Robert Dorrego Rusch asistió a afectados por devastación del huracán Beryl en Carriacou

El pasado 1° de julio, el huracán Beryl se transformaba en el primero de ese tipo en tocar tierra en la temporada atlántica 2024 que se caracteriza por fenómenos de este tipo en sus diferentes categorías. Con potencia y calificado como de categoría 4, el huracán tocó tierra en la isla caribeña de Carriacou, que forma parte de Granada, país insular de América parte de las Antillas Menores en el mar Caribe. Desde el Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) de Estados Unidos informaron que el “extremadamente peligroso” huracán llegó al sur de las islas de Barlovento con vientos y marejada ciclónica “potencialmente mortales”. El sistema de baja presión tocó tierra con vientos de 240 kilómetros por hora y una marejada de 2,5 metros; y pasó a la historia tras duplicar con creces la velocidad de sus vientos en menos de 24 horas, convirtiéndose en la tormenta de categoría 4 más rápida de la que se tiene constancia.

Fiel a su vocación de servicio en ambientes adversos, el sanducero Robert Dorrego Rusch –que forma parte de la Brigada Internacional de Rescate Tatlelolco Azteca (Birta), con la que sigue especializándose– dejó una vez más su pacífica rutina y partió desde Panamá (donde reside) hacia la isla de Granada para colaborar con los miles de afectados por el huracán. “Salimos por el huracán desde Panamá dos topos –rescatistas voluntarios–hacia Trinidad y Tobago, y desde allí a Granada donde luego tomamos una lancha rápida por dos horas para poder llegar a la isla de Carriacou donde viven unas 9.000 personas y 6.000 casas fueron devastadas, en un 95% del total de las casas. Las que eran de madera desaparecieron totalmente y otras que había de concreto y mampostería, les sacó el techo, ventanas y puertas arrancadas. Los postes de quedaron muy pocos en pie, y los que quedaron estaban todos torcidos. Estuvimos un mes trabajando en la zona junto a los topos Tatlelolco Azteca de México y la brigada delegación de Panamá donde se juntan personas de varios países. En mi caso fui el único representante uruguayo, pero con el anhelo que a futuro pueda haber más ya que incluso estamos en formación en Uruguay donde les presenté el proyecto a varios amigos. Ya nos pasó con las inundaciones en el sur de Brasil que pude mandar a compañeros”, dijo.

En este ocasión “no participamos de búsqueda y rescate, porque cuando llegamos a la isla el huracán ya había pasado y gracias a dios hubo sólo seis fallecidos, para lo que es este tipo de fenómenos. Pero si trabajamos mucho con lo que fue el destrozo total, casas, yates, escuelas, bancos, todo fue destruido. No cuentan con tendido eléctrico ni agua aún”, comentó el sanducero.

Estuvieron haciendo ayuda humanitaria muy amplia, apoyando a la comunidad y “dedicándonos más que nada a la fundación Samaritan’s Purse que es una organización cristiana evangélica que ayuda al desarrollo y que montaron un hospital, con su campamento al lado, y otra que era la que hacía comida caliente para más de 3.000 personas. Samaritan’s Purse donaba unas especies de lonas grandísimas para poner en los techos y los topos nos dedicabámos a eso como sabemos de rescate vertical y demás. No contábamos con mucho equipo ya que lamentablemente nos cobran peso en los aviones y vamos con el pasaje económico. Teníamos que trabajar con lo que teníamos, en un momento incluso fabricamos una escalera grande de madera, conseguimos otras y unas cuerdas y con eso pudimos trabajar. No podíamos trabajar el 100% con las medidas de seguridad que siempre utilizamos, pero sí darle respuesta a la gente así que nos arriesgábamos nosotros tomando los recaudos necesarios”, recordó.

Felizmente, pese a las condiciones “no tuvimos ningún incidente grande, porque había clavos, madera, vidrios, escombros, de todo por todos lados, pero si asistimos a varios niños y personas mayores que se lastimaron por esto”, dijo Dorrego Rusch.

Asimismo contó que el hospital que habían montado estaba a unos 25 minutos del lugar donde se quedaban “que era un hotel parcialmente devastado al que pudimos acondicionarle una parte para quedarnos y otra parte se arregló para hacer las comidas ahí, ya que había cámaras y congeladores grandes. Se trajo de Granada una planta enorme con motor diesel para moverlo. Muchos días ayudamos también en ir al muelle a buscar víveres, cocinar, repartir la comida para la zona”.

“Es importante entender que nosotros no solo somos búsqueda y rescate en estructuras colapsadas, sino que la brigada es una de las primeras en llegar a las emergencia internacionales y los últimos en irse. Ya que además de estar en el momento más critico, después se sigue con el trabajo humanitario al 100%. Hubo días de lluvia en que estábamos con un lampazo sacando el agua para que los cocineros no se cayeran y pudieran hacer su labor, es decir, prestamos servicio en todo lo que sea necesario. Dentro de lo precario de la situación, intentábamos hacer de todo un poco para lograr colaborar y poner en práctica el conocimiento que tenemos”, dijo el rescatista que nuevamente sirvió con honor y el corazón predispuesto para ayudar al prójimo.