Productividad y generalizaciones

Soslayada por la popularidad del fútbol en nuestro país y porque los “atacados” por el técnico de la selección uruguaya de fútbol, Marcelo Bielsa, en una rueda de prensa fueron los periodistas deportivos, pasó bastante por debajo del radar otra polémica que tuvo como protagonista voluntario al asesor del equipo Red Bull de Fórmula 1, Helmut Marko, y como participantes involuntarios a los pilotos de esa escudería, el mexicano Sergio “Checo” Pérez y el neerlandés Max Verstappen, actual campeón del mundo. Los comentarios de Marko, austríaco de origen, fueron en el sentido de comparar el rendimiento de uno y otro. “Checo es sudamericano y por eso su cabeza no está tan enfocada como la de Max Verstappen o como Sebastian Vettel”, fue la desafortunada expresión, por la que pocos días después salió a pedir disculpas, a la vista de las críticas unánimes recibidas por lo que se interpretó como un pensamiento “racista”. Eso obviando la bestialidad en términos geográficos, por supuesto.
Ahora bien, y sacándonos la camiseta, ¿hay algo de cierto en las expresiones de Marko? Justamente esta semana en el podcast Voces de la OIT, posteado en la página de la Organización Internacional del Trabajo el tema fue la productividad en Latinoamérica, abordado en una doble entrevista con José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y Miguel Sánchez Martínez, economista del departamento de investigaciones de la OIT.
Salazar-Xirinachs señaló que “desgraciadamente, si uno ve los diferentes trabajos y las estadísticas, en los últimos 30 o 40 años la productividad de América Latina prácticamente no ha aumentado”. Comparado con el comportamiento de países asiáticos, algunos del Este europeo en “crecimientos del ingreso per cápita y de la productividad, son países que han logrado alcanzar, cerrar las brechas con los países desarrollados, incluso superar en algunos casos o por lo menos llegar a la alta categoría, mientras que América Latina más bien no se ha acercado”. Esto, agregó, “es un problema muy serio, porque la productividad se necesita para crear mejores empleos, se necesita para crear el espacio fiscal para financiar programas sociales”.
¿A qué atribuyó el secretario este comportamiento? Habló de cuatro o cinco elementos fundamentales que, para sorpresa de algunos, no tienen que ver con cuestiones genéticas o culturales, sino más bien estructurales. “América Latina tiene muchos sectores de muy baja productividad. Un sector crítico es el de servicios” y aunque hay algunos subsectores de servicios con altísimo rendimiento (como el sector financiero, los seguros, algunos servicios médicos de alta productividad, algunos servicios educativos, algunos servicios comerciales y de transporte), “la gran mayoría de los subsectores de servicios, los que dan masivamente empleo, son de baja productividad”. Agregó que en la hay países con hasta más del 70% del empleo en el sector informal “y la mayoría de ese sector informal son servicios”. Con esto quiso decir que “aumentar la formalización y reducir la informalidad”, ayudaría a impulsar el crecimiento de la productividad.
También aludió al tipo y tamaño de empresas, en un continente donde hay “un enorme predominio de pequeñas empresas, de microempresas y sobre todo de trabajadores por cuenta propia, que traslapa con el tema de la informalidad”. Las economías de alta productividad tienen, en cambio, “mucha mayor proporción de empleo en empresas grandes y medianas, que tienen mayor productividad que las microempresas y los trabajadores por cuenta propia”.
Otro de los factores que atentan contra la productividad, a juicio del secretario ejecutivo de Cepal, son los sistemas de innovación, “que en América Latina están muy subdesarrollados. La inversión promedio e investigación y desarrollo de América Latina es una cuarta parte, o hasta menos, de la inversión promedio de investigación y desarrollo de los países desarrollados de la OCDE”. En el mismo sentido indicó “la falta de inversión en educación y formación vocacional, o las ineficiencias en esos sistemas”, que calificó como “un gravísimo problema”, dado que “un país no puede participar de los paradigmas productivos del siglo XXI sin una fuerza de trabajo moderna con las competencias que demanda este mundo de la alta tecnología y digitalizado”.
Agregó a los anteriores el tema de la infraestructura básica, “por supuesto, carreteras, puertos, aeropuertos. Eso ha mejorado muchísimo, pero hay todavía importantes brechas. Sobre todo el transporte urbano. Ahí tenemos un obstáculo muy grande, enormes ineficiencias en las ciudades en el transporte, en la modalidad urbana, en la localización y el uso de las tierras que también es un área donde podría ganarse mucho en productividad”.
Todos temas que, obviamente, no se resolverán de la noche a la mañana, sino que requieren de acciones para ir corrigiendo en el mediano o largo plazo y que de hecho hoy forman parte de la discusión, por ejemplo cuando se discute la reforma educativa que el gobierno está buscando implantar y de la cual algunos de sus fundamentos están ligados a algunos de estos factores enumerados.
Ahora bien, la productividad en América Latina está estancada, pero qué pasa en el resto del mundo. Al respecto Miguel Sánchez Martínez, el otro entrevistado, aludiendo a un informe de reciente presentación por parte de la OIT, indica que “la caída de la productividad en su origen fue un problema de hecho de las economías más avanzadas del grupo del G7”, pero que ahora se ha extendido a todo el mundo. Aunque sí, “lo ha hecho especialmente de manera más fuerte en economías en transición como es la mayoría de economías en la región de Latinoamérica”. Agregó que en “ciertas partes del mundo, como Asia y particularmente países como India y China, que en su día antes del cambio de siglo lograron unas ganancias de productividad bastante notables y consiguieron converger, como se dice en términos económicos, a las economías más avanzadas del mundo, en esta última década, los últimos 10 años, el crecimiento de la productividad, incluso en estas economías, también ha caído en picada”.
El informe, al igual que el podcast, están disponibles en la página de la OIT para quien desee profundizar en el tema y el próximo fin de semana que hay gran premio en Singapur, si Max vuelve a imponerse sobre Checo (y sobre el resto, que también corren y entre los que hay ingleses, australianos, españoles, y hasta un japonés y un chino) tal vez la razón no sea otra que disponer de un mejor auto y adaptarse a él de mejor manera, o simplemente porque sea mejor piloto que el resto, porque también es posible, como en sus años lo fueron los sudamericanos Juan Manuel Fangio, Ayrton Senna, Emerson Fittipaldi y Nelson Piquet.