El portal BBC News Mundo publicó recientemente un informe titulado “Por qué Uruguay es el país más caro de América Latina y uno de los más caros del mundo”. El firmante del artículo, Felipe Llambías, consultó para este análisis variadas fuentes y entrevistó especialistas que pusieron la lupa sobre diferentes factores que inciden para que vivir en Uruguay requiera de un esfuerzo superior que en los demás países del continente y en buena parte del planeta.
El informe se introduce en el tema con una comparación obscena, que muestra claramente una realidad de las fronteras. “Cuando un habitante de Rivera, una ciudad fronteriza uruguaya, vaya al supermercado local esta semana, verá que el precio de un tubo de pasta de dientes de 180 gramos es de 243 pesos (U$S 6,20)”, mientras que el mismo artículo, con el mismo origen, incluso, se compra por 6,99 reales (U$S 1,28), en un expendio de la vecina ciudad de Livramento. Sitúa a este ejemplo como uno de los casos más notorios de unos de los factores que aborda el informe: “El importador la ingresa al país a un valor, pero cuando llega al público su precio promedio casi se triplica”, según dio cuenta una investigación que realizó el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), a pedido del Banco Central de Uruguay. La investigación comparó precios de unos 600 productos en Uruguay y otros 43 países, “y encontró que en promedio eran 27% más caros” aquí. Países como Francia, Alemania o Reino Unido “mostraron precios menores que los que se pagan en Rivera o Montevideo” y solo nueve: Japón, Finlandia, Israel, Irlanda, Suecia, Dinamarca, Suiza, Noruega e Islandia”, fueron más caros. En productos de higiene y limpieza, Uruguay es 58% más caro que el promedio de países, según el estudio. En alimentos y bebidas no alcohólicas, 55%. Y en artículos de informática y electrónica, 43%.
Ignacio Umpiérrez, economista e investigador del CED, dijo que esta diferencia se aprecia en rubros en los que prácticamente no hay producción nacional y hay que importarlos. “Es algo que responde a un efecto país”, afirmó. Bajo este rótulo enumeró una serie de condiciones, factores que hacen que el país sea caro, entre los cuales el primero es la estrechez de nuestro mercado, pero en el que además “se concentra en pocas empresas que suman gran parte de esas importaciones”. La falta de competencia hace que la ganancia por producto sea “casi siempre más de la mitad del precio que paga el consumidor final”.
Sebastián Fleitas, economista uruguayo, profesor de la Universidad Católica de Chile, especializado en temas de competencia y mercados, mencionó un factor que el país no puede cambiar, y que es “Uruguay está lejos del mundo, y por eso tiene costos de transporte y logística mayores”, cuando se trata de productos que no se compran en el vecindario. Además, con la mayoría de países existen aranceles y tasas más altos que en otras regiones del mundo, y también existe la obligación de contratar a un agente de aduanas para cada importación. Del mismo modo señaló como otro de los factores a los costos del puerto de Montevideo. “Es caro para los importadores en comparación a lo que se paga en otros países”, señaló.
El experto mencionó que, más allá de todo, hay cosas que se pueden hacer para que el país sea más barato, y aludió a la existencia de regulaciones que generan barreras, “como los registros sanitarios de alimentos, bebidas, productos de higiene y demás”. “Para poder ingresar un producto a Uruguay, tiene que estar registrado sanitariamente ante el Ministerio de Salud Pública”, dijo Umpiérrez. Las grandes empresas “básicamente son dueñas de su ficha técnica por temas de exclusividad o por acuerdos comerciales”. De ese modo, mencionó como ejemplo, si una empresa uruguaya quisiera importar pasta de dientes comprándola a U$S 1,28 en Brasil, “el Estado uruguayo no se lo permitiría porque la empresa no tiene la ficha técnica del producto”.
Otro de los consultados en el informe, el economista Alfonso Capurro, de la consultora CPA/Ferrere, volvió sobre este aspecto preguntándose “si no estamos protegiendo una industria, no estamos protegiendo empleo, ¿acaso estamos protegiendo la renta monopólica de un importador?” Y comentó que hay regulaciones que “buscan genuinamente proteger al consumidor”, pero existe “inercia y hay un conjunto de acumulaciones de distintas regulaciones que se han ido construyendo en el tiempo en forma de sedimento” y “nadie se aseguró de que ese conjunto de regulaciones se estaban solapando e impidiendo que el mercado funcionara mejor”, sostuvo. Capurro, que formó parte de un estudio, también requerido por el BCU, acerca de los precios de las frutas y verduras, indicó que la importación de algunos productos “está prohibida por reglas fitosanitarias, por lo que se debe comercializar solamente la producción local”, pero que en realidad la regulación funciona como una medida proteccionista, “ya que en momentos de escasez interna los gobiernos han habilitado el ingreso”. Eso hace “que las frutas y verduras sean más caras en promedio de lo que podrían haber sido si se importaran, y eso es un precio en exceso que pagamos los consumidores”, aseguró. El tomate, por ejemplo, se paga el triple en Uruguay. “Si a los productores les quitás esas protecciones, el sector desaparece. Es un subsidio encubierto”, valoró. También reconoció que los productores uruguayos “tienen que trabajar en un sistema con altos costos”.
Otros factores mencionados son el sistema de impuestos y los altos costos de los energéticos.
De acuerdo a la clasificación del Banco Mundial, Uruguay es el país de América Latina con mayor Producto Interno Bruto per cápita, de unos U$S 22.000, lo que lo coloca en la categoría de países de ingresos altos. En cada hogar uruguayo ingresan mensualmente unos U$S 2.500 en promedio, según el Instituto Nacional de Estadística.
Los tres economistas coincidieron en que el Estado de bienestar que provee Uruguay tiene sus costos, y que eso se traslada a precios. Pero que una parte es beneficiosa para la población y otra no. “Tenemos salarios bajos para el nivel de costo de vida, pero a su vez altos para los niveles de productividad”, resumió Umpiérrez.
Da la impresión que intentar “mover” estos factores que mencionan los especialistas como causas del alto costo de vida es un desafío que no sería posible resolver en el breve plazo, sin embargo sería conveniente comenzar en algún momento a sentar las bases para que se convierta en un objetivo país para diez o quince años al futuro. → Leer más