Un músico compartiendo conocimientos y experiencias

En la clínica, el musico abordó desde aspectos técnicos de la batería hasta consideraciones generales vinculadas a su profesión.

Con muy buena concurrencia, tuvo lugar en la sala 1º de Julio de EL TELEGRAFO la anunciada clínica de César “Banana” Durañona, titulada “La versatilidad rítmica en la batería”. Durante casi dos horas, en un lenguaje ameno y coloquial, el baterista coloniense fue abordando diversos aspectos de su profesión y recursos de la técnica de su instrumento. Para ir de la teoría a la práctica contó con el apoyo de Carlos “Caco” Pauletti (guitarra), Danilo Amico (teclados), y Pablo López (bajo), conformando una banda cuyas intervenciones motivaron entusiastas aplausos. Un punto al que Durañona volvió varias veces en la clínica fue la necesidad de mantener fuertes las comunidades de músicos y generar movimientos entre ellas. Esto hace que aprendan unos de otros y todos crezcan, y con ellos, la música. Considera fundamental que el músico se sienta motivado a la hora de tocar, y cree que eso es determinante en el sonido resultante. Cada músico debe ser el motor para que la música funcione, dijo, y buscar su forma de estudiar. Metafóricamente, se refirió a esta actitud como “tener hambre”. Proveniente de una familia de músicos, conoce bien las dificultades que las anteriores generaciones tuvieron hasta para sacar un tema musical, y cree que con las herramientas disponibles hoy en día, “no tenemos excusas, a la hora de sacar las cosas”.

Versatilidad, y  otras cuestiones

A partir de un sencillo ejercicio en el redoblante, el músico planteó distintas formas de abordarlo. Sugirió pensar siempre los ejercicios musicalmente, y a partir de su ejemplo mostró cómo de allí podía surgir una pieza musical, o diferentes ritmos. Una cualidad que los músicos deben desarrollar, remarcó, es la versatilidad, la cual se logra aprendiendo el lenguaje que cada música requiere. Recomendó escuchar a los referentes de cada estilo, armar bibliotecas de ritmos y estilos, e irlos abordando en las rutinas de estudio. Ser versátil, contar con la biblioteca, (“saber todos los ritmos, conocer muchas situaciones de cómo se tocan y se desarrollan”), y tener recursos para la improvisación son tres puntos que considera fundamental tener claros. Otro es lo que llamó “tener un buen audio. Tener un buen sonido, que suene lindo”, incluso más allá de la calidad del instrumento. “El tema es sacarle el jugo al instrumento, en la situación en que estás”. A raíz de una pregunta, habló de la importancia de escuchar música. “¿Cuántos de ustedes se sientan a escuchar un disco entero, como en la vieja escuela?” Haber crecido en un hogar donde se escuchaba mucha música, incluso en la radio, fue lo que lo llevó a conocer y aprender muchos ritmos, afirmó.

De la escuela de la calle a los grandes escenarios

En otro momento, agradeció poder vivir de la música en Uruguay. “Somos pocos los que tenemos esa posibilidad. Soy un privilegiado. No tengo estrés”, dijo. Tras relatar lo que pudo ver en un viaje a Francia, y reflexionando sobre lo dificultoso que resulta desarrollar la profesión de músico en un medio como el nuestro, opinó que “nuestra comunidad tiene que empezar a educar a la gente” para valorar cualquier forma de arte. En Paysandú dijo haber encontrado músicos muy capacitados, buenos instrumentos, salas de ensayo, cosas que no son tan comunes en otros lugares.
Poniendo como ejemplo algunas experiencias propias, habló también de la necesidad de ser crítico con uno mismo, tomar conciencia de las limitaciones propias, saber aceptar las críticas, tenerlas en cuenta. Antes de estudiar formalmente su instrumento, cuando tenía unos 30 años, su gran aprendizaje había sido tocar con las herramientas que le dio “la escuela de la calle”. Decidió estudiar “en serio” cuando debió tocar junto a extraordinarios músicos (Luis Salinas, Martín Ibarburu, José Reinoso, entre muchos otros).

“Lo que me ha llevado a tocar con esa gente es que siempre me adelantaba a lo que pasaba o a lo que podía pasar. Iban a tocar las grandes bandas, o músicos muy conocidos, y estudiaba los discos”, explicó. De esa forma llegó a estudiar discografías completas de grandes artistas, y continúa haciéndolo cuando su profesión se lo exige. En el segmento final de la clínica, Durañona mostró su particular abordaje del candombe en la batería. Hubo un agradecimiento especial por su apoyo a Martín Baccaro, de EL TELEGRAFO, y como cierre, los músicos interpretaron una versión instrumental de “Puerto Montt”, el clásico de Los Iracundos.