Crecimiento y buenos números macro, pero sigue incertidumbre

Al presentar hace pocas horas el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), en Torre Ejecutiva, un informe sobre la situación y las perspectivas macroeconómicas de Uruguay, la ministra del área, Azucena Arbeleche, afirmó que el crecimiento estimado de la economía fue de 5% en 2022, por encima de lo proyectado inicialmente en la rendición de cuentas de 3,5%, aunque el dato final será publicado el 23 marzo por el Banco Central del Uruguay (BCU).

Reconoció sin embargo que la gran incertidumbre que se presenta de cara a lo inmediato es el impacto que la sequía va a tener en el cuarto trimestre de 2022 en la economía de nuestro país, un planteo lógico habida cuenta de que el agro es la columna vertebral de la actividad económica, y que el déficit hídrico ha hecho mella duramente en los emprendimientos rurales, tanto pecuarios como agrícolas fundamentalmente, pero con repercusión en todas las áreas.
Como es sabido, además, la cuantificación de este impacto no es posible de establecer a priori, porque hay otros factores a esta altura desconocidos de la ecuación, aunque lo que sí es seguro es que este impacto partirá desde los sectores directamente involucrados, que se ve inicialmente en poblados y centros urbanos cercanos a las explotaciones, y posteriormente repercute en Montevideo, cuando es realmente cuantificado por los economistas.

El punto es que la economía al fin de cuentas al mismo tiempo es y no es una ciencia exacta: los números que dan cuenta de su crecimiento o reducción, del PBI, de los porcentajes y volúmenes sí lo son, como así también la carga impositiva, porcentajes de inflación, etcétera, pero lo que tiene que ver con la repercusión en el tramado socioeconómico, su manifestación en diversidad de situaciones, y sobre todo en lo que refiere a los componentes inesperados, las expectativas, ahí la cosa cambia y los avatares son los que frecuentemente suelen dar por tierra con las previsiones de los mejores economistas. Precisamente la pandemia y luego la invasión rusa a Ucrania, con todas sus consecuencias, son un cercano y claro ejemplo de ello.

Por lo tanto todo lo que se plantee con cierta seguridad como algo que va a acontecer en el futuro cercano o no tanto, se hace arrojando un manto de dudas significativo y debe evaluarse en un marco condicional, con más incertidumbre que certezas.
En el resumen la ministra Arbeleche sí dio cifras sobre el desempeño de la economía, que por supuesto en este caso responden a cosas ciertas refrendadas por cifras, aunque siempre debe tenerse presente que hay aspectos que no figuran en el contexto y por lo tanto no deberían ser tenidos en cuenta a la hora de definir tendencias o manejar factores de sustentabilidad.

Entre otros aspectos, la jerarca expuso que las exportaciones alcanzan niveles récord y que el consumo de hogares está teniendo una evolución importante. “Esperemos que siga en la medida que se empiece a recuperar el salario real”, dijo, para agregar que la mayor actividad se tradujo en un mayor empleo. “El desempeño de la actividad se traduce en un mercado laboral fuerte. Tenemos 40 mil personas más ocupadas en 2002”, destacó.
Además, sostuvo que la Comap (Comisión de Aplicación de Ley de Inversiones) recibió proyectos de inversión en 2022 por U$S 2.573 millones. “Más allá de la inversión grande de UPM, es una inversión muy significativa del resto del sector privado. Estos proyectos estarán generando unos 8.000 empleos de implementarse la totalidad”, indicó, para señalar que la recuperación salarial en marcha se “consolidará en los próximos años”.

Incluso afirmó que “el crecimiento del Producto, el mayor empleo, la recuperación que se inicia en el salario real y las transferencias focalizadas que se dieron nos permiten continuar trabajando para seguir reduciendo la pobreza”.
Otros datos mencionados por la secretaria de Estado incluyen que el resultado fiscal del Gobierno Central-BPS (GC-BPs) se ubicó en 3,2% del PBI, en línea con lo que se había estimado en la Rendición de Cuentas, en tanto explicó que la regla fiscal se cumplió en sus tres pilares. El resultado estructural incluido en la Rendición de Cuentas era un déficit de 2,6% del PBI y éste finalmente fue menor, del 2,4%.

Arbeleche destacó paralelamente el avance en la “agenda de reformas” durante la gestión y señaló que hubo durante los últimos años “mayor actividad” económica, “más empleo” y que fueron destinados más recursos a “áreas prioritarias”. Además, agregó que las “metas fiscales fueron cumplidas sin aumento de impuestos”. “En 2022 hubo una muy significativa actividad económica que se traduce en un mercado laboral fuerte. Se crearon empleos en línea con lo esperado, mientras que la inflación cerró el año pasado en 8,3%”, afirmó, en tanto con relación al crecimiento económico, la ministra dijo que, aunque el dato final todavía no está disponible, en la Rendición de Cuentas se estimó un 4,8% del Producto Bruto Interno (PBI), pero ahora la proyección apunta a que será en 2022 del entorno del 5%.

“Quizás un poquito por encima del 5%. La gran incertidumbre es el impacto que la sequía tuvo en el cuarto trimestre de 2022”, añadió Arbeleche.
En esta línea, dijo que detrás de ese aumento en la actividad económica “hubo un consumo, exportaciones e inversiones tanto de bienes como de servicios que fueron muy dinámicas. Además de que las exportaciones alcanzaron niveles récord, también el consumo de los hogares está teniendo una evolución importante y así esperamos que siga a medida que se empiece a recuperar el salario real”, agregó la ministra.

La jerarca presentó los datos de inversión discriminados según el régimen. La ley de vivienda de interés social generó una inversión de U$S 500 millones, mientras que se asignó a los considerados como de “gran dimensión económica” unos U$S 500 millones.
Según Arbeleche, de concretarse la totalidad de los proyectos presentados por la ley de promoción de inversiones se generarían 8.223 empleos: 76% en comercio y servicios, 10% en el agro, 2% en el sector turismo y 11% en la industria.

Estas son precisamente las previsiones que hay que tomar con pinzas, porque refieren a un escenario aséptico y altamente optimista, químicamente puro y por lo tanto ajeno respecto a los avatares que suelen darse en el plano tanto internacional como interno.
La realidad suele ser compleja y presentarse distinta a lo que uno desea, y cuando hablamos de macroeconomía, una cosa son los grandes números por lo alto y otra como éstos impactan en el ciudadano común, en la actividad económica del menudeo, en trabajadores y empresarios, en personas de ingresos fijos, y aquí es cuando la realidad suele presentarse diferente según el caso.
Es que la mirada macro del economista no es precisamente la que suele trasladarse a la calle, menos aún en el corto plazo, por lo que los datos positivos, sobre todo tras haberse atravesado infortunios formidables como la pandemia y la inflación producto de la guerra en Ucrania, deben ser valorados en sus justos términos.

Es que el desempleo todavía es alto, el margen de recuperación del salario real todavía muy menor, la salud de las empresas sigue comprometida y pese a las exportaciones “récord”, la competitividad sigue descendiendo y si la inflación está más o menos contenida, lo es a fuerza del recurso del “ancla” cambiaria del dólar, como han hecho todos los gobiernos, a costa precisamente de la competitividad.