Buscar en Internet una tranquilidad que nunca llega

En el año 1729, Nicholas Robinson escribió sobre los “miedos no pertinentes o infundados” del paciente, por lo que decididamente no se trata de algo nuevo. En la actualidad, sin embargo, “hipocondría” suele significar algo más que eso: es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal u otro signo que aparezca en el cuerpo. Puede desencadenarse por ejemplo, por lunares, pequeñas heridas, toses, incluso latidos del corazón. Aunque el médico le asegure que no tiene nada, el hipocondríaco solamente se queda tranquilo un rato, pero su preocupación vuelve. Este trastorno de ansiedad por enfermedad (hipocondriasis) o ansiedad por la salud, es la preocupación excesiva por tener o poder contraer una enfermedad grave. Es posible que la persona ni siquiera tenga síntomas físicos. O bien, puede creer que las sensaciones corporales normales o los síntomas menores son signos de una enfermedad grave, aunque un examen médico exhaustivo lo descarte y pese a haber desfilado por los consultorios de varios especialistas. Los hipocondríacos tienden a prestar gran atención a su cuerpo, a sus síntomas, y a autodiagnosticarse a partir de la interpretación errónea de ellos. Aunque las condiciones de vida y la atención en la salud cada vez son mejores y hacen que nuestra esperanza de vida sea mayor, el miedo a enfermar (la hipocondría) es cada vez más común. Esto es debido a diversas patologías muy comunes, como el actual coronavirus, el cáncer, o el Alzheimer, por ejemplo. Este miedo nos lleva a buscar información, ahora mucho más accesible gracias a Internet. La red de redes nos brinda la posibilidad de buscar en cualquier momento información del ámbito médico, y eso puede exacerbar la ansiedad. Fue en este contexto que surgió el concepto de “Cibercondría”. Hoy, si nos sentimos mal, no es raro intentar encontrar en Internet alguna respuesta. El problema con esto, es que en internet hay de todo y una cosa lleva a la otra, por lo que empezó con un “por qué me duele el codo”, puede resultar (en la red) en una enfermedad terminal. Por eso, la búsqueda excesiva y repetida de información médica puede ser confusa e incluso peligrosa.
Durante la pandemia, las búsquedas se hicieron mucho más intensas. La ansiedad se vio exacerbada por las condiciones vividas como el distanciamiento social, la restricción de actividades, la incertidumbre económica y el exceso de información al que fuimos expuestos. Dejando de lado ese momento especial, los pensamientos de quienes sienten esa ansiedad por la salud pueden llevar a sobreestimar síntomas benignos, temiendo que sean indicadores de una patología grave. Así como la búsqueda de información puede ayudar momentáneamente a calmar la ansiedad y los pensamientos intrusivos, su efecto es efímero. Probablemente todos hemos realizado alguna búsqueda en internet relacionada con temas de salud y esa búsqueda de información y de soluciones en sí no es negativa, de hecho, es parte de nuestra esencia. Sin embargo, podemos entrar en un circuito de búsquedas insaciables y obsesivas que lejos de tranquilizarnos, aumentan nuestra ansiedad. En algunos casos, la búsqueda puede iniciarse porque un paciente no confía en la respuesta de un médico, o porque la respuesta que recibió no coincide con lo que él cree. Otro de los aspectos negativos de estas búsquedas, es la probabilidad muy factible de encontrar información falsa, incompleta o que no se ajuste a lo que la persona está viviendo, y pese a eso puede creérsela, pero aún si la información encontrada es correcta, se puede caer en una mala interpretación por no tener los conocimientos médicos necesarios. En esta línea, algunos estudios señalan que el ser humano tiende a sentirse identificado con descripciones ambiguas y a ponerse siempre en la peor posibilidad. Por ello, es importante siempre recurrir a fuentes fiables y mantener un espíritu crítico frente a una potencial mala interpretación de la información encontrada.

¿Qué hacer?

Claro que es importante preocuparse por nuestra salud y la de las personas que nos importan y conocer algunos síntomas para identificar posibles problemas y actuar con tiempo. Sin embargo, cuando esta actitud es patológica se debe actuar para racionalizarla. Para ello, es recomendable utilizar técnicas de relajación para aprender a controlar e interpretar los síntomas, técnicas de distracción y técnicas de control emocional. Cuando existe una preocupación respecto a la salud, sin duda lo más eficiente es consultar a un médico, quien evaluará el caso en particular. Complementariamente a lo anterior es importante que el paciente sea abierto en comentar sus dudas y creencias. En este sentido, es esencial la relación de confianza médico-paciente. En caso de que la preocupación persista o aumente y en caso de no calmarse con la consulta médica y la opinión de un doctor, se sugiere considerar la opción de consultar a un psicólogo o psiquiatra para discutir la posibilidad de que se trate de una manifestación de ansiedad.

¿Cómo puede afectar a nuestra salud?

Cuando una persona padece cibercondría o hipocondría digital, su actividad no se limita a una simple consulta en internet. Debido a esta continua preocupación, la hipocondría, y también su variante cibernética, genera grandes niveles de ansiedad y estrés, así como bajo ánimo y miedo. Las personas hipocondriacas invierten mucho tiempo y esfuerzo en buscar información que confirme sus sospechas, realizan continuas visitas a médicos y si se sienten contradichos buscan otros profesionales. Cuando el trastorno es más severo, la persona afectada puede sufrir un deterioro de las relaciones personales y laborales y dejar de realizar actividades por miedo a que su salud empeore.
Aunque la información sea veraz y contrastada por médicos, en los casos de las personas con cibercondría este acceso a la información es contraproducente, porque creen que han descubierto lo que les afecta sin necesidad de atención médica e incluso pueden automedicarse.

En nuestra defensa (la suya y la mía), diré: el que nunca haya buscado en internet un posible diagnóstico para un conjunto de síntomas, que arroje la primera piedra. Tener esta posibilidad a mano puede ser de ayuda y, con la misma facilidad, puede ser la herramienta más dañina, sobre todo si quien la utiliza sufre de ansiedad, o tiende a la ansiedad. ¿Por qué? Porque el buscador arrojará como diagnósticos para un dolor de cabeza tanto la carencia de descanso apropiado, como estrés o un tumor cerebral, a la vez que sugerirá posibles tratamiento que varían desde los remedios naturales (generalmente inocuos, pero no siempre), hasta el consumo de medicamentos que se extienden bajo prescripción médica. El problema empieza a aparecer cuando decidimos depositar mayor confianza en la información que recabamos de internet, que en nuestros médicos tratantes.

Riesgos de la cibercondría

Los motores de búsqueda web tienen el potencial de aumentar las preocupaciones médicas. Un estudio mostró que la escalada de las búsquedas está asociada con la cantidad y distribución de contenido médico visto por los usuarios, la presencia de terminología en las páginas visitadas y la predisposición de los usuarios a aumentar sus preocupaciones en lugar de buscar explicaciones más razonables para las dolencias.

Además de inducir a la ansiedad, la cibercondría puede resultar realmente onerosa si quien la presenta exige que se le realicen pruebas médicas costosas, como resonancias magnéticas y tomografías computarizadas, u otras que también las ponen en riesgo de otras afecciones. A su vez, los cibercondríacos podrían estar más inclinados a comprar tratamientos falsos online. Es mucha la cantidad de sitios web que ofrecen datos y terminan vendiendo cosas. Quieren que el lector tenga miedo, y no existe una regulación al respecto.

Por otro lado, estudios han señalado que herramientas como las aplicaciones de smartphones utilizadas para evaluar el perfil de riesgo de los lunares mostraron una gran variabilidad en su capacidad para diagnosticar con precisión el melanoma. El hecho de que tales aplicaciones sean a menudo gratuitas hace que las personas de bajos ingresos se encuentren en una desventaja particular, ya que probablemente sustituyan la visita a un médico por una aplicación que brinda información incorrecta.

Cómo evitar la cibercondría

Quienes son propensos a la ansiedad por la salud, hay ciertas cosas que pueden hacer para evitar la cibercondría: en primer lugar solicitar un turno con su médico. Los médicos son muy buenos para saber cuándo algo es muy serio. Hay una gran área gris de dolores y molestias de los que nunca conoceremos realmente la causa, y ahí es donde los ciberdondríacos se meten en problemas. Se aconseja tener presente que los síntomas comunes son comunes, que no todos los dolores de cabeza son tumores cerebrales. Es recomendable agendar citas regulares para visitar a los médicos en intervalos frecuentes y plantear en la consulta todas las inquietudes. Otro consejo es silenciar todos los comerciales sobre medicamentos. Las compañías farmacéuticas están legalmente obligadas a enumerar todos los posibles efectos secundarios de los medicamentos, pero cuando se transmiten por televisión, o como publicidad en videos de YouTube (por ejemplo), tomar conciencia de lo que nos pone ansiosos, es la mitad de la batalla para superar la cibercondría.

La preocupación constante por la salud es agotadora, y nada de esto es de ayuda pues el valor de la información que recabemos dependerá de la seriedad de la fuente de la cual la obtengamos. Es relevante optarpor sitios web creíbles, evitar los blogs y los grupos de apoyo online y en su lugar, consultar sitios web confiables, como los que terminan en .gub y .edu. En conclusión, la sugerencia es que si realmente usted siente que tiene cibercondría, debería considerar la terapia cognitiva conductual y la consulta con un psiquiatra para evaluar si resulta apropiado incorporar medicación que ayude a superar la ansiedad y las tendencias obsesivas compulsivas. La distracción es a menudo algo maravilloso cuando se trata de evitar problemas de salud, volver a las bases, a los pilares de la salud: comer saludablemente y mantenerse activo. En general, podemos mantenernos saludables incorporando estos hábitos.