ESPACIO CONTRATADO
En estos días pude visitar varias comunidades rurales que se atienden desde la parroquia de Tambores. Esta Parroquia está a cargo de una comunidad de 5 religiosas Misioneras de Jesús Verbo y Víctima de origen peruano.
Las madres como se les llama atienden pastoralmente Pueblo Soto, Pueblo Zeballos, La Bolsa, Eucalipto, Cañada del Pueblo, Tambores y otras pequeñas localidades.
Son pequeñas comunidades en el Uruguay profundo, donde se mantienen las dificultades de transporte y de acceso a los servicios básicos.
Es verdad que se ha avanzado en la descentralización, pero queda aún un largo camino para recorrer.
Es una realidad que en busca de trabajo y de mejor vida, muchos abandonan la campaña, para ir a las ciudades. Sería de desear que se dieran la condiciones económicas y sociales para afincar a la población en el mundo rural.
Dar a conocer esta realidad, agradecer a estas religiosas peruanas su encomiable entrega y a los catequistas y animadores su disponibilidad.
Con gran generosidad cuidan de la capilla, visitan a los enfermos, celebran la fe en ausencia del sacerdote, les decía, son como un cirio encendido que sostiene la luz de la fe.
Usar las nuevas tecnologías y multiplicar los ministerios, buscar nuevos caminos para que la Buena Nueva de Jesús este más presente animando la vida de estos hermanos es el gran desafío de hoy.
Al acercarse la Navidad del Señor, tengamos presente estas realidades a veces desconocidas para los que tenemos más facilidades para acceder a determinadas comodidades y para celebrar la fe.
El Señor nació en Belén en un pesebre “porque no había lugar para ellos” en una periferia. Que podamos estar cerca de todos los que viven lejos por distancias o por sus dificultades personales. En Navidad el Señor se nos hace “cercano”.