
El desafío del acceso al agua para todas las personas y la preservación y cuidado de este recurso fundamental para la vida humana, cada vez más afectado por problemas de contaminación que desafían su sustentabilidad, será el tema principal de la 10ª Conferencia Internacional sobre Aguas, un evento de alto nivel que se realizará en nuestro país con participación de más de 300 delegados de todo el mundo.
La conferencia, a realizarse en Punta del Este, es organizada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) en colaboración con la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco (COI/Unesco), siendo Uruguay país anfitrión. Se realiza bajo el lema “Acciones transformadoras e impactos para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) sobre Agua y Océanos: La respuesta del GEF al desafío global” y reunirá a líderes, expertos y representantes de proyectos internacionales para abordar los desafíos globales urgentes relacionados con la sostenibilidad del agua y los océanos.
Sin duda el del agua es un tema crucial para el futuro de la humanidad, dado que hoy en día ya miles de millones de personas en todo el mundo todavía viven sin agua potable y saneamiento gestionados de forma segura, a pesar de que el acceso a ambos servicios es considerado un derecho humano e incorporado así en muchas legislaciones nacionales. Esto hace que sea realmente muy difícil, sino casi imposible alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el mundo se ahoga bajo el peso de la contaminación por plásticos, producto del cual se fabrican más de 430 millones de toneladas anualmente. De ellas, dos tercios se utiliza para objetos y artículos que se usan y tiran rápidamente, en algunos casos es basura en cuestión de minutos o segundos que luego persiste largamente como contaminante e inunda océanos y cursos de agua y, cada vez más penetra en la cadena alimenticia humana.
Estas pequeñísimas partículas de plástico están presentes en artículos de uso cotidiano, como cigarrillos, ropa y cosméticos y según investigaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el uso continuado de algunos de estos productos aumenta la acumulación de microplásticos en el medio ambiente.
Cuando son ingeridos seres vivos del ecosistema marino, como por ejemplo aves, peces, mamíferos y plantas, los microplásticos provocan efectos tóxicos y mecánicos, lo que da lugar a problemas como la reducción de la ingesta de alimentos, la asfixia, los cambios de comportamiento y la alteración genética. Además de consumirlos en peces o mariscos, las personas pueden inhalar microplásticos del aire, ingerirlos del agua y absorberlos a través de productos para la piel. Tal es su impacto y propagación que actualmente se han encontrado microplásticos en diversos órganos humanos, e incluso en la placenta de los recién nacidos.
Las fibras de acetato de celulosa presentes en los filtros de cigarrillos son microplásticos muy comunes entre la basura de las playas del mundo. Los plásticos como el poliéster, el acrílico y el nailon constituyen aproximadamente más de la mitad del material que se utiliza para confeccionar la ropa que utilizamos, que desprenden microplásticos, conocidos como microfibras, al lavarlas y no es un dato menor que -según un estudio de 2020 del PNUMA- el 9% de la cantidad anual de microplásticos que se desechan en los océanos proviene de la ropa y otros productos textiles de uso diario. Aunque no es algo que mucha gente tenga presente, fumar también daña el mar y usar prendas hechas con fibras naturales de origen sostenible o lavar la ropa con menos frecuencia es una contribución interesante al medio ambiente.
Por otra parte, los problemas de acceso al agua –que son gravísimos en algunas partes del planeta– también han ocurrido y afectado duramente en Uruguay, en especial durante períodos de sequías y crisis hídrica que en los últimos tres años pusieron en jaque el sistema productivo y que en la principal ciudad del país, Montevideo, privaron de agua potable a gran parte de la población al acabarse las reservas.
La crisis dejó más de 1.880 millones de dólares en pérdidas en el sector agropecuario entre 2022 y 2023 y afectó a más de 1.700.000 personas, según el gobierno uruguayo. Como se recordará, se trató de la peor sequía en los últimos 70 años que dejó seco a Paso Severino, principal reserva de agua metropolitana, provocando una crisis sin antecedentes en el marco de la cual el agua corriente de Montevideo se volvió imbebible y salada al usarse aguas del Río de la Plata para no cortar el suministro.
Grandes emprendimientos industriales hoy existentes o en proceso de instalarse, como el caso de las plantas procesadoras de pasta de celulosa o el hidrógeno verde, están siendo cuestionadas por los grandes volúmenes de agua que utilizan o utilizarán y la gestión que realizan del recurso proveniente de nuestros principales ríos como el Uruguay o el río Negro. Sería interesante en este sentido que –en el marco de los controles ambientales y de la misma manera que se registran las emisiones– existan datos disponibles sobre la huella del agua corporativa, de forma que esa sea también una variable a considerar a la hora de la evaluación de la sostenibilidad.
“Conservar nuestros océanos y ecosistemas de agua dulce para fortalecer la seguridad hídrica y mejorar las oportunidades de desarrollo económico de nuestra economía azul es esencial para la salud de las personas y del planeta”, sostuvo Fred Boltz, Gerente de Programas del GEF. Se trata de una acción que es necesario emprender con urgencia dado que, como señaló el secretario general de la ONU, António Guterres, estamos empujando los límites planetarios al borde del abismo, con récords de temperatura global y múltiples afectaciones del cambio climático que en una “parodia de justicia climática” afecta más a los menos responsables de la crisis, esto es a las personas más pobres de los países vulnerables.
Es de esperar que la conferencia internacional y los compromisos y acciones colaborativas que puedan surgir o fortalecerse en esta instancia, así como en otras venideras, sean útiles en la búsqueda de respuestas a los grandes desafíos locales y globales relacionados con el agua dulce y la salud de las aguas de los océanos.