Salud mental: cómo superar estigmas, discriminación y avanzar en el tratamiento de las enfermedades

Las creencias sobre las enfermedades mentales pueden provocar problemas importantes y crear estigmas. “Un estigma sucede cuando alguien ve a otro de manera negativa por alguna característica distintiva o por un rasgo personal que se considera, o de verdad es, una desventaja. Lamentablemente, las creencias y las actitudes negativas hacia las personas que tienen alguna afección de la salud mental son frecuentes”, dijo a Pasividades el doctor Marcelo Luaces, integrante del equipo técnico de Atención de Alzheimer Paysandú (ADAP)”.
El estigma puede dar lugar a la discriminación. “La discriminación puede ser evidente y directa, por ejemplo, si alguien hace un comentario negativo sobre la enfermedad mental o sobre el tratamiento. O también, puede ser no intencional o sutil, como cuando alguien evita a otro porque asume que podría ser inestable, violento o peligroso a causa de su enfermedad mental. Es posible que la otra persona termine juzgándose a sí mismo.

NOCIVOS

Algunos de los efectos nocivos del estigma comprenden la resistencia a buscar ayuda o tratamiento, así como “menos oportunidades laborales, o de participación en actividades escolares o sociales, o problemas para encontrar una vivienda. También el hostigamiento, violencia física o acoso. O un seguro médico que no cubre adecuadamente el tratamiento de la enfermedad mental. Incluso la creencia de que nunca superará ciertos desafíos o que una situación no mejorará”.
Luaces destacó los pasos existentes para enfrentar el estigma y en primer lugar se refirió al tratamiento del problema de salud mental.
“Una persona no debe permitir que el miedo a ser etiquetado con una enfermedad mental, le impida buscar ayuda. El tratamiento puede brindar alivio al identificar lo que está mal y reducir los síntomas que interfieren con su trabajo y su vida personal”.
Explicó que “tampoco deberá dejar que el estigma le haga dudar de sí mismo y le cause vergüenza. El estigma no proviene solo de los demás. Es posible que una persona crea erróneamente que su afección es un signo de debilidad personal o que debería poder controlarla sin ayuda. Buscar asesoramiento, informarse sobre esa afección y conectarse con otras personas que padecen una enfermedad mental puede ayudar a ganar autoestima y superar el juicio destructivo”.

Luaces se refirió a la necesidad de evitar aislarse. “Cuando existe una enfermedad mental, es posible que la persona no quiera decírselo a nadie. Pero su familia, amigos o asociaciones de la comunidad pueden ofrecer apoyo. Y no identificarse con la enfermedad, porque una persona no es su enfermedad”.

Ejemplificó que existen “locales como ADAP y recursos de Internet con la OPS /OMS que ayudan a reducir el estigma al educar a las personas que padecen enfermedades mentales, sus familias y el público en general”.

Hablar del tema

El integrante del equipo técnico de ADAP, precisó que hay que hablar “sin reparos” contra el estigma. “Una persona debe expresar sus opiniones porque valen mucho y servirán de ejemplo para que otros tomen la iniciativa de romper estigmas. Los juicios de los demás casi siempre provienen de una falta de comprensión más que de información basada en hechos. Aprender a aceptar esa afección y reconocer lo que debe hacer para tratarla, buscar apoyo y ayudar a educar a otros puede marcar una gran diferencia”.

Demencia

Según el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), en la actualidad el envejecimiento es más avanzado en Uruguay, Argentina, Cuba, Brasil y Chile, donde los adultos mayores representan más del 10% de su población.
“La demencia se asocia con una reducción en los niveles de calidad de vida, funcionalidad y autonomía, transformándose en una de las principales causas de dependencia y discapacidad en los adultos mayores en Europa, América del Norte y también en América Latina. Porque la demencia ha sido declarada un problema prioritario para la salud pública por la OMS en el año 2012”.
La experiencia relacionada con la demencia presenta costos directos, tales como tratamientos, sobrecarga familiar –entre otras– e indirectos. “Uno de los principales costos indirectos para las personas con demencia junto a sus cuidadores y entornos familiares, es el estigma relacionado con esa condición”.

Explicó que “el estigma hacia la demencia se manifiesta, por ejemplo, en los prejuicios y actos discriminatorios dirigidos hacia las personas mayores con demencia por parte de amigos, vecinos o gente de la comunidad. En general, hay un importante desconocimiento respecto al diagnóstico, un pesimismo en cuanto al curso de la enfermedad y una mala percepción asociada a quienes la padecen”.

Luaces resaltó el “estigma estructural” y señaló que “un estudio en el Reino Unido concluyó que la inversión en atención e investigación en demencias, es la mitad de lo que se distribuye a otras enfermedades como el cáncer o disfunciones respiratorias, en contraste al costo asociado a las demencias, estimado en el doble de esas enfermedades”.

En las situaciones de personas mayores con demencia, el estigma se expresa de diversas formas.

“Particularmente, en la fase leve de la demencia, las personas son conscientes de los efectos sociales que provoca el diagnóstico.

Eso puede generar sentimientos de temor, vergüenza y culpa, que conducen a un progresivo aislamiento”.

Luaces consignó que la comprensión del fenómeno del estigma, “resulta relevante dado que es un factor que contribuye a que las personas, familiares e incluso profesionales de la salud, no reconozcan adecuadamente esta condición y, por ende, se reduzca la posibilidad de consulta y acceso a apoyo para promover el vivir bien con demencia”. Concluyó que “por consiguiente, el problema del estigma en la demencia constituye una necesidad social y ética para la investigación y el desarrollo de acciones de apoyo social y sanitario. Especialmente debido a las implicancias que esto puede tener en la toma de decisiones relacionadas con el diagnóstico y abordaje de esta patología en la población adulto mayor”.