigente sobre el Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible. Consultado sobre el Master Plan de obras para la zona costera de Paysandú –a cargo de la empresa Office for Metropolitan Architecture (OMA)– señaló que conoce “lo poco que se sabe”.

La ley

La Ley de Ordenamiento Territorial “tuvo pequeños retoques a lo largo de los años y tiene nueve intervenciones en algunos artículos puntuales que no han cambiado lo esencial de la ley, que es de avanzada en América Latina e impone algunas condiciones para la gestión territorial. En particular, tal como lo dice el título de la ley, el desarrollo sostenible de los territorios”, dijo Villamarzo a EL TELEGRAFO.
El arquitecto consignó que el desarrollo sostenible implica “la sustentabilidad ambiental pero también, la social y económica. Es decir, la sostenibilidad entendida desde el año 1987 por las Naciones Unidas y es que lo que haga esta generación, no hipoteque el bienestar de las generaciones futuras. Por eso implica no solo los temas ambientales sino también la sostenibilidad económica y social de lo que se hace”.
Según el invitado, conciliar el desarrollo urbano con la sostenibilidad ambiental “es un esfuerzo que tiene la sociedad de Paysandú de garantizar eso en el territorio. Y el que tiene derecho a equivocarse, en todo caso, es la sociedad”.
Reconoció que “en todos los lugares heredamos situaciones que hoy no se hubieran hecho. Por ejemplo, para el manejo de las crecientes del río aconsejaría una estructura urbana diferente para una ciudad como Paysandú. Eso pasa, en general, en todas las franjas costeras”.
De acuerdo a Villamarzo, ocurre “no solo por las consecuencias del cambio climático en el que estamos inmersos, sino por la naturaleza dinámica de las zonas costeras. Son las zonas de mayor comportamiento poco previsible de los ecosistemas. Entonces, registramos temporales que destruyen casas. Entonces preguntamos quién se equivocó. Y es el que puso la casa ahí, porque no podemos echarle la culpa a la naturaleza”.
Opinó que “debe existir una capacidad de prever un futuro de cambio. El principio precautorio es una de las claves y eso puede hacerse con un estudio racional y hasta donde el conocimiento alcance, para no cometer errores como lo hicieron las generaciones pasadas”.
Preguntado sobre la ocupación de los territorios costeros por las poblaciones con mayores vulnerabilidades, Villamarzo apeló a “una convivencia con la naturaleza. Para eso hay que conocerla, respetarla y dejarle espacio para su desarrollo”.
Ejemplificó que “un humedal no es una tierra sin valor, sino que es una de las cosas más valiosas que tenemos. Hay que dejarlo en paz porque, además, tiene servicios ecosistémicos y una función en el territorio. Intervenir un humedal es delicado y las experiencias terribles de algunos humedales desecados como el arroyo Carrasco –en el caso de Montevideo–, es una experiencia que no debemos repetir”.

Vivienda

Consultado sobre el énfasis en el respeto a los espacios ante un déficit habitacional estimado en más de 70.000 viviendas, Villamarzo subrayó la necesidad en “no consumir más territorio. En Uruguay tenemos las densidades de ocupación de los territorios más bajas de América Latina. Tenemos que densificar nuestras ciudades, aprovechar las áreas urbanas que ya tienen todos los servicios y no seguir creciendo la ciudad. Es aumentar la densidad construyendo en altura”.
Al evaluar las edificaciones de las ciudades explicó que “muchas se hicieron por ignorancia, por comportamientos naturales y otras veces por excesiva ambición. Por dividir la tierra en lotes se pagaron fortunas sin importar lo que ocurría con la naturaleza y que después, apañen aquellos que vengan. Por eso, la voluntad política es la clave, porque la gestión del territorio es política siempre”.