Qué ver: Guerra Civil, en Max

“Exijo una explicación”, decía Condorito y todos estábamos de acuerdo con él. Pero una cosa es una explicación en una historieta para un público infantoadolescente y otra una para un público más adulto. Sin embargo, casi siempre el cine de Hollywood trata de dejar las cosas bien claras, es más, es una de sus fotalezas.
Es decir, cuando vemos una película estadounidense sabemos lo que vamos a ver, casi que antes de verlo ya prevemos que las cosas van a ser de determinada manera y los personajes se van a comportar de determinada forma. El espectador se siente seguro, y, más que nada, porque los motivos por los que las cosas suceden tienen, como quería Condorito, su bien expuesta explicación.

Pero ¿qué pasa cuando no es así? Nos desconcertamos, hay que pensar, imaginar, la película nos da esa libertad y, como ya se sabe, la libertad no es algo que le guste a todo el mundo. Y para hacerlo dentro de la “maquinaria” de Hollywood hay que ser alguien con mucha valentía. Más cuando se trata de una producción importante como la de Guerra Civil, la más reciente película del director Alex Garland.
Porque la película comienza cuando el desbarajuste social se ha convertido ya en la guerra del título nada menos que en Estados Unidos. En Washington se han mandado las suficientes macanas para que otros Estados como California o Florida se levanten en armas y, en medio de todo un grupo de periodistas liderados por una descomunal Kirsten Dunst –actriz a la que hay que prestarle mucha más atención de la que tiene– trata de llegar a la capital para hacer un reportaje al presidente, antes que la propia guerra acabe también con él.

Ahora bien, Garland es un director que se ha hecho fuerte en el terreno de la ciencia ficción con películas también súper recomendables como Ex Machina, Aniquilación o la serie Devs, sin dejar pasar el detalle de que el año que viene estrenará la continuación de Exterminio, ubicada por supuesto en un ambiente de hecatombe zombie que le viene al pelo.
Pero en Guerra Civil lo que puede ser futurología se acerca tanto a la realidad que se convierte en una distopía muy inquietante. Ya hemos visto los suficientes gobernantes que parecen dementes tanto en como fuera de EE.UU. para no quedarnos nada tranquilos con el futuro de nuestro planeta. Garland a eso lo sabe de sobra y de ahí que su película esté planteada con un realismo en el que las explicaciones de las que hablábamos están de más.
Los errores y horrores del presidente de turno apenas se esbozan, los ejércitos no aparecen en acción casi hasta el final de la película, los personajes tienen como única motivación la de hacer su trabajo mientras van comprobando una y otra vez que además de la verdad, lo otro que rápidamente se pierde cuando una guerra comienza es la humanidad.

Garland expone así las consecuencias, no las causas y eso le alcanza y sobra para hacer una película muy despegada de la media de las producciones de su país. Los que quieran una trama que aclare todos los detalles que vean otro filme, no este. Los que extrañen un cine que respete la inteligencia del espectador, aquí tienen Guerra Civil. Los enemigos aquí no son robots, zombis o extraterrestres, sino tal vez uno mucho más peligroso y cercano, el vecino, el compatriota, el hombre que un día tira lo que le queda de civilidad por la ventana y busca un cambio radical. Un peligro demasiado cercano para no temerle.
Fabio Penas Díaz