Viento que no has de beber

“¿Cuántos días de agua potable quedan en Montevideo? Con el embalse Canelón Grande Seco y una preocupación similar por lo que suceda en Paso Severino, se encendieron las alarmas por el abastecimiento en la capital y sus alrededores”. “Sequía dramática: OSE al borde de quedarse sin reservas de agua potable”. “Peligra el abastecimiento de agua potable en Lavalleja: OSE bombeará terrenos privados”. “Hoy comienza a regir la resolución de prohibir el agua potable para fines no prioritarios”. “Entre Salinas y Parque del Plata hay agua de OSE para 15 días, en Montevideo para un mes. Lo dijo a Subrayado el presidente de OSE Raúl Montero. Si no mejora la situación, la semana que viene exhortarán a un uso restringido de agua, al máximo”.
El párrafo anterior es una recopilación, un recorte y pegue de titulares que aluden a la situación que se vivió en la segunda mitad de febrero con elevadas temperaturas, olas de calor que dispararon el consumo de agua y que, sumado a la sequía que se arrastra de varios meses ya (incluso podría hablarse de años por la seguidilla de tres “años niña”), han puesto a la OSE y sus reservas contra las cuerdas. Afortunadamente las lluvias, aunque esporádicas y desparejas, han aparecido y si bien no se ha resuelto la situación, el panorama ha mejorado.
Pero hay algo que se nos ha pasado por alto en comparación con otras sequías. Están los problemas de abastecimiento de agua, en las ciudades y en el medio rural, están los problemas de riego de los cultivos y los inconvenientes que traen aparejados a los productores agropecuarios, pero de lo que no hemos oído hablar es de las dificultades para la generación eléctrica. No se puede decir que el consumo no aumentó. Con las olas de calor a las que estuvimos sometidos el uso de aparatos de aire acondicionado debe haber impulsado la demanda, como siempre ocurre. Y antes era automático asociar la sequía con los problemas de generación eléctrica, porque la principal generadora era la represa de Salto Grande sobre nuestro río Uruguay y cuando mermaba el caudal había que recurrir a la Central Batlle, que generaba en base a combustibles fósiles, más caros y contaminantes.
Veamos algunos datos para entender qué está pasando hoy en el mercado eléctrico.
Según datos de la Administración del Mercado Eléctrico (ADME), recogidos por SEG Ingeniería, los aportes hídricos en Salto Grande durante febrero fueron 82% menores al promedio. Esto determina que “el generador más potente del Uruguay acumula ya seis meses consecutivos de aportes menores a la media”.
ADME publica en su web un cuadro en el que refiere a los valores acumulados de generación en tiempo real, ya que presenta el aporte en lo que va del día, en lo que va del mes y en lo que va del año. A efectos de una comparativa, usaremos este último parámetro. En lo que hemos transcurrido de 2023 la generación hidráulica (represas) ha aportado 451,7 Gwh, el 15% del total; la generación de fuente térmica (centrales a combustible) ha implicado un 22,5%, con 680 Gwh. En el mismo lapso la energía que han entregado los parques han cubierto el 34,7% del consumo nacional. Simultáneamente, se importó desde Brasil un 16,5% (499,2), la generación solar sumó el 4,2% (127,7) y la biomasa el 6,7 (201,6). También hubo exportaciones a Argentina por 69,7 Gwh.
La importación de energía fue la mayor desde mayo de 2009 y se produjo por la combinación de precios favorables. La generación de febrero, que fue un 22% menor a la de febrero de 2022, fue de fuentes renovables en un 76,5%. La principal fuente fue la eólica con el 48,2%, de acuerdo a datos de UTE, citados por la misma consultora.
Y aquí hay que hablar de dos aciertos en las políticas energéticas que ha llevado adelante el país. Ojo, no quiere decir esta afirmación que las cosas se hicieron todo lo bien que se podía hacer, porque siempre habrá matices, pero lo que sí se puede constatar es cómo la incorporación de la energía eólica ha modificado significativamente el panorama de aquel país hidrodependiente.
El proceso de incorporación de la generación eólica a la matriz ha tenido numerosas y variadas críticas: los tipos de contrato, la participación de privados, los precios que se les ha garantizado, etcétera; basta hacer una búsqueda en Internet. Pero la estabilidad con la que el sistema ha hecho frente a la adversidad climática debe ser valorada como un aval a las inversiones que se han realizado. Por allí, sobre todo cada vez que ocurre una suba de precio, aparecen críticas que señalan que el uso del viento no ha supuesto una disminución en el precio de la energía. Pero hay que entender algunas cosas: el viento es gratuito, pero los aerogeneradores no lo son, los tendidos de cables de alta tensión tampoco y ninguno de los operarios que trabajaron en el traslado y montaje lo hizo honorariamente.
Para dimensionar el cambio que supuso para el país la estrategia llevada adelante, cabe mencionar algunos datos incluidos en el trabajo “La ‘revolución eólica’ en Uruguay”, de Reto Bertoni, Pablo Messina y Luis Bértola: “En 2008 la fuente eólica sólo sumaba 14,6 MW —0,6% de la capacidad instalada—, concentrada en cuatro emprendimientos, de los cuales uno de ellos —propiedad de la empresa pública de electricidad (UTE)—, representaba los dos tercios (10 MW)”. Mientras tanto, en 2017 “se encontraban en operación 1.510 MW, representando 1/3 del total de la potencia instalada”. En contraposición, “entre 2014 y 2017, se redujo la capacidad de las centrales térmicas de base fósil en 35%”. Concluyen que “el proceso de incorporación de la energía eólica a la matriz eléctrica uruguaya ha sido, por tanto, muy importante. Como resultado de los instrumentos desplegados, el proceso de adjudicación y la dinámica de la inversión, la expansión ha estado particularmente concentrada entre los años 2014 y 2017”.
Otro dato que debemos valorar es que ese 16,5% que se importó desde Brasil llegó a los hogares y empresas uruguayos por otra gran inversión, como lo fue la conexión con la red del vecino país (San Carlos – Candiota) y una conversora de frecuencia. El proyecto afrontó en sus días fuertes críticas por la inversión que requirió.