La reciente pandemia provocó una inmovilidad sin precedentes entre los habitantes del mundo y, a su vez, el cierre de las fronteras en numerosos países evidenció la estrecha interconexión entre migración y movilidad. Aún así, visto en el largo plazo el incremento de las migraciones internacionales no se ha detenido.
Según las últimas estimaciones, en 2020 había unos 281 millones de personas que vivían en un país distinto al que nacieron, una cifra equivalente al 3,6% de la población del mundo. Las cifras de migrantes internacionales ha venido aumentando en los últimos 50 años, habiendo actualmente 128 millones más que en 1990 y triplicando con creces las cifras de 1970, según datos de la Organización Internacional de Migraciones (OIM).
“Los datos a largo plazo sobre la migración internacional nos han enseñado que la migración no es uniforme en el mundo, pero es determinada por factores económicos, geográficos y demográficos, entre otros, resultando en patrones migratorios claros, como los corredores migratorios desarrollados a lo largo de muchos años. Los corredores más grandes tienden a ser desde países en vías de desarrollo a economías más grandes, como las de los Estados Unidos de América, los Emiratos Árabes Unidos, la Arabia Saudita y Alemania; corredores grandes también pueden reflejar conflictos prolongados y el desplazamiento asociado, como el que ocurre desde la República Árabe Siria a Turquía (el segundo corredor más grande del mundo). Mientras que muchos corredores a largo plazo probablemente seguirán destacándose en el futuro inmediato, la COVID-19 ha iluminado la intensificación de la digitalización y el potencial para mayor automatización de trabajo por todo el mundo que probablemente afectará a corredores de migración laboral claves”, señala sobre actuales y futuros desafíos el Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2022, publicado por la OIM.
En América Latina se han intensificado y diversificado los procesos migratorios en los últimos años debido a causas como la inestabilidad política, violencia, episodios de desastres y los problemas socioeconómicos que generan desigualdades estructurales en la región que, además, se han visto agravados por la pandemia.
En este sentido, el informe antes mencionado da cuenta de la existencia de nuevos patrones migratorios, incluyendo movimientos irregulares.
De los casi 11 millones de migrantes internacionales que viven en América del Sur, el 80% son migrantes intrarregionales (provenientes de otros países sudamericanos), entre los cuales ocupan un lugar destacado los venezolanos. También el conflicto interno colombiano ha causado migraciones internas y hacia el exterior, especialmente a Chile, Ecuador y Venezuela. Además, en los últimos diez años, ha habido movimientos crecientes de migrantes caribeños, especialmente de Haití y Cuba y migrantes extrarregionales de Asia y África.
De acuerdo al reporte anual de la OIM en Uruguay, correspondiente al año 2022, se registra una importante recuperación de los movimientos migratorios después de la apertura de fronteras post pandemia.
Como en muchos países, el cierre de fronteras establecido por las autoridades uruguayas al inicio de la pandemia por COVID-19 ocasionó una interrupción en el flujo migratorio en 2020 y 2021. No obstante, el año pasado se produjo el mayor saldo migratorio registrado en Uruguay de otras nacionalidades en el último quinquenio, ascendiendo aproximadamente unas 250.000 personas (en este sentido es importante señalar que el saldo migratorio solo es la diferencia entre los ingresos y los egresos de personas migrantes; esa cifra entrega indicios de cuántas personas permanecerían en el país pero no es una cifra exacta de cuántas se quedan a vivir ni considera otras variables demográficas como mortalidad y natalidad).
Los países con más presencia en Uruguay son latinoamericanos: Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay, Colombia, Perú, Chile, Bolivia y Ecuador. Sin embargo, los datos existentes indican que ha cambiado la dinámica y cantidad de países de procedencia de las personas ya que en 2017 se identificaban 70 nacionalidades y en 2022 fueron 89 los países de origen de las personas a quienes la Dirección Nacional de Migraciones otorgó residencias.
Cabe señalar que en el referido informe, la OIM en Uruguay –que cuenta con presencia permanente en Montevideo, Rocha y Rivera y desarrolla líneas de acción en coordinación con actores locales en diferentes departamentos del país, actuando en temas referentes a apoyo en gestión de la migración, retorno voluntario, protección de migrantes, trata y tráfico de personas, gestión de fronteras, migración y cambio climático y movilidad laboral y desarrollo humano, entre otros– destaca las acciones del gobierno uruguayo en el desarrollo de iniciativas como el Plan Nacional de Integración para personas migrantes, solicitantes de refugio y refugiadas, y la presentación de la Guía de Acción y Prevención y Combate a la Trata y Explotación de Personas, cuya elaboración y ejecución acompañó como referente técnico este organismo internacional.
Por otra parte, el Censo Nacional de Población actualmente en desarrollo también incluye indicadores sobre población migrante, lo que contribuirá a conocer más a fondo las características de los migrantes en Uruguay.
En el panorama latinoamericano, también están siendo monitoreadas las reacciones y opiniones de las poblaciones oriundas de cada país respecto a los migrantes. En este sentido, a partir de diferentes investigaciones, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha alertado respecto a que algunos prejuicios asociados a las personas migrantes generan reacciones más fuertes que otros.
En particular, el tema de la seguridad y del empleo, provocan conversaciones y reacciones importantes en la región, como se evidencia en las redes sociales y las encuestas de opinión regionales.
“La percepción ciudadana sobre la migración en América Latina y el Caribe se está deteriorando. Luego de una muy generosa respuesta de los habitantes de la región a la llegada de migrantes a sus países, encuestas de opinión regionales y la medición de la conversación en redes sociales muestra un aumento de la xenofobia y los sentimientos negativos hacia las personas migrantes”, señaló en un reciente artículo el jefe de Unidad de Migración del Banco Interamericano de Desarrollo, Felipe Muñoz.
En este sentido, la desinformación y el aumento de la temática de crimen y seguridad en la conversación en redes sociales, suelen mostrar una asociación negativa con migrantes por parte de la población nativa, algo que no siempre está vinculado a datos reales ya que no existe evidencia del impacto de la migración en ese sentido.
No es raro –aunque no por eso deja de ser preocupante– que luego del impacto de la pandemia en aspectos laborales y sociales se presenten estas visiones en la opinión pública, lo cual no deja de ser preocupante. Es un asunto a tener en cuenta también a nivel de las políticas públicas sociales y evidencia la necesidad de estrategias que promuevan una integración de sana convivencia con los migrantes en las sociedades que los reciben. → Leer más