Historiadora María Julia Burgueño destacó la acción valerosa de cuatro figuras en la Defensa de Paysandú

La profesora e historiadora María Julia Burgueño durante su exposición sobre los hechos de la defensa y los héroes que lucharon en el sitio.

Durante el acto por el centésimo sexagésimo aniversario de la Defensa de la Paysandú, la profesora e historiada María Julia Burgueño fue la encargada de repasar los hechos históricos que forjaron nuestra identidad como sanduceros. Sin embargo, la profesional quiso ir más allá y no centrarse solamente en lo que se conoce de la epopeya, sino dar a conocer otros aspectos de cuatro de los valientes que lucharon desde su lugar: el general Leandro Gómez, el Dr. Vicente Mongrell, Josefa Catalá (Misia Pepa) y María Magdalena Pons.
“Teniendo como base mi formación en la historia, para cuya ciencia social el sujeto de su estudio es la persona, es el hombre en el sentido genérico del concepto, es decir el hombre y la mujer, he elegido referirme a cuatro personas que fueron muy significativas en el hecho histórico que hoy nos convoca. Las he tomado como referentes, diría como representantes de distintos grupos y las acciones que estos grupos tuvieron en ese Paysandú de la Defensa de 1864 y 1865”, indicó durante su discurso al ser invitada especialmente por la Intendencia departamental.
“Si hablamos de Leandro Gómez, cuando uno observa con detenimiento sus retratos, en general lo encuentra con un dejo de seriedad y de preocupación, por lo menos así aparece en las postales o cuadros de la época. Aparece como nervioso, aunque diría preocupado mejor. En una de las cartas que escribió el comandante Oliver de la fragata francesa Desirée, que estaba apostada en el puerto sanducero en 1864 –que se encuentra en el Archivo de Relaciones Exteriores en Nantes (Francia)– textualmente dice de Leandro Gomez: ‘movible, inquieto, nervioso’. Cómo no estarlo: sólo tenía dos cañones y 30 que lo atacaban. Resulta por demás pertinente la siguiente caracterización del historiador y politólogo Gerardo Caetano, al expresar: ‘Oribista inclaudicable, defensor intransigente de la memoria artiguista en tiempos de la leyenda negra, blanco de la primera hora, militar a pesar suyo (como bien ha señalado Lincoln Maiztegui), de vocación intelectual, pero caudillo por razón de la historia, Leandro Gómez ha quedado asociado en la memoria colectiva con su resistencia sin futuro de la heroica Paysandú, sitiada sin remedio por un enemigo claramente superior”. Y agregó sobre Leandro Gómez: “comerciante, filántropo con ideas de libre pensador con un compromiso fraternal evidente”.
“No estoy capacitada, por supuesto, para decir si sus tácticas fueron las adecuadas, y ahí estarán los especialistas en el tema, serán los que sabrán explicarnos las razones del porqué de determinadas tácticas militares fueron usadas por Leandro Gómez, en la Defensa de Paysandú, pero lo que me interesa es tener en cuenta la conjunción de lo expresado, porque todos nosotros, seres humanos, somos una mezcla de elementos, de valores, ni unos somos buenos, ni el otro es malo, ni uno tiene el honor como único fin o quizá en su vida tiene otra característica; nosotros somos seres humanos, y él Leandro Gómez también era un ser humano”, dijo.
“Lo que quiero hoy es reflexionar con ustedes que ese Leandro Gómez no es el Leandro Gómez sólo de la plaza, sino que es el hombre, un hombre que vivió en una familia determinada que sintió el peso de la guerra desde el día mismo que nació (1811), que dejó su familia, su situación socioeconómica favorable. Y vino a una ciudad que no era la suya, porque veía no solamente a la ciudad de Paysandú, veía al país. Vino aquí a jugarse por la libertad y la soberanía del Uruguay”, agregó la profesora.

DR. VICENTE MONGRELL

Burgueño formuló la pregunta de si la defensa de Paysandú es solo Leandro Gómez. “Claro que no”, dijo. “Él es el comandante militar del norte del Río Negro que organizó la defensa de la ciudad. Junto a él otros jefes como Lucas Píriz, Emilio Raña, Pedro Ribero, Federico Aberastury, Carlos Larravide, Federico Fernádez y Belisario Estomba, cada uno con una función y responsabilidad. Con ellos los defensores anónimos orientales y argentinos, blancos y colorados, de diferentes edades y etnias. También los europeos”, precisó.
“Lo que me lleva a hablar de otro personaje muy destacado, el Dr. Vicente Mongrell. Un cirujano valenciano, por ese entonces de 37 años de edad, que al decir de Juan L. Cuestas era un ‘verdadero apóstol de su profesión’. Por su entrega denodada entre heridos y el Hospital de Sangre, en los lugares más expuestos del bombardeo sin pensar si era sitiador o defensor. El Hospital Pinilla –antes Caridad–, desde su inauguración en 1862 fue su otra casa. Pero cuando las fuerzas navales brasileñas intimaron al abandono de la ciudad, el Dr. Vicente Mongrell rehusó irse y se quedó en la ciudad sitiada con su esposa Dolores Gordon (figura de primer orden en la Sociedad Filantrópica de Señoras)”.
“Con el recuerdo del Dr. Vicente Mongrell vaya la de todos aquellos que estuvieron ayudando en la asistencia de heridos y de situaciones difíciles y caóticas dentro del recinto y de la Isla Caridad. También en los días posteriores donde el olor, la falta de higiene, los muertos en la calle y la destrucción de casas y comercios necesitó de manos anónimas muy generosas”.

MUJERES EN LA DEFENSA

“No puedo dejar de hablar de la presencia de las mujeres en la Defensa de Paysandú, también protagonistas directas en la defensa de aquellos ideales nacionales de la libertad y la soberanía del Uruguay, dejando todo, sus familias, sus casas, sus ocupaciones… hasta sus vidas por ellos. Cómo no recordar en esta oportunidad especialmente a Josefa Catalá de Ribero, Juana González de Aberasturi, Manuela Marote de Raña, Isabel Abreu de Merentiel, Rafaela Francia de Ribero y a Delmira y Magdalena Pons, entre otras”, dijo la historiadora.
Sobre la sanducera Josefa Catalá, a quien conocían como Misia Pepa, precisó que había nacido en 1832. “Su padre el maestro valenciano José Catalá y Codina fue un referente en la educación de nuestro país. Josefa se casó con el sanducero Pedro Ribero, conocido como el héroe de ‘Villa de Salto’, un patriota que tuvo distintos cargos gubernamentales, quién murió a sus 36 años, el 2 de enero de 1865. Tuvieron 8 hijos. Misia Pepa en el sitio de 1864 tenía tan solo 32 años, y decidió quedarse en la ciudad de Paysandú. Recogía heridos en las trincheras, asistiéndolos en el lugar o llevándolos al Hospital de Sangre. Fue una esposa y madre que no escatimó brindar su vida en la Defensa de Paysandú”, indicó.
De otra manera, destacó la presencia de María Magdalena Pons, “una montevideana nacida en 1847 que se radicó en Paysandú con su familia por 1860. Esta joven de 17 años fue la que el 12 de diciembre de 1864, por el Ancla Dorada burló la vigilancia de los sitiadores y entró en la Plaza sitiada con noticias de la situación que se vivía en la Isla Caridad y datos militares en lo que se puede considerar una verdadera epopeya. Una joven que se arriesgó por los ideales que creía y defendía. En ellas un sentido reconocimiento a tantas, muchas de ellas anónimas defensoras de Paysandú, desde esta Plaza sitiada o desde la Isla Caridad, donde las condiciones fueron difíciles no solo en la higiene, la alimentación y la seguridad. Pensemos que en la isla de allí enfrente veían claramente los bombardeos que estaban sucediendo en la tierra firme”.
En conclusión, el Sitio-Defensa de Paysandú “es un hecho histórico mucho más que bélico, mucho más que un enfrentamiento armado, es un hecho histórico en el que los protagonistas fueron guerreros y también aquellos que atendían las necesidades básicas de salud; orientales y extranjeros; autoridades militares y civiles, en fin, hombres y mujeres que estaban en Paysandú por aquellos tiempos”.
Los conceptos de libertad, defensa, heroicidad, “a los que le sumaría soberanía e independencia, son mucho más que palabras que se han repetido en cartas, declaraciones, libros y expresiones plásticas a posteriori, tanto en nuestro país como en otros lugares, de América y Europa. Son valores que en ese Sitio- Defensa de 1864-65 se vivieron en Paysandú”, dijo.

¿Y DESPUÉS?

“Con una capacidad extraordinaria de levantarse del terror, del desmano, de lo caótica que quedó la ciudad de Paysandú, hoy hablaríamos de resiliencia, de laboriosidad, de compromiso, que a los pocos meses y años se vio en la reconstrucción de los edificios públicos, las casas particulares y la reorganización del comercio y la actividad agrícola, ganadera e industrial. Donde el río Uruguay volvió a ser el lugar de tránsito de pasajeros, de visitantes, de inmigrantes y de mercancías, para poner otra vez a Paysandú en el sitial que merecía en el contexto nacional y regional”, expresó Burgueño.
“Por demás pertinente quiero hacerme eco de las palabras de Rafael A. Pons y Demetrio Erausquin cuando en 1887 escriben su libro ‘La Defensa de Paysandú’ y expresan en la dedicatoria: ‘A los que aman las glorias nacionales; a los que antes que partidarios son orientales; a los que sienten orgullo en reconocer el valor y el patriotismo abnegado de nuestros compatriotas sin distinción de filiaciones políticas, a esos dedicamos esta obra, destinada a enaltecer una gloria nacional que honra y enorgullece a todos los que han nacido a la sombra del Pabellón Oriental’. Esto es la Defensa de Paysandú de 1864-1865: una gloria nacional que honra y enorgullece a todos los que hemos nacido a la sombra del Pabellón Oriental”, dijo la profesora e historiadora al finalizar su discurso.