
Buenos aires (Por Horacio R. Brum).- El martes pasado, el presidente argentino celebró su primer año de gobierno con un discurso en el que virtualmente puso al país a las puertas del desarrollo. Una semana antes, un jubilado entró en la oficina de Córdoba del Programa de Atención Médica Integral (PAMI), con un bidón de cinco litros de nafta; se empapó en el combustible e intentó prenderse fuego, porque no le entregaban unos medicamentos. Al parecer, los remedios estaban disponibles, pero el hombre –con antecedentes psiquiátricos y enfermo terminal–, cayó en la desesperación cuando se le pidió un papel más, aparte de los que usualmente presentaba. Este fue un caso extremo de la angustia que embarga a millones de pensionados, cuyos ingresos han perdido desde el año pasado casi la cuarta parte del poder adquisitivo, según el cálculo de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
El incidente de Córdoba se produjo porque el PAMI había anunciado el fin del programa de entrega gratuita de varios medicamentos esenciales para, en la versión oficial, “asegurar el suministro a quienes más lo necesitan”. Ahora, solamente tendrán el beneficio quienes reciban menos de 390 dólares mensuales o demuestren necesitarlo, mediante un trámite burocrático que incluye declarar que no se posee un auto de menos de diez años de antigüedad o ninguna “aeronave ni embarcación de lujo”. A este cambio se agregó la resolución oficial de aumentar la variedad de medicinas de venta libre, lo cual implica que esos productos no tendrán descuentos en las farmacias y se agregará otra carga al presupuesto de los adultos mayores, más allá del hecho de que en este primer año del nuevo gobierno el precio de los remedios aumentó 220%.
Como un indicio de la desconexión de las autoridades con la realidad que viven los jubilados, al ser consultado por el tema del PAMI cuando estaba en la reunión del Mercosur en Montevideo, el ministro de Economía, Luis Caputo, afirmó que los pasivos pobres no son más del 11%. Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadísticas informó que en el primer semestre de 2024 había casi un 30% de pobreza entre las personas de más de 65 años. Por otra parte, casi todos los economistas independientes coinciden en que buena parte del ajuste del que se enorgullece Javier Milei ha afectado gravemente a las jubilaciones.
En cuanto a la pobreza en general, un informe periódico de la Universidad Católica Argentina (UCA) indica que, pese al control relativo de la inflación, 23.200.000 habitantes del país son pobres y siguen en aumento las personas que tienen dificultades para pagar la atención médica, los servicios públicos o los impuestos. Hay más hogares que necesitan la ayuda estatal, sin la cual la cifra de pobreza registrada en octubre por la UCA (44,9%) superaría a la mitad de la población. Un sector más vulnerable que los adultos mayores son los niños, porque aproximadamente 7 de cada 10 menores de 14 años viven en hogares que sufren la pobreza multidimensional: carencias relacionadas con la calidad de la vivienda, el acceso a la salud o la educación. Lo que la UCA denomina “hambre frecuente”, que es no tener todas las comidas diarias, también aumentó desde el año pasado.
El empleo de tiempo completo disminuyó y hay más trabajadores precarios, lo cual es fácilmente comprobable en las calles de Buenos Aires, al ver los numerosos repartidores en bicicleta, de las llamadas “empresas de plataforma”, que se sirven del esfuerzo de esta gente sin darles beneficios sociales. Casi siempre, ellos son parte del “trabajo en negro” que, de acuerdo con los datos recabados por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), incluye al 36% de la masa laboral. Paradojalmente, durante la campaña electoral, los repartidores fueron fieles seguidores de Milei, por el argumento de la “libertad” para trabajar sin horarios ni otras obligaciones regulares.
Sin incluir lo que sucede con el trabajo “en negro”, la Secretaría de Trabajo admitió que durante este año se perdieron casi 150.000 empleos privados, en tanto que la Facultad de Ciencias Económicas del la UBA informó de 52.000 despidos en el sector público. La organización de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional relaciona esta última cifra con la eliminación que ha hecho el gobierno de muchos organismos y programas vinculados a los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales, en consonancia con la oposición del presidente a los acuerdos internacionales sobre esos temas, que él y su equipo denuncian como un intento “socialista” de imponer la ideología de género.
Amnistía Internacional también hizo una advertencia sobre la violencia verbal del primer mandatario contra el periodismo que lo critica y todos los que no estén de acuerdo con él, una violencia que multiplican sus acólitos en las redes sociales. El mes pasado, el excandidato presidencial y exintendente de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta publicó una carta abierta a Milei, en la que contabilizó 2.173 agresiones verbales, sólo por medio de las redes sociales, a personas e instituciones. Los discursos presidenciales en los ambientes que le son favorables abundan en expresiones como “zurdos de m…”, “degenerados” o “hijos de p…”, mientras que para los periodistas suele usar el término “ensobrados”, una de cuyas acepciones podría ser coimeros o esbirros a sueldo de los poderes que se oponen a las “fuerza de la luz” que inspiran al presidente.
La tolerancia social a esta barbarie de la palabra parece estar basada principalmente en el control del desquicio económico de los tiempos kirchneristas, cuyo logro principal es la baja inflación, que oscila en el 3% mensual. No obstante, este hecho se debe a las implacables reducciones del presupuesto nacional, con los efectos sociales que se reflejan en los índices de pobreza y la baja pronunciada del consumo, así como en la receta muy argentina de la “bicicleta”: sacar créditos para pagar créditos. En agosto, la deuda pública alcanzó el récord de 456.000 millones de dólares, porque aumentó en casi 88.000 millones desde el inicio de este gobierno. Milei habla de una “lluvia de dólares” que llegará con las inversiones extranjeras, pero los ejecutivos de las multinacionales quieren que antes se levante el “cepo”, la restricción al libre movimiento de divisas impuesta por el kirchnerismo. Con un déficit de aproximadamente 6.000 millones de dólares en el Banco Central, se han tomado medidas no vistas en los gobiernos anteriores, incluido el de la centro-derecha de Mauricio Macri, como entablar negociaciones con los bancos privados internacionales (por ejemplo: el Banco de Santander) para obtener préstamos, y enviar al exterior una parte del oro del Central, para que eventualmente sirva de garantía para pedir más fondos.
Dos semanas atrás se realizó en los suburbios de la capital un acto presidido por Daniel Parisini, alias El Gordo Dan, incondicional del presidente y notorio por su agresividad en las redes sociales. Fue el lanzamiento de Las Fuerzas del Cielo, un movimiento de apoyo al gobierno para las elecciones parlamentarias de 2025. El escenario estaba armado con un conjunto de pendones rojos con letras doradas, en los que se leían palabras como: Dios, Patria, Familia, Propiedad y se veían unos escudos compuestos por una rueda dentada simbolizando la “motosierra” de los recortes, con una cruz al centro. En esos símbolos había una sugerente similitud con el escudo de los pendones que aparecen en unas viejas fotos de 1938, tomadas en el estadio bonaerense Luna Park, escenario del más multitudinario acto del nazismo fuera de Alemania.
“Veo nubarrones en esta nueva etapa… Temo por los poderes judiciales y también temo por los poderes legislativos. Por la institucionalidad…”, expresó el lunes pasado, en un acto previo a su retiro, el juez de la Corte Suprema Juan Carlos Maqueda. Milei está en conflicto con el Congreso por el nombramiento para ese órgano de dos abogados que le son afines y ha amenazado con designarlos por un decreto de necesidad y urgencia, el arma que está usando casi sin restricciones para imponer su voluntad. Menos sutil que el juez Maqueda, quien no nombró específicamente al jefe del Ejecutivo, Loris Zanatta, catedrático de la Universidad de Boloña y profundo conocedor de la Argentina, escribió en el diario La Nación: “Nadie, al parecer, escapa en la Argentina a la tentación de fundar una nueva religión, de crear el ‘hombre nuevo’ … el de Milei es blanco y devoto, cristiano y occidental. La furia teocrática no deja de cernirse sobre la democracia; el ademán fascista, de esconderse entre las hojas de la libertad. Con el pretexto de popularizar el liberalismo, de combatir el comunismo, de hacer buenos negocios, muchos liberales de mi país terminaron abrazando a los fascistas. Pensaban controlarlos, terminaron dominados”.