Solicitadas: El arriba

Las cosas no están como las dejó Artigas y la pública felicidad. La frase “si no hay regocijo abajo, ¿arriba que hay?”, nos invita a reflexionar sobre la importancia de encontrar la felicidad y la alegría en nuestra vida cotidiana como pueblo, que fue expresada en la política pasada, en lugar de buscarla en los éxitos profesionales o en la fama de algunos, en especial de nuestro gobierno de hoy.

Si no encontramos esa felicidad en los aspectos más simples y cotidianos de la vida, el “arriba” es muy decepcionante.

¿Por qué no podemos disfrutar de los pequeños momentos que nos ofrece la vida?, porque estamos presenciando la decadencia de nuestra sociedad, hay más hurgadores, más ansiedades, migración permanente y diaria, ahora nos dividimos en ellos que padecen y nosotros “observadores privilegiados”, se está perdiendo de experiencias enriquecedoras y la actitud se torna negativa.

A menudo se cree que llegar al gobierno es el éxito profesional y con la aprobación de los propios nos llevará a la felicidad a todos, pero en realidad, estas cosas pueden ser efímeras y no garantizan una sensación de satisfacción y regocijo a largo plazo en especial, cuando también defraudan a quienes les proporcionan su confianza para gobernar desde ese “arriba”.

Cuando la política no resuelve y no se valora o se promueve los pequeños momentos de felicidad de nuestra vida diaria, comer en familia, en una mesa en la que no le falte nada por ejemplo, es probable que nunca experimentemos una verdadera sensación de satisfacción y alegría como pueblo. Es importante recordar que la felicidad se encuentra en las cosas más simples de la vida: una sonrisa que nos da seguridad de que todo va a estar bien, una conversación agradable con la comunidad, una buena comida diaria, una caminata por el parque con seguridad, trabajo digno.

Cuando vemos solo la felicidad del “arriba”, corremos el riesgo de experimentar una gran decepción.

Uruguay, para ser un estado nación con futuro, debe vencer estos momentos de angustia y llamar a los gobernantes a que cumplan su responsabilidad de ser quienes deben encontrar caminos con ideas propias y prestadas, pero deben velar por ser una salida para miles de hogares empobrecidos de este momento. Si no lo pueden lograr al igual que un reloj de arena habrá que darle vuelta para que otro arriba sea el que imponga un nuevo tiempo.

Julio Norte Werner