
En muchos países (incluido Uruguay) la remuneración que reciben quienes trabajan en el horario establecido como nocturno recibe una atención especial que se traduce en una sobretasa en un horario determinado (en el caso uruguayo entre las 22:00 y las 6.00 del día siguiente) sin perjuicio de los acuerdos alcanzados entre trabajadores y empresarios.
En materia de nocturnidad, países como Uruguay se han visto y se ven sometidos a diversas presiones de parte de organizaciones internacionales que marcan y ejecutan la famosa agenda de los “Objetivos 2030” que refleja el pensamiento “WOKE” en diversas áreas (como por ejemplo el apoyo al aborto, la eutanasia, el antisemitismo disfrazado de “supuesto pacifismo”, el feminismo radical o el combate a padres a través de mecanismos exacerbados y discriminatorios en materia de violencia doméstica). Muchas de esas organizaciones tienen naturaleza multilateral como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre otras, pero también por las organizaciones no gubernamentales europeas y estadounidenses (las famosas oenegé). En el caso de las oenegé nadie conoce el origen de sus fondos ni tampoco la forma en las cuales se establecen y ejecutan sus políticas institucionales, las cuales se focalizan en países fáciles de manejar como el nuestro.
Claramente el objetivo de estas organizaciones es “domesticar” a la población global para lograr que la nueva agenda global se imponga a la mayor cantidad de países posibles, sobre todo a los países pequeños como Uruguay, el cual ha sido un “conejillo de indias” de dichas políticas en los últimos años. A modo de ejemplo, podemos mencionar la legalización de la marihuana (un proyecto apoyado por los magnates George Soros y David Rockefeller (nieto del famoso magnate petrolero John D. Rockefeller, fundador de la petrolera Standard Oil, hoy Axion). Rockefeller visitó Uruguay por primera vez a sus 99 años y regresó el año siguiente con 100 años de edad. Un llamativo interés de una persona de esa edad para dos viajes tan largos en tan poco tiempo, donde fue recibido por el expresidente José Mujica (quien se levantó en armas contra el capitalismo que terminó defendiendo en sus últimos años) y quien calificó públicamente como “un amigo” a Rockefeller. Todo muy sospechoso para ser una simple coincidencia.
Las políticas de esas organizaciones son elaboradas a través de un sistema de “recorte y pegue” de normativas de otros países como profundas diferencias culturales con Uruguay, pero el objetivo es precisamente homogeneizar las legislaciones nacionales sobre la base de las organizaciones globales dominantes. Los funcionarios públicos de cada país siempre cumplen el mismo papel: aplican a rajatabla las directivas recibidas, impulsando una legislación basada en los modelos que deben copiar e imitar y crean instituciones que generen nuevos cargos y sueldos para los técnicos locales (en este caso uruguayo) y que les aseguren el día de mañana poder trabajar como consultor externo o funcionario de esas organizaciones de las cuales han sido tan obedientes y diligentes defensores. Hay varios casos de jerarcas uruguayos que han aprovechado esa “beca” y hoy viven en Europa o Estados Unidos con sueldos “de película”. Cumplieron con su tarea y se les recompensó, no con una bolsa de 30 piezas de plata como a Judas, sino mediante contratos de asesoría o nuevos destinos laborales. “Una mano lava la otra y la dos lavan la cara”.
La verdad es que la realidad es muy diferente a lo que sostienen estos “gurúes” de la agenda global. Las horas de sueño y la forma en que se distribuyen a lo largo de un día varían de país a país, fenómeno sobre el cual existen extensas y prestigiosas investigaciones a nivel internacional. De acuerdo con un informa del Foro Económico Mundial, entre los países con más tiempo de sueño se encuentran Nueva Zelanda, que ocupa el primer lugar con un promedio de más de 7.5 horas por noche. Finlandia, los Países Bajos, Australia, el Reino Unido y Bélgica también ocupan un lugar destacado en cuanto al sueño, seguido de cerca por Irlanda.
En efecto, un informe publicado en el segundo semestre del año 2023 por la página web Vitónica reflexiona sobre las diferencias en materia de sueño: “¿A qué hora se van a dormir en Tailandia? ¿Cuánto tiempo duermen en Sudáfrica? La cultura determina, a grandes rasgos, nuestros hábitos de descanso. En el sur de España es común tomar una siesta después de comer. Esta costumbre puede ser para alejarnos del calor extremo en verano, o para alargar más la hora de irnos a la cama por la noche. La cultura, más que la raza o el origen étnico, es la que subyace las diferencias entre países en cuanto al sueño. Esas distinciones se pueden observar en los tiempos de sueño nocturno en el Este de Asia más cortos que en Europa y Estados Unidos. Los estudiantes japoneses duermen menos que los estudiantes canadienses, y eso da muestra de que nuestros hábitos, también el sueño, vienen determinados por el país que habitamos.
De hecho, el sueño monofásico (dormir solamente por la noche) es normal en América del Norte y el norte de Europa. Sin embargo, hay otras muchas zonas que utilizan un sueño bifásico o polifásico. El sueño bifásico es el que practican muchas personas en España, que consiste en dormir el grueso de horas por la noche, pero añadirle una siesta normalmente después de comer. El sueño polifásico divide aún más las horas de sueño y puede darse en personas que rompen el sueño para las oraciones del amanecer, vuelven a dormir después y de nuevo repiten por la tarde o en otro momento”. Queda claro que lo importante es cuántas horas duerme el trabajador según sus ciclos y forma de sueño y que llegue descansado al lugar de trabajo para cumplir sus funciones en forma adecuada y sana.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), por ejemplo, “reconoce la necesidad de hacer frente a las diversidades étnicas, sociales y culturales que existen a lo interno de los Estados Miembros de la OPS y las unidades técnicas para crear políticas y servicios de salud accesibles a poblaciones enteras”. Esto debe traducirse en respuestas de nocturnidad que respetan las diversidades culturales de los distintos países y las necesidades de acuerdo con régimen de vida. No tiene sentido hablar de diversidad en tantos ámbitos y no respetarla en un tema tan importante como el sueño y la salud humana.
Por supuesto que no existe una sola fórmula en materia de sueño, cultura y descanso, y que aplicar los parámetros extranjeros puede llevar a una nocturnidad irreal que no refleja los tiempos que un trabajador descansa realmente a lo largo de un día de acuerdo con su cultura. Seguramente casi nadie duerme siesta en Nueva York, pero seguramente lo hacen en los países de origen latino tal como sucede en nuestro país o en Argentina. Eso es lo que deben reflejar las legislaciones de los países y no las imposiciones del “gobierno global” que busca uniformizarnos a todos sin importar nuestro origen, nuestras costumbres o donde vivamos. No nos dejemos llevar por delante por una agenda que se diseña y ejecuta detrás de bambalinas por oscuros intereses sociopolíticos.
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